¿Quién causó el ‘Brexit’? Huellas de tinta apuntan al papel de los tabloides

LONDRES ⎯ Tony Gallagher, editor de The Sun, uno de los tabloides más escandalosos e influyentes de Gran Bretaña, mira hacia abajo al gobierno, literalmente. Desde la altura de su sala de redacción en el piso 12, toda cristal y vistas panorámicas, el Palacio de Westminster parece un castillo de juguete, algo con lo cual jugar o a lo cual ignorar a voluntad.
Gallagher también mira hacia abajo al editor del más mesurado The Times de Londres, cuya oficina esta un piso más abajo y quien tiene como propósito mantener las persianas bajas. Ninguno de los hombres pasa por alto la jerarquía.
En la Gran Bretaña posterior a la votación del Brexit, el poder de los tabloides es evidente. Sus circulaciones quizá estén declinando y sus reputaciones se vean manchadas por una serie de escándalos de intervenciones telefónicas. Pero a medida que el país se prepara para romper lazos con la Unión Europea después de una campaña ruidosa y a veces desagradable, los principales políticos cortejan a los tabloides y temen a su ira. Las cadenas televisivas siguen su pauta, si no en el tono, sí en cuanto al tema.
Sus lectores, muchos de ellos mayores de 50 años de edad, de la clase obrera y residentes fuera de Londres, se parecen asombrosamente a los votantes que fueron esenciales para el resultado del referendo del año pasado sobre la pertenencia a la Unión Europea. Son estos ciudadanos de Brexitlandia a los que los tabloides pretenden representar desde el corazón del territorio enemigo: albergados en edificios palaciegos en algunos de los barrios más caros de Londres, se ven como las embajadas de la Inglaterra Media en Londres.
En la campaña previa a una elección anticipada el 8 de junio, se puede contar con que la mayoría de los tabloides actúen como los celosos guardianes del Brexit y como una sección que apoya de manera entusiasta al gobierno conservador de la primera ministra Theresa May; aun cuando la ciudad que los alberga votara en sentido contrario.
Gallagher dejó su marca en tres de los periódicos más estridentemente favorables al Brexit. Fue editor de The Daily Telegraph, un periódico conservador de gran tamaño, y subeditor del más mediano Daily Mail, uno de los principales rivales de The Sun, antes de que Rupert Murdoch lo contratara hace 20 meses. Juntos, estos tres títulos son una razón central de que la cobertura impresa de la campaña del referendo se inclinara 80-20 a favor del Brexit, según investigación de la Universidad de Loughborough.
Los tabloides dicen que meramente reflejan las preocupaciones y temores de sus lectores. Peros sus críticos dicen que intoxican el debate aprovechándose de los peores instintos y prejuicios de la gente, distorsionando los hechos y creando una plataforma propagandística que normaliza la intolerancia y da forma a las políticas.
Yo había escrito un correo electrónico a Gallagher pidiendo una entrevista el 29 de marzo, el mismo día en que Gran Bretaña entregó una carta a los líderes de la Unión Europea en Bruselas iniciando formalmente las negociaciones del Brexit de dos años. Argumenté que era difícil entender a Gran Bretaña hoy sin entender a los tabloides. Debe haber estado de acuerdo.
El elevador en el News Building de 17 pisos pasó en su ascenso por las oficinas de The Wall Street Journal, la agencia noticiosa Dow Jones, The Sunday Times y The Times, hasta llegar a la sala de redacción de The Sun. Murdoch, propietario de The Sun desde 1969, se ubica un piso más arriba.
En The Telegraph, Gallagher se ganó el respeto por supervisar la cobertura de uno de los mayores escándalos políticos en la historia británica reciente: más de dos docenas de legisladores renunciaron después de que el periódico reveló un abuso extendido de las asignaciones y los gastos para pagar por, entre otras cosas, asientos de sanitarios de roble y la limpieza de un foso.
Pero también tiene reputación por perder los estribos. “Mail Men”, un nuevo libro sobre The Daily Mail, donde Gallagher pasó gran parte de su carrera, cita a ex colegas que lo describen como un “personaje de muerte” que “impuso el temor al diablo entre sus reporteros”.
