Comó Clinton podría derribar a Trump

© 2016 New York Times News Service

Quizá simplemente me lo perdí. Pero, en todos los testimoniales en la convención del Partido Demócrata sobre lo que Hillary Clinton ha hecho por otras personas, no recuerdo que alguien haya dicho: “Yo lancé un negocio debido a Hillary Clinton”. O, “Contraté a alguien por Hillary Clinton”.

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Oímos de los primeros en responder, veteranos, padres en pena y víctimas de terrorismo, violación y diversas formas de discriminación. Solo hubo un grupo que cuya ausencia fue clara: la gente que conduce nuestra economía inventando cosas o pidiendo prestado dinero para fundar empresas que efectivamente den empleo a gente.

Al ver la convención, nunca se sabría que lo que también hace grande a Estados Unidos es que generación tras generación, gente llena de ideas arriesga sus ahorros para lanzar empresas que suministran trabajo y cheques de pago. Y solo generando más de estos corredores de riesgos es que más gente será contratada para los buenos empleos que Clinton prometió.

Las únicas cosas que se relacionaron remotamente con el crecimiento en su discurso fueron referencias de paso a un programa de inversión en infraestructura encabezado por el gobierno (¡vamos, adelante!) y su promesa “de darle un impulso a los pequeños negocios. Facilitar que obtengan crédito”.

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Sin embargo, hacer eso chocaría de frente con el sentir contrario a los bancos del Partido Demócrata, ya que pequeños bancos de la comunidad proporcionan alrededor de la mitad de los préstamos a pequeños negocios, y son precisamente esos bancos los que han estado más sofocados por las regulaciones posteriores a 2008. Necesitamos prevenir la imprudencia, no que se corran riesgos.

Saco a colación esto por dos razones: La primera: Donald Trump pudiera no seguir estúpido por siempre (¡aunque bien pudiera!), y por tanto Hillary tendrá que derrotarlo con respecto al tema central del crecimiento económico. Trump pasó los últimos días hablando pestes de los padres de un heroico soldado estadounidense de fe musulmana que perdió la vida en Irak. Los padres – correctamente – habían criticado a Trump. Pero en su fuego de respuesta, Trump se disparó en el pie, perdiendo apoyo en su propio partido.

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Trump defendió su pataleta en Twitter en contra de los padres del soldado con una defensa de alumno del sexto grado en el patio de juegos: “Él me insultó”. Olvidó que su propia convención participó en un loco cántico de “enciérrenla” sobre Clinton, pero ella lo dejó pasar y se mantuvo en su mensaje. Eso es lo que hacen los adultos.

Por cierto, espero que Trump siga en esta función de loco total, porque distrajo la atención de la noticia económica más reciente – que fue montada para que Trump saque ventaja políticamente – en el sentido que la economía creció un anémico 1.2 por ciento en el segundo trimestre, en tanto el crecimiento en el primer trimestre fue corregido a la baja. Esa noticia económica fue preparada para Trump, el autoproclamado creador de empleos, y él la lanzó hasta las profundidades del bosque, para nunca más saberse dónde quedó.

Trump ha ido asombrosamentelejos sin haber hecho una sola gota de tarea en preparación para la presidencia, dependiendo más bien de alimentar mensajes por Twitter a una nerviosa base republicana. Su candidatura ya debería haber terminado. Pero, no es así.

Me asusta que la gente que está tan harta de las élites, odia y desconfía tanto de Clinton y está tan preocupada por el futuro – empleos, globalización y terrorismo – que una mayoría simple aún pudiera caer para este gritón de carnaval obsesionado con sí mismo, si diera señales de tener medio cerebro político.

Y eso conduce a mi segunda razón para presionar a Clinton a fin que inyecte un poco de capitalismo a su plan económico: la coalición que ella podría encabezar si hay una cosa que no va a revivir el crecimiento justo ahora, es una agenda contraria al comercio, con profusas regulaciones y socialista ‘light’, a la que el Partido Demócrata ha llegado bajo la influencia de Bernie Sanders. El socialismo es el mejor sistema que se haya inventado alguna vez para hacer a la gente igualmente pobre. El capitalismo vuelve rica a la gente de manera desigual, pero yo preferiría mucho más acrecentar más bien nuestro pastel y ajustar más rápidamente y mejor las rebanadas que dividir de nuevo uno que se va reduciendo.

Hay muchos negocios de centro-derecha que republicanos actuales sienten que están siendo abandonados por Trump. Ellos no pueden votar por él; pero, muchos de ellos siguen alegando que tampoco pueden hacerse a la idea de votar por Hillary. Clinton debería estarse acercando a ellos con una agenda verdaderamente en pro del crecimiento, nuevas empresas, desregulación, sentido emprendedor y darles una razón positiva para votar por ella.

Tiene sentido políticamente: creamos en la fortaleza proclamada por Trump. Además, tiene sentido económicamente: si Clinton gana, ella tendrá que resolver cosas, no solo regalar cosas.

Entiendo que ella tuvo que inclinarse hacia Sanders y sus votantes para ganar la nominación; sus inquietudes en torno a la justicia y desigualdad son honorables. Sin embargo, esas inquietudes pueden resolverse solo con crecimiento económico; el creciente sentir en contra de la inmigración en EU puede desactivarse solo con crecimiento económico; el nerviosismo guerrillero que alimenta el trumpismo puede aligerarse solo con crecimiento económico.

Sanders no tenía plan alguno para el crecimiento. Trump tampoco lo tiene, pero puede fingir que lo tiene. Es momento de que Hillary dé un giro de 180 grados. El país hoy día no necesita a la primera presidenta. Necesita al primer presidente en largo tiempo que pueda gobernar con una coalición de centro-izquierda, centro-derecha, y efectivamente ponerle fin al atolladero con respecto a política fiscal de una manera inteligente.

Si Trump se sigue colapsando emocionalmente en un charco de bilis, cada vez más republicanos estarán para quien se los lleve. Con las políticas indicadas a favor del crecimiento, Clinton tendría una oportunidad no solo de incluirlos para que le ayuden a ganar, sino para erigir una coalición gobernante para la mañana después.

Thomas L. Friedman
© The New York Times 2016