Aunque el zika golpeó a Colombia, los casos de microcefalia son pocos

BARRANQUILLA, Colombia — Esta ciudad en la costa del Caribe puede tener la respuesta a uno de los mayores misterios del virus de Zika: ¿por qué el país con el segundo brote más grande del mundo, después del de Brasil, no provocó tantos defectos de nacimiento?

En Brasil, más de 2000 bebés nacieron con microcefalia, cabezas anormalmente pequeñas y lesiones cerebrales, a causa del virus de Zika. En Colombia, las autoridades habían pronosticado que habría aproximadamente 700 bebés con estos problemas para finales de este año. Sin embargo, apenas ha habido 47 casos.

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Esta diferencia se ha observado en todo el continente americano. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en Estados Unidos hay 28 casos, casi todos vinculados a mujeres infectadas en otro lugar. Guatemala ha reportado 15 y Martinica, 12.

Si el resto del continente hubiera sufrido los efectos que se vieron en la parte noreste de Brasil, una oleada gigante de microcefalia hubiera bañado a toda la región. La mayoría de los expertos opinan que esto no ocurrirá, aunque no se explican muy bien por qué.

Descubrir qué contuvo la microcefalia en Colombia puede ayudar a otros países a reprimir los peores efectos de la epidemia.

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Hay algunas diferencias obvias entre la epidemia de Colombia y la de Brasil: la población colombiana equivale a menos de un cuarto de la de Brasil, y casi la mitad de los habitantes viven en altitudes mayores, donde los mosquitos son escasos.

Además, el zika circuló silenciosamente durante mucho más tiempo en Brasil. El virus llegó allá a principios de 2014, y a Colombia hasta finales de 2015. Después de haber luchado contra una severa epidemia de chikunguña en 2014, Colombia se encontraba mejor preparada que Brasil para implementar brigadas antimosquitos.

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Sin embargo, todo esto no parece explicar por completo las discrepancias. Hay cada vez más evidencia de otras dos posibilidades.

Las autoridades opinan que quizá algunas mujeres embarazadas en Colombia, alertadas por la tragedia que se desató en Brasil, han recurrido con más frecuencia al aborto. Otras parecen haber seguido el controversial consejo del gobierno sobre esperar un tiempo para embarazarse.

El Dr. Miguel Parra Saavedra, director de medicina maternofetal en la clínica Cedifetal en Barranquilla, uno de los principales especialistas en embarazos de alto riesgo en el país, está entre los expertos que sospechan que muchas mujeres embarazadas en Colombia, alarmadas por las noticias, se realizaron ultrasonidos y abortaron los fetos deformes.

Algunas de sus mismas pacientes así lo hicieron.

Parra Saavedra dirige un estudio sobre defectos de nacimiento relacionados con el zika, en colaboración con los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. Durante esta investigación, hasta ahora ha diagnosticado 13 casos de microcefalia fetal.

Cuatro de estas madres interrumpieron inmediatamente el embarazo, reveló. Otras cuatro, y posiblemente una quinta, buscaban abortar, pero sus aseguradoras rechazaron la solicitud.

Según Parra Saavedra, solo cuatro de estas pacientes escogieron deliberadamente tener al bebé.

Entre las que intentaron abortar estaba Zuleima, una mujer de 37 años, madre de dos niñas sanas.

Cuando ella y su marido Jaime, operador de maquinaria minera desempleado de 47 años, se enteraron de que su hija tenía microcefalia, pidieron una “interrupción del embarazo”.

El aborto es legal en Colombia en tres casos, entre ellos cuando el embarazo pone en peligro la salud de la madre, y el Ministerio de Salud considera que un bebé con una severa deformación es una amenaza para el bienestar mental de la madre.

Sin embargo, Zuleima, quien pidió que no mencionáramos sus apellidos porque algunos parientes se opusieron al aborto, ya tenía 31 semanas de embarazo.

Aunque la ley de aborto no especifica la semana límite, Zuleima explicó que su aseguradora se negó y respondió que necesitaba tiempo para decidir si cubriría el procedimiento.

“Tuvimos que llenar más y más papeles, y la agencia no respondía ni sí ni no”, relató.

“Decían: ‘Después les hablamos’”.

“Nunca lo hicieron y se hizo demasiado tarde. Tuve que tener a la niña”.

Contaba mientras amamantaba a su hija recién nacida, Milagros. Parado, detrás de ella, el Dr. William O. Contreras, neurocirujano, explicó en inglés que Milagros no tiene lóbulos frontales y que la conexión entre sus dos hemisferios cerebrales era anormalmente pequeña.

“Cuando esto pasa, no hay inteligencia ni coordinación ni atención ni iniciativa ni cálculos ni memoria alguna”, declaró Contreras.

El Dr. Fernando Ruiz, viceministro de Salud Pública de Colombia, también opina que “es muy posible” que los abortos sean la causa que redujo la tasa de microcefalia.

“Colombia cuenta con una de las legislaciones más progresistas en América del Sur”, declaró en una entrevista.

Explicó que, gracias a que los ginecólogos advierten sobre la amenaza, muchas mujeres se realizan ultrasonidos a tiempo para tomar una decisión.

Algún aumento en la tasa de abortos, aunque sea pequeño, podría explicar la drástica reducción de las tasas de microcefalia.

Apenas en 2011 se reportaron oficialmente 320 abortos legales en Colombia, de acuerdo con el Instituto Guttmacher, una organización con sede en Nueva York que apoya los derechos a favor del aborto. Sin embargo, este instituto estima que en realidad hay 400.400 abortos cada año en Colombia.

