Amor de Trump por Putin: modelo presidencial a seguir

Jennifer Steinhauer y Nicholas Fandos contribuyeron con información.

© 2016 New York Times News Service

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WASHINGTON – Lo notable de la efusión más reciente de admiración de Donald Trump hacia el líder ruso de pétreo rostro, Vladimir Putin, es cuán similar es a la forma en que Putin es presentado en Rusia: como un necesario complemento para una agresiva y defectuosa dirigencia de Estados Unidos.

Entrevistado en un foro de candidatos de la cadena NBC por la noche del miércoles, Trump no ofreció versión alguna de los logros de Putin, con la excepción, quizá, de haber notado un índice de aprobación de 82 por ciento de una dependencia encuestadora que ahora está bajo amenaza legal como “agente extranjero”. Trump tampoco delineó gran cosa como una visión para trabajar con él si se convirtiera en el presidente, más allá de ponderar cuán maravilloso seria si Rusia y Estados Unidos pudieran unir fuerzas en contra de Estado Islámico.

En vez de eso, recitó una letanía de lo que percibía como desaires o faltas de respeto que el Presidente Barack Obama ha soportado sobre el escenario mundial, incluyendo la incómoda ceremonia de llegada en su visita más reciente a China para la reunión del Grupo de los 20. El mensaje, dijo Trump, es que Putin logra más respeto ahora que Obama.

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“él ha sido un líder”, dijo sobre Putin, “mucho más que lo que nuestro presidente ha sido un líder”.

No causa sorpresa que Hillary Clinton, en campaña para ser la sucesora de Obama, haya criticado acerbamente los comentarios este jueves. Lo mismo hicieron algunos colegas republicanos, incluido el presidente de la cámara baja, Paul D. Ryan, quien enumeró muchas de las razones por las que Putin equivale a un adversario de Estados Unidos, no un aliado potencial.

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Sin embargo, la perspectiva de Trump sobre el presidente ruso no es poco común entre quienes lo han usado a él como una medida de la estatura de Obama en el mundo; o en términos más generales, la estatura de Estados Unidos como la superpotencia dominante del mundo.

En Rusia, está en el corazón de la descripción de Putin como el baluarte en contra de un Estados Unidos conspirador. Subyace al atractivo de Putin para partidos nacionalistas en Europa, consternados por lo que consideran dirigencia incapaz en vista de las dificultades económicas y el desafío de la inmigración. Además, es compartido por aquellos en Oriente Medio que consideran la intervención de Rusia en Siria a nombre de su asediado presidente, Bashar Assad, decisiva, y no dudosa y enrevesada, como ha sido la política estadounidense.

En 2013, cuando Putin medió un acuerdo para reunir y destruir la mayoría de las armas químicas de Siria, evitando por tanto ataques aéreos encabezados por Estados Unidos con los que Obama había amenazado, Matt Drudge del conservador Informe Drudge se refirió a Putin, quizá socarronamente, como el “líder del mundo libre”. Los editores de la revista Forbes lo calificaron como el líder mundial más influyente, título honorífico puramente simbólico que él ha perdido y recuperado desde entonces… pero el cual es aclamado dentro de Rusia.

“Creo que él genuinamente admira a Putin como un hombre fuerte que logra que se hagan las cosas”, dijo Angela E. Stent, profesora en la Universidad de Georgetown, refiriéndose a Trump.

¿Cuáles son los logros de Putin que Trump admira? “Todos le prestan atención a él”, dijo Stent, agregando que las operaciones militares de Rusia en Siria desde el año pasado lo han devuelto al centro de la diplomacia internacional.

Detractores de Rusia – y ciertamente la Casa Blanca – disputarían los logros de Putin, notando la economía corrupta y cleptocrática y un atrofiado sistema político que ha marginado la oposición genuina, a veces de manera violenta. Están también la anexión de Crimea en 2014, que, aunque popular en Rusia, ha conducido a sanciones internacionales y aislamiento diplomático que ha menoscabado la economía y reputación de Rusia.

Stent, autora de “Los límites de la sociedad”, historia del descenso de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, notó que en la reunión del G-20 en Australia hace dos años, Putin tuvo que sentarse solo para el almuerzo… marchándose temprano.

Trump hizo énfasis en su entrevista con Matt Lauer, de NBC, que él no necesariamente aprobaba el sistema político que Putin ha erigido, pero usó una vez la línea de cuestionamiento para hablar de que Estados Unidos era un país dividido debido a liderazgo comparativamente débil.

Nina Khrushcheva, profesora de estudios internacionales y decana adjunta en la Nueva Escuela, notó una característica compartida en los dos hombres: la de un duro líder autoritario, o dicho de otra forma, un chico duro en el patio escolar negándose a dar marcha atrás de una pelea (imagen que el mismo Putin ha usado para describir su infancia).

Trump notó este miércoles una fotografía que circuló ampliamente de Obama y Putin en la reunión más reciente del G-20, trabados en lo que parece claramente una gélida mirada.

“Querer ser un firme y poderoso líder que puede bajarle la mirada a la gente como Putin es, claramente, algo a lo que Trump aspira”, dijo Khrushcheva.

Trump, como antes, hizo caso omiso de los muchos temas que dividen a Estados Unidos y Rusia, y está lejos de estar en claro que una presidencia de Trump, dejando de lado comentarios amables, auguraría un calentamiento considerable de las relaciones entre ambos países.

Trump repitió más bien un comentario de pasada que el ruso tuvo para Trump. En comentarios no planeados en diciembre, Putin usó un adjetivo ruso, “yarki”, que Trump ha dicho significa brillante, aunque puede también significar colorido u ostentoso. “Si él dice cosas magníficas sobre mí, yo voy a decir grandes cosas sobre él”, dijo.

Después de referirse a la fotografía del concurso de miradas, Trump notó que Rusia quería derrotar a Estado Islámico tanto como lo quiere Estados Unidos. “Si tenemos una relación con Rusia, ¿acaso no sería maravilloso si pudiéramos trabajar juntos en ella y acabar a golpes a ISIS?”, dijo, refiriéndose al grupo terrorista por su acrónimo.

Putin ciertamente daría la bienvenida a una administración más dispuesta en Washington, aunque él no ha ofrecido concesiones que pudieran alentar un cambio estratégico en Siria o en cualquier otra parte. Sin embargo, sus perspectivas de la elección de EU y los dos principales candidatos parecen más matizadas que el favorable trato que Trump recibe en los medios de comunicación controlados por el Kremlin.

En una entrevista con Bloomberg antes de las reuniones del G-20, Putin ridiculizó las “tácticas de choque” tanto de Trump como de Clinton. “Yo no creo que ellos estén poniendo el mejor ejemplo”, dijo.

Steven Lee Myers
© The New York Times 2016