Asiático-australianos jóvenes se forjan su propia identidad

SÍDNEY Tan Falconer estaba de pie entre la multitud que deambulaba afuera del Sanctuary Hotel, una taberna clásica de Sídney, cigarrillo en mano. Con la otra, saludaba a un desfile de amigos que iban a la moda; los hombres con camisas ajustadas y el cabello rapado en los costados, las mujeres con reflejos en el pelo y cejas muy trazadas.

Casi todos ahí eran parte de una escena transcultural emergente centrada en una identidad asiático-australiana: música electrónica, moda athleisure de prendas deportivas usadas en la vida cotidiana, y manejo hábil de las redes sociales.

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A menudo se llaman a sí mismos las “little girls” (niñitas) y “little boys” (niñitos) de Sídney y Melbourne, o las LG y los LB para abreviar.

“Nos sentimos cómodos y más relajados cuando compartimos los mismos temas”, dijo Falconer, de 23 años de edad, quien es de ascendencia tailandesa y china y administrador de proyecto en una empresa de construcción e ingeniería. “Nos reunimos para beber y reír”.

Para la mayoría de los australianos blancos, LG y LB no significan mucho, pero si uno encuentra a un grupo de asiático-australianos jóvenes aquí en Sídney, enlistarán un arquetipo. Las LG y los LB son atractivos, confiados y abiertos. Proceden de los diversos Suburbios Occidentales de la ciudad y tienen los acentos y la ética de trabajo que lo comprueban. Son devotos de la música trance o hardstyle (dos géneros diferentes de la música electrónica con voces etéreas o un tono bajo duro y agresivo) y forjan su estilo con base en costosas zapatillas Adidas y sostenes deportivos Nike.

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Casi seguramente, tienen una cuenta de Instagram.

Y representan cómo se ve Australia cada vez más. Según resultados del censo dados a conocer a fines de junio, la mitad de todos los australianos nacieron en el extranjero o tienen un padre que nació en el extranjero, y es más probable que ese grupo tenga raíces en Asia que en Europa por primera vez desde la colonización.

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En un país que sigue tratando de reconciliar su población multicultural con su retórica de “Primero Australia”, las LG y los LB quienes han crecido fusionando las expectativas de su herencia inmigrante y la identidad australiana tradicional han formado su propia comunidad, en el mundo virtual y el real, con una autoimagen que sigue estando en un proceso de cambio.

La etiqueta de niñita parece derivarse de una abreviatura un poco despectiva aplicada por las comunidades asiático-estadounidenses en Estados Unidos a las jóvenes asiáticas que usaban ropa de diseñador y actuaban con rudeza: las ABG, o Asian Baby Girls (Bebitas Asiáticas).

Ambos términos han sido tema de discusión entre los jóvenes en Estados Unidos y Canadá desde principios de la década del 2000.

Pero para cuando Falconer y algunos amigos crearon una página de Facebook en abril dedicada a las LG de Sídney y Melbourne, y otra para los LB, el término ya había aterrizado en la comunidad asiático-australiana, con una mezcla de diversión y molestia.

Giffie Ngo, de 19 años de edad, estudiante de la Universidad de Tecnología de Sídney y originaria de Bankstown, es renuente a llamarse a sí misma LG aun cuando es administradora de la página de Facebook y asistente habitual a los eventos a los que sus seguidores acuden juntos. A muchas de las otras jóvenes en la escena tampoco les gusta adoptar el título, aun cuando admiten que encajan en sus parámetros.

El término puede ser “algo despectivo”, dijo Ngo, como un paralelo asiático-australiano a los personajes “guido” y “guidette” para los ítalo-estadounidenses popularizado por “Jersey Shore”.

Eso es parte de lo que Falconer está tratando de cambiar. Dijo que creó una presencia en Facebook para movilizar a la comunidad existente y revertir las connotaciones negativas de la etiqueta.

La página, que tienen más de 30,000 seguidores, invita a los residentes de Sídney y Melbourne a proponer fotos de sí mismos o de amigos que encajen en la estética y cuya publicación autoricen. Falconer y un equipo de administradores revisan unas 50 propuestas a la semana, publicando memes que se burlan de los aspectos más tontos de la subcultura (como una reverencia por los tés helados Long Island de Sanctuary) mientras también rinden tributo a quienes ejemplifican el espíritu del grupo: “Devotos de las fiestas, pero también del trabajo y el estudio”.

Y pese a su etnicidad, dicen que la página es multicultural y está abierta a todos los australianos jóvenes.

Catharine Lumby, profesora de medios en la Universidad Macquarie en Sídney, dijo que para los asiático-australianos jóvenes, y otros grupos de jóvenes, las redes sociales y la vida social cara a cara se han vuelto indistinguibles.

“El lado positivo de las redes sociales es que está dando a los jóvenes una voz y una forma de explorar sus identidades”, dijo.

El peligro, advirtió, es que estas exploraciones sean desplazadas hacia un mundo con sesgos preexistentes de raza y género que pudieran buscar socavar a quienes buscan la seguridad y la libertad en un escenario más acogedor.

Algunas de las mujeres en el mundo LG reconocieron que transmitir su apariencia en redes sociales conllevaba riesgos.

“Algunos comentarios te gustan, otros no”, dijo Bianca Ha, una administradora de la página desde Liverpool, cuya fotografía fue publicada en los primeros días de la página.

Aunque algunos de los LB en ocasiones pueden parecer estar desempeñando el papel de tipos australianos tradicionales, que actúan de manera vulgar y parrandean, Ha dijo que la página de Facebook puede servir para empoderar; una forma en que algunas  mujeres tomen el control de cómo se les retrata.

Eventualmente, Falconer quiere crear una marca, producir mercancía y encontrar la manera de ganar dinero con la escena LB-LG. Un meme que hizo sobre un festival de música trance próximo se hizo viral; ahora se está asociando con los promotores del festival en las ventas de boletos.

Quizá, dijo, la escena eventualmente lo hará ascender en la escala económica y social de Australia, más allá de sus orígenes al ser criado por una madre soltera en Parramatta.

“Quiero casarme y tener hijos”, dijo Falconer, cuando se le preguntó cómo se veía en 10 años. “Quiero ir a un restaurante y no tener que preocuparme por los precios del menú”.

Pero en una reciente noche de viernes, con el coro de “I Fell It Coming” de The Weeknd sonando, nada de eso importó. La multitud de australianos jóvenes, hijos e hijas de inmigrantes de China, Tailandia, Vietnam y otros países, estaban ocupados siguiendo el ritmo.

Dos hombres blancos, inclinados sobre sus cervezas en una mesa cercana, observaban perplejos. “No sé porqué hay tantos asiáticos aquí”, dijo Mark Williams, un residente local de St. Leonards. “Estoy tratando de descubrirlo”.

Isabella Kwai

© 2017 New York Times News Service