Crece en Indonesia el gusto por la carne de perro, aun cuando otros la evitan

YAKARTA, Indonesia ⎯ Parlin Sitio se reclinó en su asiento frente a una mesa de platos vacíos en un restaurante en el este de Yakarta con una expresión de satisfacción. Acababa de disfrutar de una orden de rica-rica, carne de perro con especias indonesias.
“Mínimo, la como una vez a la semana”, dijo Sitio, quien vende teléfonos móviles para ganarse la vida. “El sabor es bueno, y la sirven fresca aquí. Mantiene al cuerpo caliente y a la sangre fluyendo”.
En Indonesia, como en algunos otros países donde se come perro, la industria opera en gran medida en las sombras, y los datos confiables sobre el consumo son escasos. Pero dueños de restaurantes, carniceros, investigadores y activistas de los derechos de los animales coinciden en que más perros están siendo sacrificados y comidos aquí.
Eso marca un sorprendente contraste con otros países asiáticos como Corea del Sur y China, donde la práctica parece haber sido evitada cada vez más conforme aumentan los ingresos, junto con la propiedad de mascotas y la preocupación por el bienestar de los animales.
Indonesia es un ejemplo sencillo de cómo el desarrollo económico también puede tener el efecto contrario, haciendo a la carne de perro asequible para las personas que no tienen objeción particular a la misma, dicen personas que han estudiado el tema.
“Es un patrón, no solo en Indonesia, sino en toda la región del sudeste asiático”, dijo el doctor Eric Brum, veterinario y líder de equipo para el país de la agencia de agricultura de Naciones Unidas en Bangladesh, quien trabajó en Indonesia durante nueve años.
“Algunas de estas comunidades tienen más acceso a los mercados y mayor ingreso disponible, así que hay más demanda”, dijo. “Conforme aumente la demanda de perro, habrá cada vez más producción, y más comercio”.
Muchos indonesios que siguen siendo demasiado pobres para comer carne de res, excepto en ocasiones especiales, ahora pueden permitirse la carne de perro o de gato, dijo Brad Anthony, un investigador y analista de protección de animales canadiense que vive en Singapur.
“Desde un punto de vista agrícola y estrictamente práctico, criar perros y gatos por su carne requiere mucho menos espacio y recursos alimentarios que criar vacas, y por tanto es más barato”, dijo Anthony. “La economía de todo esto es probablemente el principal motivador de la producción y el consumo”.
Además de los precios asequibles, muchos que comen carne de perro citan lo que consideran son sus beneficios especiales para la salud. (La cualidad de “caliente” que mencionó Sitio alude a una creencia tradicional en que ciertos productos tienen energía caliente, otros fría.)
El gobierno indonesio no recolecta datos sobre cuántos perros son sacrificados para proporcionar alimento o consumidos cada año. Eso es porque los perros no son clasificados como ganado, como lo son las vacas, los cerdos y los pollos. Debido a esto, no se regulan la matanza, distribución, venta y consumo de perros.
Muchos musulmanes, que conforman la abrumadora mayoría de los indonesios, tienden a considerar la carne de perro como impura, aunque la tradición islámica no la prohíbe directamente, como en el caso del cerdo.
Pero los defensores de los derechos de los animales dicen que la práctica de comer perro parece estar prosperando en áreas musulmanas, así como en la isla de Bali, la provincia de mayoría hindú del país, donde tradicionalmente también ha sido desalentada. Y algunos de las muchas minorías étnicas de Indonesia ⎯ como los Batak a los que pertenece Sitio, que son principalmente cristianos ⎯ han comido perros durante siglos.
La Asociación de Bienestar Animal de Bali estima que unos 70,000 perros son sacrificados y consumidos en la popular isla turística cada año.
“En nuestras investigaciones, 60 por ciento de los clientes fueron mujeres balinesas, que sentían que era la forma de proteína más caliente y más barata”, dijo la fundadora del grupo, Janice Girardi, una estadounidense que ha vivido en Bali durante décadas. “Creen que comer perros negros cura el asma, y quizá otras enfermedades”.
