Alemania invoca la “amistad” para desactivar la crisis con Turquía

Berlín intentó desactivar este miércoles la crisis diplomática con Turquía al invocar la “amistad” entre ambos países, tras una semana de guerra de palabras por la anulación de mitines electorales pro-Erdogan en Alemania.

“No hay alternativa al diálogo, esta es la única forma, paso a paso, de poder volver a una relación normal de amistad entre los alemanes y los turcos”, dijo el ministro alemán de Exteriores, Sigmar Gabriel, al término de un encuentro con su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu.

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Los dos hablaron por separado. El ministro turco acogió con frialdad las palabras de Gabriel y dijo que le corresponde a “Alemania decidir si Turquía es amiga o no”.

Como ya lo hiciera la víspera en Hamburgo, Cavusoglu consideró que Alemania intenta injerirse en asuntos turcos tras la prohibición en una semana de cuatro mitines a favor del “sí” en el referéndum del 16 de abril para reforzar los poderes del presidente Recep Tayyip Erdogan.

Un asunto interno

El Gobierno de Angela Merkel “no debería tomar partido en el proceso referendario turco (…) Es un asunto interno”, afirmó.

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Ankara considera que la anulación sucesiva de manifestaciones en Alemania -donde residen 1,4 millones de electores turcos- es un intento para favorecer el “No”.

El Gobierno alemán, por su parte, negó cualquier intento de injerencia y rechazó la responsabilidad en la anulación de esos actos, que se deben, según Berlín, a decisiones de las autoridades locales, que alegan motivos de seguridad o de logística.

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En estos actos electorales debían hablar ministros turcos para defender el “sí” en el referéndum.

Esta está lejos de ser la única fuente de tensión entre Ankara y Berlín. Alemania denunció con vehemencia el arresto la semana pasada del corresponsal germano-turco del periódico Die Welt, Deniz Yücel, acusado de “propaganda terrorista”.

Ankara reprocha, por su lado, a Alemania cobijar “terroristas”, sean éstos simpatizantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización “terrorista”, según Turquía, la Unión Europea y Estados Unidos, o presuntos golpistas implicados en el fallido golpe de julio pasado.

Berlín ha registrado los últimos meses miles de peticiones de asilo de ciudadanos turcos, en particular decenas de diplomáticos y militares.

No pasar líneas rojas

Aunque Sigmar Gabriel quiso tender una rama de olivo a Ankara, también amonestó a los responsables turcos -y ante todo a su jefe de Estado- que acusaron a Alemania de recurrir a métodos de los “nazis”, al suprimir esos mitines.

“Dejé claro una vez más que las comparaciones con la época nazi y las invectivas sobre la democracia y los derechos humanos en Alemania deben proscribirse”, dijo Gabriel.

“Ambas partes tienen la responsabilidad de no franquear ciertas líneas rojas y una de ellas es la comparación con la Alemania nazi”, agregó el ministro alemán.

Sin embargo, para Alemania, Turquía sigue siendo un socio ineludible, en particular para frenar el flujo de llegadas a Europa de solicitantes de asilo.

En otros países de Europa, la ambición turca de querer hacer campaña para el “sí” en el referéndum es también mal vista.

El Gobierno holandés consideró el viernes “indeseable” la celebración el 11 de marzo de un mitin favorable a Erdogan en Rotterdam, organizado por los miembros de la importante comunidad turca en la ciudad portuaria.

Por su lado, el canciller austriaco, Christian Kern, opinó el domingo que la Unión Europea debería prohibir en su seno los mítines organizados por los dirigentes turcos en la campaña para este referéndum.