Las armas que la CIA les dio a los rebeldes sirios surtieron al mercado negro, dicen funcionarios

AMAN, Jordania _ Agentes jordanos de inteligencia se han robado sistemáticamente las armas que la CIA envió a Jordania y Arabia Saudita para los rebeldes sirios, y las han vendido a mercaderes en armas en el mercado negro, según funcionarios estadounidenses y jordanos.

Funcionarios de la FBI, tras meses de investigarlo, creen que algunas de las armas robadas se usaron en un tiroteo ocurrido en noviembre, en el que murieron dos estadounidenses y otros tres en un centro de entrenamiento de la policía en Aman, de acuerdo con personas familiarizadas con la investigación.

- Publicidad-

Se está informando por primera vez de la existencia del robo de armas, que apenas terminó hace unos meses, después de las quejas de los gobiernos estadounidense y saudita, al concluir una investigación conjunta de The New York Times y Al Yazira. El robo, de millones de dólares en armas, resalta las consecuencias, enrevesadas y no planeadas de los programas para armar y entrenar a los rebeldes _ el tipo de programa que la CIA y el Pentágono han llevado a cabo durante décadas _ aun después de que el gobierno de Obama había esperado mantener bajo control estricto al programa en Jordania.

Los funcionarios jordanos que formaron parte de la estratagema cosecharon los beneficios imprevistos de la venta del armamento y utilizaron el dinero para comprar costosos vehículos todo terreno, iPhones y otros artículos de lujo, dijeron funcionarios jordanos.

El robo y la reventa de las armas _ incluidos rifles de asalto Kalashnikov, morteros y granadas impulsadas por cohetes _ provocaron una afluencia de armamento nuevo disponible en el mercado negro de armas. Los investigadores no saben qué pasó con la mayoría de ellas, pero una colección dispar de grupos, incluidas redes criminales y tribus rurales jordanas, usan los bazares de armas para integrar sus arsenales. Los contrabandistas de armas también las compran en los bazares para sacarlas del país.

- Publicidad -

Continúa la investigación del tiroteo en Aman que ha estado realizando la oficina de campo en Washington de la FBI. Sin embargo, funcionarios estadounidenses y jordanos dijeron que los investigadores piensan que las armas que el capitán de la policía jordana, Anwar Abu Zaid, usó para abatir a dos contratistas estadounidenses, dos jordanos y un sudafricano habían llegado originalmente a Jordania para el programa de entrenamiento de los rebeldes sirios.

Los funcionarios dijeron que esta conclusión la sacaron a partir de rastrear los números de serie de las armas.

- Publicidad -

Mohamed al Momani, el ministro de Estado para asuntos de los medios de Jordania, dijo que las acusaciones de que funcionarios jordanos de inteligencia habían estado involucrados en cualquier robo de armas eran “absolutamente incorrectas”.

“Se rastrean concretamente las armas de nuestras instituciones de seguridad, con la más alta disciplina”, dijo. Llamó al poderoso servicio de inteligencia jordano, conocido como Directorio General de Inteligencia, o DGI, una respetable institución de clase mundial, conocida por su comportamiento profesional y su alto grado de cooperación con los organismos de seguridad”, en Jordania, el jefe del DGI está considerado como el segundo hombre más importante después del rey.

Representantes de la CIA y de la FBI declinaron comentar.

El Departamento de Estado estadounidense no abordó directamente las acusaciones, pero un portavoz dijo que la relación de Estados Unidos con Jordania sigue siendo sólida.

“Estados Unidos valora profundamente la larga historia de cooperación y amistad con Jordania”, dijo John Kirby, un vocero. “Estamos comprometidos con la seguridad de Jordania y a trabajar muy de cerca con Jordania para enfrentar los retos comunes de seguridad”.

La CIA y varios servicios árabes de inteligencia operan el programa de entrenamiento, que en 2013 empezó a armar directamente a los rebeldes bajo el nombre en clave de Madera de Sicomoro, el cual está orientado a preparar fuerzas que se oponen al presidente Bashar Asad de Siria. Estados Unidos y Arabia Saudita son los mayores contribuyentes; los sauditas aportan armas y grandes sumas de dinero, y la CIA contribuye con agentes paramilitares que lideran el entrenamiento de los rebeldes para usar los Kalashnikov, morteros, misiles antitanques guiados y otro armamento.

