Cuidado con la osteoartritis: no solo es un problema de personas mayores

Cuando una persona físicamente activa como yo se lesiona una articulación —sobre todo, una tan fundamental, como la rodilla o el tobillo—, una de las primeras cosas en que piensa, o incluso la primera, probablemente es: “¿Qué tan pronto podré hacer de nuevo mis actividades?”.

Sin embargo, este tipo de lógica podría establecer las bases para un doloroso problema crónico años más tarde: osteoartritis postraumática.

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Con la prisa de volver a las actividades normales, ya sea como parte de un equipo profesional o un deporte de alto rendimiento o simplemente a una actividad recreativa como trotar o el tenis, es tentador acortar la rehabilitación requerida para permitir que la articulación se recupere por completo. Sin embargo, una recuperación adecuada, que tenga medidas de rehabilitación con el objetivo de reforzar estructuras que apoyan la articulación lesionada, es esencial para maximizar su estabilidad, reducir el riesgo de sufrir una lesión de nuevo y evitar un daño irreparable en la articulación.

Además, no tienes que ser una persona de la tercera edad para pagar el precio de que los tejidos que ayudan a proteger esa articulación no se regeneren. Los estudios han mostrado que cuando un adolescente o un adulto joven sufren una lesión en la rodilla, por ejemplo, normalmente en los rayos X aparece evidencia de artritis dentro de la década posterior a la lesión.

Como lo explicó un equipo de ortopedistas y especialistas en rehabilitación de la Universidad de Iowa, “la investigación reciente sugiere que el daño agudo en las articulaciones que ocurre al momento de una lesión inicia una secuencia de sucesos que puede provocar daño articular progresivo en la superficie”. Eso implica el deterioro de la superficie del hueso y los tejidos adyacentes que amortiguan y estabilizan los huesos de una articulación como la rodilla, esa es la artritis.

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La osteoartritis afecta a millones de personas en el mundo y esa cifra crecerá con el aumento de la obesidad, el énfasis actual en la actividad física de por vida y el envejecimiento de la población. Es un padecimiento degenerativo de las articulaciones que ocurre cuando se desgasta el cartílago protector en el extremo de los huesos y a menudo también en la superficie de ellos, lo cual provoca dolor, rigidez, inestabilidad e incapacidad que pueden interferir con el trabajo y la movilidad, así como disminuir la calidad de vida.

El equipo de Iowa señaló que la artritis terminará por desarrollarse en más del 40 por ciento de las personas que se lesionan gravemente los ligamentos (las bandas estabilizadoras que sirven de conexión entre los huesos), los meniscos (los cartílagos en forma de media luna que amortiguan la rodilla y otras articulaciones) o la superficie de una articulación. Por ejemplo, las personas que han sufrido un traumatismo en una rodilla tienen de tres a seis veces más probabilidades de desarrollar artritis en esa rodilla. Incluso sin haber sufrido una lesión grave, el impacto altamente repetitivo en una articulación puede dañar el cartílago articular.

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Esto podría explicar por qué terminé con una osteoartritis en la cual estaba en contacto el hueso con hueso y tuve que ser operado para remplazar ambas rodillas a los 63 años. Había sufrido tres lesiones en los ligamentos (mientras esquiaba), y después de años de correr y practicar tenis, los meniscos en ambas rodillas se habían destruido. Aunque me sometí a la terapia física recomendada después de cada lesión, ahora sé que no tuve la diligencia suficiente para mantener la fuerza y la flexibilidad de los músculos de soporte y otros tejidos que podrían haber protegido mejor a mis rodillas durante más años.

Al reconocer lo común que es esta situación, un prestigioso grupo de entrenadores de atletas hizo un llamado para enfocarse más en la prevención y el manejo de la artritis postraumática entre la gente físicamente activa. Aunque los entrenadores deportivos por lo regular trabajan con jugadores profesionales y atletas de alto rendimiento, también laboran en clínicas de terapia física y rehabilitación donde a menudo ven deportistas recreativos como yo con daños en las articulaciones.