Un personaje alto y delgado, me guió a un asiento frente a una vista panorámica de Londres. A lo largo de la conversación, fue cauteloso y en su mayor parte serio, pero cortés. (Llamó “mezquina” a la descripción que hace el libro de él.)
De manera espontánea, señaló a una escalera y explicó que la sala de redacción de The Sun era la única en el edificio con acceso directo al piso administrativo. (“Ellos suben y bajan por esas escaleras todo el tiempo”, dijo posteriormente un periodista. “Ellos” son Murdoch, cuando está en la ciudad, y su jefa británica, Rebekah Brooks, ex editora de The Sun y del ahora desaparecido News of the World que fue acusada de delitos criminales en relación con una intercepción telefónica pero fue absuelta por un jurado en 2014.)
Gallagher seguía disfrutando del resultado de una reciente confrontación con el gobierno. The Sun había impreso calcomanías para defensas de autos y publicado un artículo especial de ocho páginas sobre cómo un aumento en las contribuciones de seguro nacionales para las personas autoempleadas perjudicaría a los “White Van Men”, en referencia a miembros de la clase trabajadora, quienes, en opinión de The Sun, estaban recibiendo el golpe.
Era la primera vez que los tabloides se volvían contra el gobierno de nueve meses de May, y ella respondió rápidamente. “Les tomó menos de una semana”, recordó Gallagher.
The Sun vende 1.6 millones de ejemplares actualmente (más de 80 por ciento de ellos fuera de Londres y en el sudeste rico del país), muy por debajo de un nivel máximo de 4.7 millones a mediados de los años 90. Perdió más de 60 millones de libras esterlinas, unos 75 millones de dólares, el año pasado.
¿Por qué los políticos siguen tan asustados?
“Es un hecho que los periódicos impresos, los periódicos nacionales, establecen la agenda aquí mucho más eficazmente que las cadenas televisivas, que son esencialmente un medio reactivo”, dijo Gallagher, señalando que los periódicos pueden seguir atacando sobre ciertos temas.
“Así que si uno como periódico está haciendo mucho alboroto por el hecho de que nuestras leyes son elaboradas en Europa, eventualmente eso permea en la conciencia nacional”, dijo.
Una semana antes, me había reunido con Kelvin MacKenzie, ex editor y columnista de The Sun. Dijo que el periódico reflejaba el “corazón latiente de Gran Bretaña”, y que el Brexit fue ganado con base en la inmigración “por mucho”.
Gallagher fue más matizado.
“Fue por una combinación de la migración, la soberanía bajo la égida amplia de recuperar el control y una sensación de que, como país, ya no podíamos controlar nuestro destino”, afirmó.
The Sun, que recluta a algunos empleados recién salidos de la preparatoria, tiene una relación casi personal con sus lectores, como la que se tiene con un amigo de confianza en la taberna.
Otros periódicos del grupo de Murdoch apoyaron permanecer en la Unión Europea, señaló Gallagher, reflejando las opiniones de sus lectores. Entre ese grupo estuvo la edición escocesa de The Sun, la cual, como los votantes escoceses, respaldó el Quedarse.
“Tiene sentido comercial”, dijo Gallagher. Pero él también ha sido un apasionado euroescéptico durante años.
“Indudablemente, avivamos el entusiasmo de la gente”, dijo Gallagher. Pero, añadió, “la idea de que podemos de algún modo arrastrar a lectores de otro modo poco dispuestos hacia un punto de vista que no tienen es ilusoria”.
Se acabó mi tiempo. Gallagher había mantenido su gesto inexpresivo toda la tarde. La única vez que pensé que se había agitado en su asiento fue cuando le pregunté por las opiniones de sus hijos sobre el Brexit. Dos eran demasiado jóvenes para votar, dijo, pero la mayor, que tiene 21 años, votó por Quedarse.
Me acompañó a la puerta. “No me incrimine”, dijo.

Katrin Bennhold
© 2017 New York Times News Service