La existencia del programa está clasificada, al igual que todos los detalles sobre su presupuesto. Funcionarios estadounidenses dicen que la CIA ha entrenado a miles de rebeldes en los últimos tres años y que los combatientes habían avanzado en forma sustancial en el campo de batalla contra las fuerzas gubernamentales sirias hasta que las fuerzas militares rusas _ desplazadas el año pasado en apoyo a Asad _ las obligaron a retroceder.

El programa de entrenamiento tiene su sede en Jordania debido a su proximidad a los campos de batalla sirios. Desde un principio, la CIA y los organismos de inteligencia árabes dependieron de los servicios de seguridad jordanos para transportar las armas, muchas adquiridas al por mayor en los Balcanes y otras partes de Europa Oriental.

El programa es distinto a uno que el Pentágono estableció para entrenar a rebeldes para pelear contra los combatientes del Estado Islámico, en lugar de contra el ejército sirio. Ese programa se canceló y solo se pudo entrenar a un puñado de rebeldes sirios.

Funcionarios jordanos y estadounidenses describieron al robo del armamento y la subsecuente investigación, a condición del anonimato porque el entrenamiento de rebeldes sirios está clasificado en Estados Unidos y es un secreto de gobierno en Jordania.

La noticia del robo de armamento y las eventuales medidas enérgicas han estado circulando dentro del gobierno jordano por meses. Husam Abdalat, un asesor sénior de diversos primeros ministros anteriores, dijo que había oído hablar del plan entre funcionarios jordanos actuales. El DGI tiene algunos funcionarios corruptos en sus filas, dijo Abdalat, pero añadió que la institución en su conjunto no lo es. La mayoría de sus funcionarios son patriotas y jordanos orgullosos que son la primera línea de la defensa del país”, explicó.

Los funcionarios jordanos que describieron la operación indicaron que la había implementado un grupo de funcionarios de logística del DGI que tienen acceso directo a las armas una vez que llegan a Jordania. Los funcionarios sacaban regularmente cargas de armamento de las reservas antes de repartir el resto en puntos designados de entrega.

Luego, los funcionarios vendieron el armamento en varios de los grandes mercados de armas en Jordania. Los principales bazares de armas en Jordania están en Ma’an, en el sur del país; en Sahab, afuera de Aman, y en el valle del Jordán.

No está claro si el actual jefe del DGI, el general Faisal al Shubaki, tenía conocimiento del robo del armamento saudita y de la CIA. Sin embargo, varios funcionarios jordanos de inteligencia dijeron que altos funcionarios dentro del servicio tenían conocimiento del plan de las armas y proporcionaron cubierta para empleados en cargos inferiores.

Noticias de que las armas para los rebeldes se estaban comprando y vendiendo en el mercado negro, se filtraron a círculos gubernamentales jordanos el año pasado, cuando los traficantes de armas empezaron a alardearles a sus clientes que tenían grandes inventarios de armamento proporcionado por los estadounidenses y sauditas.

Agentes jordanos de inteligencia que monitorean el mercado de armas _ mismos que no estaban involucrados en el plan de desvío _ empezaron a enviar informes al cuartel general sobre la proliferación de armas en el mercado y del alarde de los traficantes.

Después de que los estadounidenses y sauditas se quejaron del robo, los investigadores en el DGI aprehendieron a varias docenas de funcionarios involucrados en el plan, entre ellos, un teniente coronel que ejecutaba la operación. Al final, los liberaron de la detención y los despidieron del servicio, pero les permitieron conservar las pensiones y el dinero que ganaron con el plan, según funcionarios jordanos.

La decisión de Jordania de realizar el programa de entrenamiento liderado por la CIA es el episodio más recientes en una prolongada sociedad.

En el gobierno de Eisenhower, la CIA empezó a hacerle grandes pagos al rey Husein, quien gobernó a Jordania de 1952 hasta su muerte en 1999, a cambio del permiso para realizar diversas operaciones de inteligencia en suelo jordano.

El dinero, y la experiencia y los conocimientos de la CIA también ayudaron al rey a establecer el DGI y a sofocar las amenazas contra su gobierno, internas y externas. Desde los ataques del 11 de septiembre del 2001, Estados Unidos ha llenado de dinero a Jordania para diversos programas contra el terrorismo. Espías estadounidenses y jordanos han operado conjuntamente un centro de contraterrorismo en las afueras de Aman y una prisión secreta en Jordania donde están prisioneros que captura la CIA en la región.

