Arabia Saudí, responsabilizada por engendrar Yihadistas, vuelve a ser su objetivo

© 2016 New York Times News Service

BEIRUT – Las imágenes se han repetido en las estaciones de la televisión saudí. El estacionamiento de un hospital donde un hombre se hizo estallar. Los restos de un atacante suicida tendido en la calle. El humo negro subiendo cerca del lugar de descanso del Profeta Mahoma, uno de los lugares más sagrados del islam.

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Tres ataques a todas luces coordinados en diferentes ciudades este lunes fueron un perturbador recordatorio de que años después de haber aplicado drásticas medidas sobre una campaña de terrorismo interno por parte de Al Qaeda, Arabia Saudí está enfrentando de nuevo una amenaza yihadista… esta vez del grupo Estado Islámico.

A medida que países alrededor del mundo luchan por manejar el tipo de violencia terrorista que azotó a Estambul; Dhaka, Bangladés; y Bagdad en la última semana aproximadamente, Arabia Saudí a menudo termina siendo señalada. El país ha sido criticado por fomentar y exportar una versión fundamentalista del islam que comparte bases con credos yihadistas, y por auxiliar a algunos de esos grupos como representantes en su batalla geopolítica en contra de Irán.

Pero, al mismo tiempo, el estado saudí no está demostrando mayor inmunidad a los ataques yihadistas.

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Nadie se ha adjudicado responsabilidad por las explosiones del lunes, aunque fueron semejantes a ataques previos de Estado Islámico, conocido también como ISIS o ISIL. Como Al Qaeda antes de ellos, los nuevos yihadistas han apilado escarnio sobre la familia real de Arabia Saudí y dado prioridad casi máxima al derrocamiento de la monarquía en su lista de deseos.

Tanto el gobierno como la cúpula religiosa se han movilizado en contra de la amenaza. Los servicios de seguridad, encabezados por el Príncipe Mohammed bin Nayef, han encarcelado a más de 5,000 sospechosos, algunos de los cuales son sometidos a un programa de reforma enfocado a disuadirlos de rebelarse. Además, clérigos del gobierno denuncian a los yihadistas desde el púlpito.

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La última vez Que Arabia Saudí enfrentó ese tipo de amenaza fue cuando Al Qaeda llevó a cabo una serie de ataques en el reino en 2003. Los servicios de seguridad del estado devolvieron el ataque con fuerza, arrestando y ejecutando a muchos operadores, y para 2008, todo parecía indicar que el reino había eliminado la mayor parte del problema.

La situación se mantuvo en relativa calma hasta 2014, cuando Estado Islámico, adoptando muchas críticas que fueron similares a lo que impulsó a Osama bin Laden, lanzó una nueva serie de ataques, en su mayoría dirigidos a mezquitas chiíes y los servicios de seguridad. Ha perpetrado más de dos docenas de atentados desde entonces, matando a docenas de personas.

En términos ideológicos, la batalla entre Estado Islámico y Arabia Saudí esencialmente gira alrededor de cuál es el modelo correcto para el estado islámico. Además, las explosiones del lunes reflejaron las mayores críticas de los yihadistas hacia el estado saudí.

Uno de los atacantes, identificado por oficiales saudíes este martes como ciudadano de Pakistán, lanzó su ataque cerca del Consulado de Estados Unidos en Yeda. Yihadistas desde los tiempos de bin Laden han criticado al gobierno saudí por su alianza con EU y por contar con fuerzas armadas de Occidente para ayudarse a proteger el reino.

Otra bomba estalló cerca de una mezquita perteneciente a la minoría chií del país, cuya fe es considerada herética por la cúpula religiosa de Arabia Saudí y por los yihadistas, todos suníes. Sin embargo, Estado Islámico critica a Arabia Saudí por su protección a los chiíes, quienes van, al igual que los suníes, en peregrinaje a la Meca y Medina pero a los cuales Estado Islámico ha marcado para morir.

El último atacante asestó el impacto cerca de la Mezquita del Profeta en Medina, parada vital para millones de peregrinos cada año. La familia real de Arabia Saudí fundamenta buena parte de su legit9imidad en su conducción de los sitios sagrados, a grado tal que el rey saudí ostenta el título de “el custodio de las dos mezquitas sagradas”.

El estado saudí se fundamenta en una alianza histórica entre la familia real, que maneja asuntos políticos, del exterior y de seguridad, y la cúpula clerical, que maneja la religión y confiere legitimidad a los gobernantes.

