Consultores y abogados se encaminan a ser los ganadores del ‘Brexit’

LONDRES Al amanecer, unas horas después de que los británicos votaron el verano pasado para abandonar la Unión Europea, un funcionario en un grupo favorable al “Brexit” llamó a un conocido en el lado del Quedarse para discutir qué vendría después. Una cosa condujo a la otra y, hoy, los dos ex oponentes son socios en una firma consultora, Hanbury Strategy.
“Las cosas van bien”, dijo el funcionario, Paul Stephenson, ex director de comunicaciones de Vote Leave (Vota Salirse). “Son los primeros días, pero la gente es receptiva y, creo, como estamos recién salidos de la política y ambos ocupamos niveles superiores en las campañas, tenemos una comprensión muy buena y un poco de ventaja sobre algunos de nuestros rivales en este asunto”.
Aunque el Brexit quizá haya puesto a la libra esterlina en caída libre y provocado sacudidas en todo el mundo empresarial, ha habido algunos ganadores; y destacan entre ellos las grandes agencias consultoras, como KPMG y PricewaterhouseCoopers. Y los abogados, expertos comerciales, cabilderos y firmas de relaciones públicas están formándose para asesorar a las empresas y al gobierno británico a lo largo de lo que promete ser una negociación compleja de muchos años cuyo resultado sigue siendo incierto.
Esas firmas asesoras, a su vez, han contratado a una multitud de gente que, como Stephenson y su socio, Ameet Gill quien fue destacado colaborador del ex primer ministro de Gran Bretaña David Cameron , trabajaron en las campañas del Salirse y del Quedarse.
El Brexit tiene enormes implicaciones para las empresas británicas, que perderían el derecho a trasladar productos hacia y desde la Europa continental sin aranceles o papeleo. Los bancos probablemente tendrán que renunciar al derecho de usar a Londres como base desde la cual venden servicios financieros en todas las otras 27 naciones miembros de la UE.
En los días posteriores a la votación, las empresas, mal preparadas para el resultado, estaban consternadas.
Había una “enorme necesidad de claridad”, dijo Alan Leaman, director ejecutivo de la Asociación de Consultorías en Administración, que tiene unos 60 miembros.
Leaman comparó el resultado del referendo con el equivalente en los negocios de un choque múltiple en una autopista, con las firmas consultoras actuando como los servicios de emergencia.
“Cuando estalla algo muy importante, es altamente disruptivo”, dijo Leaman. “Por un periodo, lo que la gente quiere entender es; ‘¿Cuáles son las opciones, y qué desafíos potenciales están asociados con esto?’”
No son solo las empresas las que necesitan asesoría. El gobierno británico no se había preparado para el Brexit, la cual pudiera resultar ser la tarea más grande del Servicio Público desde la Segunda Guerra Mundial.
Ya que la Comisión Europea cubre las negociaciones comerciales a nombre de sus países miembros, hay una grave escasez de negociadores en Londres.
Tom Brake, el vocero de asuntos exteriores de los demócratas liberales y quien hizo campaña a favor de permanecer en la UE, no ha podido extraer del gobierno cifras significativas sobre su gasto en consultoría, aunque dice que los expertos comerciales de alto nivel cobran hasta 10,000 dólares diarios.
“Sospecho que el gobierno está acumulando costos fenomenales”, dijo. “Estoy seguro de que la gente que votó por salirse, que tenía quejas genuinas sobre la falta de oportunidades de empleo, no imaginaron que uno de los efectos colaterales del Brexit sería muchos empleos para firmas legales y consultoras de muy alto nivel”.
En uno episodio bien publicitado el año pasado, Deloitte, una compañía asesora, se disculpó después de que se filtró un memorando de uno de sus empleados que sugería que el gobierno no tenía plan para el Brexit, estimando que podrían necesitarse hasta 30,000 servidores públicos extra. Después de la filtración, que enfureció a ministros, Deloitte aceptó no licitar para contratos gubernamentales durante seis meses, reportaron los medios noticiosos británicos.
Pero donde hay confusión hay oportunidades. La mayoría de las grandes firmas asesoras ahora ofrecen orientación sobre el Brexit, y compañías más pequeñas se promueven como expertas. Una empresa se hace llamar Article 50 Associates, en referencia al artículo del tratado de la UE que Gran Bretaña usará para retirarse, y se describe como “una consultoría política especialista que se enfoca en ayudar a los individuos, las empresas, las agencias y otros a navegar por los giros y recovecos en el proceso del Brexit”.
