Cómo hablar con extraños

NUEVA YORK _ Me encanta viajar sola por una razón en particular: los extraños que conozco. Las conversaciones que tenemos y sus giros inesperados me meten de lleno en los lugares a los que voy, mucho más allá de echar un vistazo ligeramente a la superficie. Hablo con la gente que vive ahí, los viajeros, cualquiera con una historia, cualquiera que pueda hacerme tomar un camino diferente del que había planeado. Estos encuentros son los que afianzan mis recuerdos de un lugar, y mi relación con él.

Una vez en un tren nocturno de Fráncfort, Alemania, a Milán, compartí cabina con una remilgada mujer alemana de las afueras de la ciudad, quizá septuagenaria, que se aferraba a un periódico. Mientras esperábamos a que el tren partiera, la saludé. Le pregunté si era un buen periódico, y me dio un repaso de los méritos y fracasos de una docena de publicaciones. Pronto nos ensimismamos en nuestras preocupaciones separadas y pusimos fin a la conversación. Yo estaba en la zona horaria equivocada. Me quedé dormida antes de que desapareciera la luz.

- Publicidad-

Horas después, desperté con un suave empujón y un susurro. “¿Estás despierta? Debes bajar”. Me hizo un gesto hacia la ventana. El tren estaba siguiendo lentamente una curva al borde de un enorme lago negro. Había unas cuantas localidades como destellos dispersos de luz de luna, liberados de la gran franja deslumbrante a través de la superficie estática del agua. Muy cerca del borde del lago, una montaña en forma de una enorme sombra se elevaba hacia la neblina completamente negra.

“Es el lago Como”, me dijo. “Es terriblemente caro aquí ahora. Pero mi cuñada tiene un lugarcito que le dejó su madrina. Venimos de visita a veces. Me quedaría para siempre si pudiera”. Hizo una pausa; yo esperé. “Qué luna. ¿No es lo más hermoso que hayas visto jamás?”

Lo era, y lo sigue siendo. Y si yo no hubiera hecho una pequeña conexión con ella, nunca lo habría visto. Ella nunca hubiera pensado en despertarme, nunca hubiera dejado de lado su formalidad y hablado melancólicamente de sus deseos.

- Publicidad -

Hablar con extraños en sus viajes puede convertir su excursión en una aventura. Puede llevarle a lo desconocido, los corazones inesperados de los lugares y de las personas, transformando lo que está planeado y es predecible por lo que podría resultar sublime.

Le comparto cinco reglas generales para tener esa aventura.

- Publicidad -

_ Viaje solo, y deshágase de su teléfono. La precondición absoluta es que usted esté por su cuenta. Si está viajando con otros, aparte un Día para los Extraños para probar esto. Necesita ser una persona abierta, con un lenguaje corporal abierto y los ojos abiertos, sin el escudo de otra persona, y sin el escudo de su teléfono. Si deshacerse de él no es viable o se siente inseguro, respire profundamente y haga con usted mismo el acuerdo sagrado de no tocarlo. Póngalo en el fondo de su maleta o en modo avión para usarlo solo en caso de emergencia. Póngalo en un bolsillo diferente, átele un listón alrededor o cúbralo con cinta para que eso le recuerde que debe soltarlo cada vez que lo busque.

_ Use un mapa de papel al viejo estilo; o nada de nada. En una visita a Londres para una conferencia hace unos años, decidí no pagar un plan de datos. El resultado fue ridículo, y también encantador. Mi primera noche fuera, revisé los mapas de Google en mi laptop antes de salir y garabatee las indicaciones de cómo llegar a la gran reunión a la que asistiría. Salí del tren subterráneo y me perdí totalmente. Había olvidado escribir el nombre del restaurante. No pude encontrar la callecita del domicilio.

Empezó a llover. Le pregunté a un hombre afuera de un bar donde estaba la calle. No tenía idea, pero me hizo entrar para que me mantuviera seca. Nadie más sabía tampoco, así que cené sentada en la banca de una taberna cautivada por las historias que una mujer que bebía ginebra sola me contó sobre sus años como espía.

_ Trate de hablar algo del idioma local. En la costa mediterránea de Francia, en la terraza para el desayuno de un albergue en Antibes, accidentalmente hice creer a un anciano francés que yo era francesa. Le dije algunos comentarios amables cuando me senté. Me cachó cuando le dije que era escritora: “Je suis écrivaine”. Él dijo: “Oh, ahora veo, no eres francesa. Nosotros decimos: ‘Oh, escribo un poco’”. Le pregunté, en inglés, qué haría él durante el día si fuera yo. Me dijo dónde comer, a cuál playa ir y cuándo, qué paseo escarpado tomar al atardecer, y con cuáles meseros coquetear y con cuáles no.

Antes de que parta de viaje, aprenda algunas frases conversacionales básicas y detalles de urbanidad en el idioma local. También aprenda la frase “Solo sé un poco de [inserte el idioma]”.

_ Deje que los extraños hagan todos los planes por usted. Empiece por elegir un lugar para tomar un café matutino o el desayuno o cualquier cosa con la que le guste empezar el día. Después de eso, deje que los extraños tomen todas las decisiones por usted. Pida al propietario o a alguien más que esté sentado cerca alguna sugerencia sobre lo que usted debería hacer. Vaya y hágala. Si recibe múltiples sugerencias (otras personas probablemente se meterán en la conversación), puede elegir una lo más al azar posible, o tomar la que más le atraiga. Cada vez que esté listo para ir al siguiente lugar, pida sugerencias a extraños.

La forma más fácil de hacer eso es hablar con la gente que desempeñe “papeles abiertos”, como las personas que trabajan en restaurantes, tiendas o museos, cualquiera en un empleo de servicio público, o los taxistas. Usted también pudiera estar en un lugar donde se sienta cómodo preguntar a alguien sentado cerca de usted en una banca, por ejemplo, o en una cafetería o en un museo. Pregunte dónde debería comer. Pregunte dónde es un buen lugar para sentarse y leer por un rato. Pregunte dónde comprar cosas que sean especialidades locales. Pregunte dónde está la calle favorita de esa persona. Pregunte a dónde lleva a los visitantes. Pregunte si hay un área residencial donde sea agradable dar un paseo. Siga preguntando hasta que se canse de hablar.

_ Escuche. Explorar no gira solo en torno a uno mismo. A la gente le encanta contar sus propias historias, y usted puede invitarlas a hacerlo. Ser verdaderamente escuchado es un regalo, y usted puede dárselo a alguien. No todos los extraños van a atreverse, pero algunos sí, y sus historias pueden hacer que su experiencia en ese lugar sea inolvidable.

Encontrar buenas preguntas que hacer significa observar cuidadosamente. Prestar atención. Yo pensé en preguntarle a la mujer en el tren sobre el periódico porque vi que estaba leyendo uno de Berlín, aunque ella dijo que vivía en Fráncfort. En ocasiones, incluso la pregunta más superficial abrirá la oportunidad para que un extraño locuaz empiece a hilar historias. Una pregunta bien formulada demuestras que usted está poniendo atención realmente, que siente curiosidad sobre esta persona como un ser humano real y especial. Que usted está dispuesto a escuchar. Una buena pregunta es una forma de seducción. Y como la prima de la seducción, la adulación le llevará por todas partes.

Kio Stark
© 2016 New York Times News Service