La familia real ha alineado a la cúpulareligiosa para que se dirija a la conservadora población del reino, condenando a Estado Islámico como una secta desviada y predicando obediencia a los gobernantes como un deber religioso.

“Arabia Saudí está intentando competir con ISIS en algunas formas por una base devota y religiosa, al tiempo que dice que el islam suní de la corriente popular no apoya la acción revolucionaria”, dijo Jane Kinninmont, prominente investigadora de Chatham House en Londres, quien estudia a Arabia Saudí.

Salta a la vista que la mayoría de los saudíes desprecia la violencia gratuita de Estado Islámico, particularmente hacia otros musulmanes. Sin embargo, los mismos clérigos comparten muchas creencias con los yihadistas, así que están limitados en su capacidad de crítica. Además, la familia real necesita mantener la lealtad de los clérigos, para que así no pueda presionarlos demasiado.

Cuando fuerzas iraquíes expulsaron a Estado Islámico de Faluya, Irak, el mes pasado, descubrieron que los yihadistas habían estado enseñando con un libro del Jeque Muhammad ibn Abdul-Wahhab, el clérigo saudí que dio su nombre al wahabismo, el credo saudí.

Además, después de que diversos saudíes que se habían unido que Estado Islámico mataron a sus propios parientes, algunos notaron que Ibn Taymiyá, académico del siglo XIII admirado ampliamente en Arabia Saudí, había dicho que era permisible hacer exactamente eso si los propios padres fueran apóstatas.

Sin embargo, discutir ese tipo de temas en Arabia Saudí causará una repercusión de los clérigos, quienes se ven como los guardianes de la pureza islámica del reino.

Oficiales saudíes argumentan que sus perspectivas de los yihadistas son claras. En una declaración este martes para conmemorar la víspera de la celebración del Eid al-Fitr al final del Ramadán, el Rey Salman dijo que el reino atacaría “con puño de hierro” a cualquiera que engañara a la juventud saudí.

El mayor desafío ante la nación islámica está en conservar verdadera riqueza y esperanza por el futuro de los jóvenes, que enfrentan el riesgo del extremismo y llamados maliciosos que los empujan a conductas y prácticas anormales”, dijo.

Sin embargo, el estado saudí también tiene una enredada historia con movimientos yihadistas.

Durante los años 80 y 90, apoyó a milicianos en Afganistán (al lado de Estados Unidos), Chechenia, Bosnia y otros países, con base en la creencia que ellos estaban defendiendo causas musulmanas. Algunos de esos combatientes se fusionaron bajo bin Laden, oriundo de Arabia Saudí, para formar Al Qaeda. Por considerarlo una amenaza, el reino canceló su pasaporte en 1994.

A lo largo de ese periodo, el reino mantuvo una política liberal hacia causas islámicas en el extranjero, y reunir fondos para esos grupos era un acto abierto y común en ciudades saudíes, a veces pasado por alto por importantes príncipes.

Cuando Al Qaeda atacó a Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, oficiales saudíes, incluyendo al ministro del Interior, Príncipe Nayef bin Abdulaziz, respondieron con negación antes de que fuera claro que 15 de los 19 atacantes eran saudíes.

Sin embargo, el verdadero punto de inflexión fue 2003, cuando Al Qaeda atacó al reino, apuntando con grandes bombas a complejos extranjeros y otros sitios. El ministerio del Interior se movilizó y, bajo el Príncipe Mohammed, desarticuló redes de Al Qaeda, ganándose la admiración de oficiales estadounidenses, quienes también presionaban al reino para que aplicara duras medidas a la recaudación yihadista de fondos.

Oficiales saudíes dicen que la amenaza presentada actualmente por Estado Islámico es más difusa y de difícil detección. Si bien Al Qaeda tenía redes que se pudo infiltrar y vigilar, Estado Islámico recluta del extranjero a través de medios sociales.

Y si bien Al Qaeda apuntó a grandes ataques cuyos complicados preparativos pudieron descaminar a investigadores, Estado Islámico se ha concentrado en ataques menores, como los registrados este lunes, dijo Elana DeLozier, analista política que solía pertenecer a la dependencia de contraterrorismo del Departamento de la Ciudad de Nueva York, quien estudia Arabia Saudí.

“Es mucho más fácil encontrar un coche-bomba que una mochila-bomba”, dijo, agregando: “El mensaje de ISIS es que ‘podemos atacarlos en cualquier lugar'”.

Ben Hubbard
© The New York Times 2016