Toda esta actividad ha dado inicio a una competencia por contratar a lo que se conoce en el mundo de las consultorías como “talento Brexit”. En ocasiones casi parece como si los equipos de campaña para la votación se hubieran transferido en gran medida al sector privado, donde los ex rivales a menudo trabajan lado a lado. Y el resultado de la votación no ha impedido que algunos activistas de alto perfil del Quedarse surjan como ganadores en el mundo de las consultorías.
Teneo, una firma asesora que tiene una “unidad de transición del cliente en el Brexit”, ha incorporado a Craig Oliver, ex director de comunicaciones de Cameron, así como a Williams Hague, ex secretario de relaciones exteriores británico.
Portland Communications, una consultoría política y compañía de comunicaciones, reclutó a Victoria Dean, ex diplomática británica con experiencia en Bruselas, para encabezar su llamado equipo Brexit; Henry Cook, un ex colaborador de Michael Gove, que fue ministro del Gabinete y activista del Salirse; James Starkie, administrador de red de Vote Leave; y Amy Richards, ex jefa de la oficina de prensa del campo del Quedarse.
Adam Atashzai, ex subdirector político de Cameron, fue a parar en Finsbury, una firma de comunicaciones y asuntos públicos, mientras que Mats Persson, ex asesor de Cameron sobre asuntos europeos, está con EY, una firma de servicios profesionales. David Chaplin, director de comunicaciones estratégicas del campo Quedarse, se ha unido a Hill & Knowlton, un grupo de relaciones públicas.
Edelman, una firma de mercadotecnia de comunicaciones (cuyo sitio web pregunta a los clientes: “¿Está listo para el Brexit?”), contrató a Lucy Thomas, ex subdirectora del campo Quedarse, y Will Walden, ex asesor de Boris Johnson, un personaje importante en el campo Salirse que ahora es secretario de relaciones exteriores.
“No es una sorpresa que las agencias se estén arrebatando a la gente de las campañas Quedarse y Salirse dadas las enormes complejidades del Brexit para las empresas”, dijo Thomas. “Para aquellos de nosotros que trabajamos en el lado del Quedarse, es agridulce tener que asesorar sobre los grandes desafíos que hay por delante ahora que el Brexit es una realidad, pero es importante que las empresas tengan la mejor asesoría y puedan formular su caso de manera fuerte y clara”.
En general, quienes estuvieron empleados por el gobierno como servidores públicos no pueden cabildear ante el gobierno por dos años, aunque eso no evita que ofrezcan asesoría estratégica.
Aunque los consultores normalmente cobran menos que los abogados comerciales, sus honorarios aún pueden alcanzar las varias decenas de miles de libras al mes, y un consultor destacado puede pedir más de 6,000 dólares diarios, dicen fuentes dentro de la industria.
Algunos dudan de que el rebote del Brexit dure. Leaman señaló que la salud del sector está relacionada con la fuerza de la economía, la cual pudiera sufrir tras la retirada. También dice que hay informes anecdóticos de que las compañías europeas continentales son más renuentes a acercarse a las empresas británicas en busca de asesoría. Pero, por ahora, dice, hay “mucha actividad”.
Stephenson también acepta que el trabajo en torno al Brexit probablemente se limitará a los próximos años, pero dijo que piensa que la retirada de la UE significará más regulación en el Parlamento de Gran Bretaña, un área en la cual se especializa su compañía.
Rechazó la idea de que está sacando provecho económico de la incertidumbre que él ayudó a crear, argumentando que se opuso originalmente a la celebración del referendo pero, cuando fue convocado, tuvo que elegir a cuál lado apoyar.
Stephenson cree que el Brexit será bueno, no solo para su compañía, sino también para Gran Bretaña. Pero admitió que las opiniones de su socio de negocios, Gill, quizá sean más matizadas.
“Él vacila”, dijo. “No estamos de acuerdo en todo, pero eso es parte de nuestra fuerza. Pienso que ofrecemos un panorama equilibrado”.

Stephen Castle
© 2017 New York Times News Service