El solo nombre de casas adjudicadas ya nos da una idea de la procedencia de la propiedad: inmuebles que no pudieron ser pagados o que cuyos créditos fueron abandonados por diversas razones. La principal, la imposibilidad de seguir cubriendo una hipoteca.
En Tijuana abundan, son miles de propiedades, principalmente en los nuevos fraccionamientos pero también en diversos puntos de la ciudad.
Tan solo en 2015, las casas adjudicadas representaron casi una de la tercera parte de las 9 mil 343 propiedades colocadas, con 3 mil 660 unidades y 5 mil 683 casas nuevas.
Pero la mera palabra adjudcación, no alcanza a dimensionar la magnitud del problema que en muchos casos es una tragedia. La pérdida del patrimonio para una familia no debe ser motivo de alegría para otra a la que dicha propiedad se ofrece como una oportunidad.
Los inmobiliarios ofrecen estas viviendas como si fueran un artículo a precio especial, sin considerar siquiera que detrás debió haber una historia de ilusiones para quienes no pudieron seguir pagando sus créditos.
Si fueran contados los casos de pérdida de empleos y de pérdida de casas, se diría que es un problema individual, pero es sistemático y por consiguiente un escollo de severas dimensiones sociales.
Este 2016 el Infonavit recorta su meta de 8 mil 361 viviendas a menos de la mitad, lo que significa que el panorama del mercado inmobiliario está en un mal momento.
Quitarle la casa a una familia, a un individuo, no hace más ricos a los ya ricos bancos o al propio Infonavit, pero sí hace más pobre a muchos tijuanenses.