En este país, la mayoría de los abortos no se realizan en clínicas mediante aspiración al vacío, sino que se inducen con misoprostol, un fármaco que causa fuertes contracciones, aseguró el Dr. Guido Parra Anaya, director de la clínica de fertilidad asistida Procrear, en Barranquilla.

Cualquier doctor puede recetar el fármaco y nadie está legalmente obligado a reportarlo.

De acuerdo con el Instituto Guttmacher, a menudo también se obtiene misoprostol de proveedores ilegales. Con frecuencia, se les dice a las mujeres que tomen la pastilla y vayan al hospital cuando comience la hemorragia abundante, como si hubieran tenido un aborto espontáneo. Los hospitales colombianos atienden aproximadamente a 93.000 mujeres al año debido a complicaciones posaborto.

En julio, la Dra. Martha Lucía Ospina, directora del Instituto Nacional de Salud de Colombia, informó que las muertes fetales reportadas como abortos espontáneos en los certificados de defunción habían aumentado en un ocho por ciento. Los números han comenzado a normalizarse apenas recientemente.

Por el contrario, en Brasil, el aborto solo se permite en casos de violación, incesto o para salvar la vida de la madre, y es difícil tener acceso a abortos ilegales debido a que la policía, presionada por los cristianos evangélicos en el Congreso de Brasil, comenzó a aplicar mano dura a las clínicas clandestinas desde hace una década.

Además, debido a que la explosión de microcefalia en Brasil apareció sin advertencia, incluso las mujeres que pudieron haberse arriesgado a someterse a abortos ilegales no tuvieron tiempo de hacerse ultrasonidos.

Actualmente, a las mujeres colombianas se les hacen tres ultrasonidos de rutina durante el embarazo. Este aumento en el diagnóstico ha permitido tomar decisiones difíciles.

La microcefalia puede ser causada por otros virus o por mutaciones genéticas, pero la severidad del daño cerebral que causa el virus de Zika no tiene precedentes.

“En mis 22 años como ecografista médico, nunca había visto tal grado de microcefalia”. Afirmó Parra Saavedra. “Las cabezas son mucho más pequeñas, en un grado severo”.

Aunque la acumulación de células muertas que pronostican la microcefalia puede presentarse antes, no es posible distinguir, de manera inequívoca, las cabezas fetales pequeñas, sino hasta principios del tercer mes.

Las aseguradoras médicas, que enfrentan situaciones financieras difíciles en Colombia, se rehúsan a aprobar abortos en embarazos tan avanzados debido a que deben pagar por los cuidados intensivos del neonato si el niño nace vivo.

En cuanto a las madres, claramente los diagnósticos son difíciles. En el tercer trimestre, los fetos en el ultrasonido se parecen más a un bebé recién nacido que a un embrión.

Las primeras imágenes del hijo de Kiara Muñoz, Juan Diego, fueron normales. Se pudo distinguir la microcefalia en el séptimo mes de embarazo y el rostro del bebé se podía ver claramente.

“El ginecólogo dijo que podía interrumpir el embarazo y yo lloré”, contó Kiara, de 18 años. “Fue muy difícil porque el niño estaba muy grande. Mi esposo y yo decidimos tenerlo. Espero que ocurra un milagro”.

La epidemia de zika en Colombia alcanzó su pico en febrero y se declaró terminada a finales de julio. Todavía se espera que muchas mujeres que quedaron embarazadas durante esa época den a luz y que, por lo tanto, se presenten más casos de microcefalia.

Sin embargo, seguirán siendo muchos menos casos de lo que originalmente se pronosticaron.

El viceministro Ruiz declaró que, con base en la experiencia de Brasil, esperaba ver unos 700 casos de microcefalia relacionada con zika este año. Ahora, pronostica entre 100 y 250, máximo.

En diciembre, Ruiz pidió a las mujeres colombianas que esperaran para embarazarse y aseveró que creía que varias lo habían hecho, aunque no puede probarlo.

Una reducción en la tasa de nacimiento indicaría que muchas mujeres siguieron el consejo; sin embargo, a la oficina nacional de estadística en salud le toma 18 meses hacer un recuento total de la tasa de nacimientos del año.

En algunos países de América Latina, la sugerencia de los ministros de salud de que las mujeres retrasaran el embarazo se encontró con una gran oposición tanto de la Iglesia católica como de grupos de mujeres que se quejaban por el difícil acceso a métodos anticonceptivos.

El Salvador se enfrentó a una respuesta violenta cuando pidió a las mujeres que dejaran de tener hijos durante dos años. Por su lado, el Ministerio de Salud de Colombia pidió que retrasaran el embarazo solo unos seis u ocho meses, mientras las autoridades observaban cómo se desarrollaba la epidemia. A algunas mujeres esta solicitud les pareció sensata.

Algunos expertos opinan que la declaración del fin de la epidemia en Colombia podría ser prematura, pues el virus ha infectado a menos del uno por ciento de la población. En la Polinesia Francesa, infectó a más del 60 por ciento antes de que los casos desaparecieran.

Un estudio realizado por científicos del Imperial College en Londres estimó que en toda América Latina, donde la geografía es mucho más diversa que en las islas del Pacífico, pueden pasar entre dos y tres años antes de que una inmunidad generalizada detenga la epidemia.

En lugares como Puerto Rico, donde el virus llegó relativamente tarde, se prevé que los casos de microcefalia sigan aumentando. El mes pasado se reportó el primer nacimiento de un niño vivo con microcefalia relacionada con zika.

Donald G. McNeil Jr. desde Barranquilla, y Julia Symmes Cobb, desde Bogotá.