Cómo reducir el peligro de cáncer de pecho

El miedo al cáncer de pecho está muy generalizado pero muchas mujeres no se dan cuenta de que adoptar hábitos protectores podría mantener la enfermedad a raya. Los hábitos de los que vamos a hablar también pueden ayudar a prevenir otras enfermedades mortales, como enfermedad cardiaca y diabetes.
Ciertamente, las mujeres tienen mucha razón en preocuparse por el cáncer de pecho. Esta enfermedad es muy común: 1 de cada 8 mujeres en Estados Unidos la contrae en el curso de su vida. La Sociedad Americana de Cancerología calcula que este año se diagnosticarán 252,710 casos nuevos de cáncer de pecho invasivo y que 40,610 mujeres morirán de esta enfermedad.
Los exámenes regulares se consideran la forma más efectiva de reducir el número de muertes por cáncer de pecho, aunque los expertos siguen debatiendo quién debe de examinarse, con qué frecuencia y a qué edad. Pero casi no se dice nada de lo que pueden hacer las mujeres por su cuenta para reducir los riesgos de contraer cáncer de pecho en primer lugar.
Una de las cosas más importantes que pueden hacer en realidad significa no hacer: no fumar. La incidencia de tabaquismo se ha reducido significativamente en los últimos 50 años, sin embargo, en las calles de Nueva York yo veo todos los días a mujeres jóvenes y adolescentes que fuman. Un estudio llevado a cabo durante diez años con 102,098 mujeres en Noruega y Suecia encontró que, en comparación con las no fumadoras, las que fumaban 10 cigarrillos o más al día durante veinte años o más tenían una tercera parte más de posibilidades de contraer cáncer de pecho. Y las que empezaron a fumar a los 15 años tenían 50 por ciento más de posibilidades.
Un editorial en The Journal of Clinical Oncology del año pasado señaló que hasta 20,000 mujeres en Estados Unidos siguen fumando pese a tener cáncer de pecho. Los autores, la doctora Barbara A. Parker y John P. Pierce de la Universidad de California en San Diego, señalan que las pacientes de cáncer de pecho que dejan de fumar pueden incrementar significativamente los beneficios de la quimioterapia y la radiación después de la cirugía.
Otro factor importante que está dentro del control personal es el peso. Conforme aumenta el índice de masa corporal, aumenta también la posibilidad de contraer cáncer de pecho, especialmente si el exceso de peso se concentra en la cintura. Eso se debe a que la grasa abdominal es muy activa metabólicamente y produce factores de crecimiento y hormonas. Un de las hormonas es el estrógeno, que puede estimular el crecimiento de las células cancerosas.
El Dr. Walter Willett, profesor de epidemiología y nutrición en la Escuela T. H. Chan de Salud Pública de la universidad de Harvard, declaró al boletín Nutrition Action en 2010: “Probablemente lo más importante que puede hacer una mujer para reducir el riesgo de contraer cáncer de pecho es evitar subir de peso en su vida adulta.”
Tener sobrepeso también reduce las posibilidades de sobrevivir al cáncer de pecho, aunque no se sabe si perder peso después de que se detecte el cáncer de pecho mejore la remisión a largo plazo. Mi opinión: no hay que esperar a que haya evidencias definitivas, ya que deshacerse del peso excesivo también reduce las posibilidades de enfermedad cardiaca, diabetes y muchos otros tipos de cáncer.
Otro factor relacionado con el riesgo de cáncer de pecho es el alcohol. Las mujeres que consumen de dos a cinco tragos al día tienen 40 por ciento más posibilidades de contraer cáncer de pecho que las que no beben. De hecho, tan solo una bebida al día puede elevar el riesgo en 7 por ciento.
El consumo de alcohol afecta el nivel de hormonas sexuales que incrementan las posibilidades de cáncer de pecho en mujeres tanto premenopáusicas como postmenopáusicas. Entre las mujeres tratadas por cáncer de pecho, consumir el alcohol equivalente a tres o cuatro bebidas a la semana eleva el riesgo de recurrencia, especialmente en mujeres posmenopáusicas, con sobrepeso u obesas.
Sin embargo, un trago de vez en cuando no es problema. Como sobreviviente de cáncer de pecho desde hace 18 años, sigo bebiendo ocasionalmente, cuando mucho dos copas a la semana, aunque en general ninguna.
En cuanto a la comida, les diré una cosa. La dieta que más se promueve por proteger contra la enfermedad cardiaca también es la más efectiva contra el cáncer de pecho. Esa dieta hace énfasis en verduras ricas en fibra, frutas y granos enteros; reduce los alimentos proteínicos, como las carnes rojas que son ricas en grasas saturadas, y contempla muy pocos alimentos y bebidas endulzados con azúcar.
Un análisis reciente de 15 estudios prospectivos descubrió que el menor riesgo de cáncer de pecho se encuentra entre las mujeres que más consumen frutas y verduras. Sin embargo, la asociación más fuerte se encontró no entre las mujeres que cambiaron de dieta después del cáncer, sino entre aquellas que comen muchas frutas y verduras desde temprana edad y que siguen haciéndolo de adultas.
Las verduras y frutas más protectoras son las que son ricas en carotenoides, pigmentos vegetales color naranja que son precursores de la vitamina A. Entre esos alimentos están no solo los camotes, las zanahorias y las calabacitas, sino también verduras de hoja verde, como las espinacas y la col, así como frutas como el melón y el jitomate.
Con respecto a los productos de soya, la cuestión todavía no está decidida. Aunque las mujeres asiáticas que consumen mucha soya toda su vida tienen uno de los índices más bajos de cáncer de pecho, la sustancia de la soya que supuestamente protege, la isoflavona, no muestra ningún beneficio en mujeres que siguen una dieta occidental. Y los expertos recomiendan no tomar complementos de isoflavona, fuente de estrógeno vegetal en gran concentración.
También es bueno evitar las grasas saturadas. Aunque no hay una relación general entre los productos lácteos y el riesgo de cáncer de pecho, los lácteos muy grasosos, como el queso, los helados y la leche entera, que contienen estrógenos naturales, pueden acortarles la vida a las sobrevivientes de cáncer de pecho.
Según numerosos estudios, entre ellos un seguimiento durante veinte años de enfermeras estadounidenses jóvenes, la Sociedad Americana de Cancerología recomienda que las mujeres limiten su consumo de carne roja (res, puerco, cordero) a dos comidas a la semana, además de evitar o reducir drásticamente las carnes procesadas como tocino, salchichas, carnes frías y embutidos.
Ahora, mi favorito en lo personal: la actividad física. El ejercicio regular no solo ayuda a prevenir el cáncer de pecho y promueve la recuperación después de la enfermedad, sino que también protege contra otras enfermedades y ayuda a alcanzar y conservar un peso corporal normal.
Más de 50 estudios observaciones llevados a cabo en Estados Unidos y otros países han encontrado que las mujeres activas tienen menor riesgo de contraer cáncer de pecho. Y su índice de mortalidad, en caso de contraerlo, es más bajo.
No hay que ser toda una atleta ni correr el maratón para tener protección. Hay actividades muy efectivas, como la caminata rápida, en especial si se practican una hora al día. Pero incluso 30 minutos de actividad al día son mejores que ninguno.

Jane E. Brody
© 2017 New York Times News Service