En su libro del 2006, “State of Denial” (Estado de negación), el periodista Bob Woodward cuenta una conversación del 2003 en la que George Tenet, entonces el director de la central de inteligencia, le dijo a Condoleezza Rice, a la sazón la asesora en seguridad nacional: “Nosotros creamos el servicio jordano de inteligencia y ahora somos sus dueños”.

Es una relación de dependencia mutua, pero Jordania tiene una ventaja particular debido a su ubicación en el corazón de Oriente Próximo y su tolerancia general para que se la utilice como una base de las operaciones militares y de inteligencia estadounidenses. Los servicios de seguridad de Jordania también tienen una larga historia de intentos por infiltrar a organizaciones extremistas islámicas, esfuerzos que han producido tanto éxitos como fracasos.

En el 2009, un doctor jordano _ al que un funcionario del DGI llevó a la CIA porque le había dicho que había penetrado la dirigencia de Al Qaeda _ resultó ser un doble agente y se explosionó en una base remota en Afganistán. En el ataque murieron siete empleados de la CIA, así como el funcionario del DGI.

Se envió a la cárcel a dos jefes recientes del servicio, también conocido como Mujabarat, por cargos que incluyeron malversación, lavado de dinero y fraude bancario. Uno de ellos, el general Samih Batiji, dirigió al DGI de 1995 al 2000, y lo condenaron por haber sido parte de una estratagema para obtener créditos bancarios de unos 600 millones de dólares para contratos gubernamentales falsos y embolsarse cerca de 25 millones de dólares. Lo sentenciaron a ocho años de cárcel, pero, al final, le redujeron la sentencia a cuatro años, los cuales cumplió en su villa en la ciudad de Aqaba, junto al mar.

Al general Mohamad al Dahabi, quien dirigió el servicio del 2005 al 2008, lo condenaron después por robarse millones de dólares que funcionarios del DGI habían confiscado a ciudadanos iraquíes que cruzaban a Jordania en los años posteriores a la invasión estadounidenses de Irak en el 2003. En su juicio se mostró que también había arreglado el contrabando de dinero en coches privados desde Irak a Jordania, y que había estado involucrado en la venta de la ciudadanía jordana a empresarios iraquíes. Lo sentenciaron a 13 años de cárcel y le impusieron una multa de decenas de millones de dólares.

El presidente Barack Obama autorizó el programa encubierto de armas en abril del 2013, después de más de un año de debates dentro del gobierno sobre la prudencia de utilizar a la CIA para entrenar a los rebeldes que estaban tratando de derrocar a Asad

La decisión se tomó, en parte, para tratar de ganar el control en una situación caótica en la que los países árabes estaban canalizando armas a Siria para diversos grupos rebeldes con poca coordinación. Los catarís habían pagado para contrabandear embarques de armas chinas FN-6, que se disparan recargadas en el hombro, por la frontera de Turquía, y Arabia Saudita envió miles de Kalashnikov y millones de rondas de municiones que había adquirido, a veces, con ayuda de la CIA.

Para finales del 2013, la CIA estaba trabajando directamente con Arabia Saudita, los Emiratos Arabes Unidos y otros países para armar y entrenar a grupitos de rebeldes y cruzarlos por la frontera para entrar en Siria.

Los motivos específicos detrás del tiroteo de noviembre en el centro de entrenamiento de la policía de Amán siguen siendo inciertos y no se sabe cuándo concluirá oficialmente la investigación de la FBI.

Este año, las viudas de los estadounidenses que murieron en el ataque demandaron a Twitter bajo el alegato de que, a sabiendas, permitió que el Estado Islámico utilizara su plataforma de medios sociales para propagar el mensaje violento de la organización extremista, así como para reclutar y recaudar fondos.

Al capitán Abu Zaid, el gatillero, lo mataron casi inmediatamente. Su hermano Fadi Abu Zaid, dijo en una entrevista que todavía creía que su hermano era inocente y que no había habido ningún indicio de que planeara llevar a cabo el tiroteo.

El gobierno jordano, dijo, se ha negado a darle cualquier respuesta sobre el tiroteo, así como a dar a conocer el informe de la autopsia de su hermano.

Mark Mazetti informó desde Aman y Washington, y Ali Younes en Aman, Washington y Doha, Catar.

Mark Mazzetti and Ali Yones
© 2016 New York Times News Service