Cabras, alpacas y (por supuesto) una gallina: la vida en una granja de pasatiempo

NUEVA YORK ⎯ Suzie Conn, una veterana ejecutiva de publicidad de Nashville, Tennessee, nunca había visto una alpaca hasta que fue a una feria del condado.

“Ni siquiera sabía cómo se deletreaba el nombre”, dijo.

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Pero quedó enamorada de inmediato, y ahora estas nobles y rizadas parientes de las llamas son una parte importante de la vida de jubilados de Conn y su esposo, Gary, quien tuvo una larga carrera en ventas. La pareja, ambos de 70 años, crían alpacas en la granja de 2.6 hectáreas que compraron en preparación para su retiro hace unos 16 años en College Grove, Tennessee, unos 60 kilómetros al sureste de Nashville.

En ocasiones obtienen una pequeña utilidad ⎯ aunque la mayor parte del tiempo solo quedan tablas ⎯ vendiendo parte de su rebaño, junto con la suave lana de alpaca y los productos de lana que Conn aprendió a tejer con agujas y ganchillo. “No estoy en esto para ganar dinero”, explicó. “Estoy en esto porque me gusta el estilo de vida. Es un estilo de vida divertido”.

Las llamadas granjas de pasatiempo, o de estilo de vida, como la de los Conn han surgido en todo Estados Unidos en cantidades constantes. Han sido particularmente populares entre los retirados o personas cercanas a la edad de jubilación que están buscando seguir siendo productivas conforme envejecen mientras cumplen sus pasiones de toda la vida o emprenden nuevas aventuras.

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“Vemos un apetito muy fuerte por permanecer activos y encontrar algo significativo que hacer”, dijo Catherine Collinson, presidenta del Centro Transamérica para Estudios sobre la Jubilación. “La gente está viviendo más tiempo, con esperanzas de vida que se extienden más allá de los 80 y 90 años, así que esos son muchas décadas en que tienen que llenar el tiempo. El deseo de crear y cultivar cosas en la naturaleza es extraordinario y bastante inspirador”.

Un sondeo en línea publicado el verano pasado por Transamérica, que maneja planeaciones de inversiones y de retiro, encontró que 28 por ciento de las personas en la fuerza laboral planea realizar alguna forma de trabajo en el retiro, incluido seguir una carrera nueva o empezar un negocio. El 49 por ciento también sueña con dedicarse a sus pasatiempos.

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No sorprende, entonces, que la demanda de las propiedades para granjas de pasatiempo esté en aumento. “Es una categoría inmobiliaria con mucha demanda en este momento en todo el país”, dijo Michael Duffy, presidente de United Country Real Estate, con sede en Kansas City, Missouri. “Es especialmente popular para las personas en el rango de principios o a la mitad de su jubilación”.

Las granjas de pasatiempo varían ampliamente en tamaño y enfoque, pero la mayoría de ellas incorporan cultivos y animales; y, con mucha frecuencia, algunas aves de corral, dijo Roger Sipe, editor general de las revistas Hobby Farms y Chickens. Las granjas pueden estar cerca de las ciudades o en sitios remotos, dijo, y pueden ser pequeñas de apenas unos 2,000 metros cuadrados o extenderse hasta exceder las 20 hectáreas.

Algunos granjeros por pasatiempo generan un ingreso secundario, a menudo vendiendo sus productos en mercados de granjeros y en ferias de manualidades, como hace Conn, o por la reproducción de animales. Sin embargo, casi todos estos granjeros, muchos de los cuales tienen ingresos fijos, se contentan con al menos ahorrarse dinero en sus alimentos criando o cultivando lo que consumen.

Wendy Webster, de 57 años de edad, asistente de maestra retirada recientemente, disfruta tener un suministro constante de queso de cabra para su familia y vecinos de su granja de apenas una hectárea cerca de Gig Harbor, Washington. Ella y su esposo, Keith, que también tiene 57 años y continúa trabajando en el distrito escolar local, crían y venden cabras enanas nigerianas. Tienen ocho ahora. También cultivan árboles frutales y moras azules, junto con verduras como ejotes, pepinos y calabacines.

