A lo largo de la semana que concluye diversas voces se alzaron para advertir que de nuevo la violencia se enseñorea en Tijuana, ante la pasividad de nuestras autoridades.
Poco a poco pero con sistemática frecuencia, se registran hechos de sangre, muertes, ejecuciones, y aunque los parámetros de los tijuanenses se nos dispararon con los hechos de 2008 a 2010, no debemos perder la capacidad de sorpresa ante este panorama.
Y mientras nuevos actores se disputan la plaza, como si la ciudad fuera suya, nuestras autoridades se mantienen pasivas.
Jorge Astiazarán, quien ya arrea los bártulos, no tuvo los arrestos suficientes para decidirse a nombrar en definitiva, a un secretario de Seguridad Pública, tras la defenestración que de sí mismo se causó Alejandro Lares Valladares.
Tijuna, con un alto grado de inseguridad. no tiene un jefe policiaco rartificado. Alguien que diga “el responsable soy yo”, y a José Antonio López Medina lo dejó únicamente en calidad de encargado de despacho.
El asunto no es cosa menor: en casos similares, los ex jefes aún detentan parcelas de poder, y ahí están Lares Valladares y Patricia Sida, entre otros quiens tienen a sus incondicionales.
Así las cosas, 2016 está a punto de terminar y en materia de seguridad, el XXI Ayuntamiento se conduce tal y como lo hizo a lo largo de sus casi tres años: gris, mediocre, opaco, descafeinado e insaboro.