En un consenso publicado en la revista especializada Journal of Athletic Training, se estableció que la artritis ya no debe considerarse como un padecimiento que solo afecta a las personas mayores.

“Cada vez hay más evidencia que demuestra que los adultos jóvenes y de mediana edad también están sufriendo osteoartritis”, indicaba el consenso. “Más de la mitad de los adultos con osteoartritis sintomática de rodilla son menores de 65 años”.

Joseph M. Hart, un entrenador de atletismo que realiza investigaciones clínicas en la Universidad de Virginia, y sus colegas escribieron en la revista: “Un atleta de 17 años que se desgarra el ligamento cruzado anterior podría desarrollar osteoartritis antes de cumplir 30 años, lo que podría provocarle dolor crónico e incapacidad”. El daño a este ligamento, en el centro de la rodilla, es la lesión más común entre los atletas jóvenes, sobre todo, entre las mujeres, escribieron.

Jeffrey B. Driban, un entrenador deportivo del Centro Médico Tufts, en Boston, dijo que una de cada tres personas que sufren una lesión en el ligamento cruzado anterior “tendrá evidencia de osteoartritis al realizarse rayos X dentro de los siguientes diez años”, sin importar que la lesión se repare quirúrgicamente.

Driban y los coautores señalaron que algunos deportes —el fútbol, las carreras de larga distancia de alto nivel, el levantamiento competitivo de pesas y la lucha— se asocian con un riesgo más elevado de lesiones de rodilla.

El riesgo de lesión de una persona puede reducirse con la evaluación y el tratamiento de la disminución de la fuerza, el equilibrio y la estabilidad muscular, dijo Hart en una entrevista. Sin embargo, agregó, “no todas las lesiones se pueden prevenir y, a menos que la lesión inicial se trate adecuadamente, puede provocar lesiones adicionales a la misma articulación o a otras”, lo que aumenta la probabilidad de que la artritis se desarrolle a edades tempranas.

Driban dijo en una entrevista que quienes practican deportes y sufren una lesión de rodilla pueden minimizar el riesgo de volver a lesionarse y de padecer artritis si “no se apresuran a regresar a sus actividades ni intentan aguantar el dolor mientras juegan. Deben fortalecer los músculos que apoyan la articulación: los cuádriceps, los ligamentos de la corva y los músculos de la cadera. Es importante pensar en toda la extremidad inferior, no solo en la rodilla”.

Después de una lesión, un entrenador deportivo, un especialista en rehabilitación o un terapeuta físico especializado en ortopedia pueden evaluar la fuerza muscular, la resistencia, el equilibrio y la calidad del movimiento de la persona lesionada para después guiar su recuperación con un programa estructurado de rehabilitación que se mantenga de seis a nueve meses, dijo Hart.

También es importante continuar con un estilo de vida activo, dijo Abby C. Thomas de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte. “Puede que debas modificar las actividades que realizas, pero tienes que mantenerte activo para conservar la fuerza y la capacidad cardiovascular sin poner presión continua en una articulación que ya está lesionada”, explicó. “Si te duele la rodilla y no puedes correr, quizá puedas andar en bicicleta o nadar”, pues son actividades que ejercen menos presión en las rodillas.

“No te quedes sentado en el sillón solo porque te duele correr”, advirtió Thomas. “Intenta caminar o hacer algo distinto, pero no renuncies a la actividad física”.

La actividad de por vida también es importante para prevenir un aumento de peso, ya que cada kilo extra añade una presión desproporcionada en las rodillas. Todos los autores enfatizaron que seguir un estilo de vida saludable es crucial para todos, no solo para los atletas de alto rendimiento o para quienes juegan en equipos escolares.

Jane E. Brody
© 2017 New York Times News Service