Karin Franken, gerente de la Red de Ayuda Animal de Yakarta, que está tratando de recolectar datos nacionales sobre el tema, dijo que su investigación indica que 215 perros son consumidos diariamente en la ciudad de Yogyakarta y “al menos el doble o el triple de esa cantidad” en Yakarta, la capital. Otras regiones en Java, la isla más poblada de Indonesia, sirven como cadenas de suministro, con la redada de perros vagabundos o la sustracción de mascotas en las calles para destinarlos al sacrificio, añadió.
“Comercian en todo el país”, dijo Franken. “En Yogyakarta, un plato de carne de perro y arroz cuesta solo 8,000 rupias”, o unos 60 centavos de dólar, dijo.
En Yakarta, Juniatur Silitonga, cuya familia ha estado en el negocio desde 1975, dice que él sacrifica unos 20 perros en una semana promedio. Vende la carne a puestos de comida Batak en su barrio en el este de Yakarta, así como a algunos restaurantes coreanos en la ciudad. Compra perros vivos con varios proveedores en Java por unos 15 dólares cada uno, dijo, y vende la carne por unos 2 dólares el medio kilo.
“Es más barata que la carne de res”, dijo. “Comer carne de perro es una tradición entre la tribus locales, y son mayormente cristianas, pero los musulmanes también comen sopa de carne de perro por razones medicinales”.
El matadero de Silitonga está en una habitación al lado de su destartalada casa de dos pisos. Los perros son encerrados en una habitación del segundo piso donde prevalece un hedor intenso.
Uno a uno, son bajados por las escaleras a una habitación abierta con un chiquero de concreto al fondo. Los perros son golpeados en la cabeza con un garrote de madera, luego degollados mientras están inconscientes. La sangre es drenada en cubetas y vendida a los restaurantes junto con la carne, para usarse en la preparación de los platillos.
Los perros son sacrificados mucho más cruelmente en Bali, dijo Girardi, la activista del bienestar animal de Bali. Muchos son estrangulados y luego destazados de inmediato, dijo, con base en la teoría de que el estrangulamiento hace a la carne más tierna. Otros son puestos en sacos y matados a golpes.
“La crueldad del comercio de la carne de perro en Indonesia me consterna incluso después de años de trabajar en campañas contra la carne de perro en Corea del Sur, Vietnam y Filipinas”, dijo Lola Webber, cofundadora de la Fundación del Cambio para los Animales, que tiene su sede en Bali.
Indonesia tiene una ley contra la crueldad con los animales, pero solo aplica al ganado, no a los perros, los gatos ni lo animales salvajes. Los activistas del bienestar animal aquí casi han renunciado a hacer campaña contra el comercio de perros con base en la crueldad, porque “a nadie le importa”, dijo Franken.
En vez de ello, dijo, se enfocan en el potencial de que el comercio no regulado extienda la rabia ⎯ un problema persistente en Bali y otras partes ⎯ ya que los perros vagabundos y otros son transportados de una región a otra.
“Indonesia nunca resolverá el problema de la rabia en tanto continúe este mercado de carne clandestino”, dijo Anthony, el investigador canadiense.
Los gobiernos locales, incluido el de Yakarta, vacunan a los perros contra la rabia pero no pueden evitar que los transporten en camiones, dijo Sri Hartati, jefe de la división de salud del ganado y animal de la capital.
“Es un área gris, y estamos estancados en medio”, dijo Hartati. “Es la cultura tradicional contra los amantes de los animales, y no tenemos bases para interferir”.
A Silitonga no le disuade el temor a la rabia; dice que ha sido mordido docenas de veces. Y no es que no tenga afecto a los perros. Tiene una llamada Luna como mascota.
“Ella no es para comer”, dijo.

Joe Cochrane
© 2017 New York Times News Service