El trabajo en la granja puede ser arduo e incluso limitante en ocasiones, especialmente cuando se trata de atender a las cabras. “Necesitan ser ordeñadas en la mañana y en la noche si uno quiere que siga aumentando su producción de leche; eso te ata”, dijo Webster, quien tiene que contratar ayuda externa si quiere viajar o tomarse unas vacaciones.

Sin embargo, dijo, “nunca he sido más feliz”. Webster y su esposo han abierto su granja a grupos de preescolares para viajes gratuitos, y también ofrecen cabras para una granja interactiva en un zoológico cercano.

El secreto del éxito, dicen ella y otros, es empezar lentamente. “Veo personas que tienen mucho dinero y salen a comprar todo lo que necesitan de inmediato, y de pronto tienen un gran rebaño de cabras y es abrumador”, dijo Webster, quien estuvo expuesta a la vida de granja mientras crecía en Tacoma, Washington, y como integrante veterana del 4-H Club, un grupo de desarrollo juvenil. “Las actividades de la granja a menudo son idealizadas, pero no es muy glamoroso ser granjero, no importa la actividad a que uno se dedique”.

La granja de pasatiempo de Conn llevaba años en preparación. Ella y su esposo compraron su propiedad en Tennessee mientras seguían trabajando; estuvieron dispuestos a aceptar un traslado más largo a cambio de un escenario más bucólico. Y una vez que se pusieron de acuerdo en criar alpacas, empezaron comprando dos machos como mascotas, antes de invertir en las hembras más costosas. “Esa es probablemente la mejor manera de hacerlo”, dijo. “He visto personas que se lanzan a comprar 30”.

Kevin Sewell, de 64 años de edad, quien se retiró de una larga carrera en la industria aeroespacial, está iniciando gradualmente su granja de unas ocho hectáreas en Nocona, Texas (con una población de 3,000 habitantes), a unos 160 kilómetros al norte de Dallas. Primero, él y su esposa, Linda, de 62 años, diseñadora de vestuario retirada, construyeron un rancho modesto, luego invirtieron en algo de equipo agrícola, compraron una vaquilla, y añadieron un panal productor de miel y un jardín de verduras. Kevin Sewell dijo que espera cruzar a la vaquilla esta primavera y comprar un ternero. “Ya que nos hemos estado dedicando a la granja de pasatiempo apenas hace poco más de un año, seguimos acumulando todo lo que necesitamos”, dijo.

Collinson de Transamérica sugiere que los retirados que consideren dedicarse a una granja de pasatiempo primero elaboren un plan de negocios sólido y lo pongan por escrito. Esto incluye contar los costos de lanzamiento así como los gastos ocultos como la mano de obra externa y el seguro de responsabilidad civil. También es crucial tener una estrategia de salida o un plan de sucesión. (Los jubilados típicamente conservan sus granjas de pasatiempo durante 10 o 15 años.)

“Es muy fácil subestimar lo que cuesta algo como esto y sobreestimar cuánto tiempo durarán los ahorros”, dijo Collinson. “Cuando uno se retira es el peor momento para dedicarse a algo que puede ser un costoso barril sin fondo”.

Antes de que empezara a plantar en su granja de pasatiempo de 2.4 hectáreas en Landrum, Carolina del Sur, Kathy Merlino, de 63 años de edad, se inscribió en un riguroso programa de jardinería maestra en la extensión cooperativa de la Universidad de Clemson. A lo largo de algunos intentos de prueba y error, cultivó cosechas prósperas de moras azules, zarzamoras, higos, uvas y fresas, junto con tomates tradicionales, espárragos y otras verduras.

“Quería cultivar verduras y frutas, y quería comprender lo que se necesitaba para cultivarlos”, dijo Merlino, quien se retiró anticipadamente de una carrera en la banca y los bienes raíces comerciales.

“Si usted desea establecer una granja, primero investigue sobre los cursos que puede tomar”, dijo. “Si va a operarla como negocio, necesita tomar cursos de administración de empresas”.

Vivian Marino
© 2017 New York Times News Service