De deportistas a artistas, cubanos descubren una vida soñada en París

Yandro, Dariel, Leonard y Jenifer abandonaron su vida de deportistas en Cuba para vivir una llena de descubrimientos y viajes con una troupe de artistas de circo, Cirkacuba, que se presenta en París.
“Esta es la vida que yo soñaba cuando era chiquita, porque estoy viajando y porque estoy haciendo lo que realmente me gusta”, dice Jenifer Jane Iglesias, una joven cubana de 19 años.
Esta chica, antigua gimnasta, es una de las deportistas que forman parte de la troupe cubana de 45 artistas del Circo Phénix, que se presenta actualmente en París antes de emprender una gira por el interior de Francia y Europa.
Un viaje inédito, lejos de su isla, en luto por la muerte de su líder histórico, Fidel Castro.
Reunidos en la cafetería del circo, en donde degustan los platos cocinados por su cocinera, Myrtha, los artistas hablan, ríen, pero ninguno menciona al “Comandante”.
“Todos sienten un gran respeto por Fidel pero no están muy afectados. El día del funeral, dos de ellos cumplían 20 años y lo festejaron”, cuenta David Dickens, uno de los responsables del circo.
Todos disfrutan de su nueva vida.
“La vida de gimnasta era más fuerte. El entrenamiento es más duro. Siempre es un régimen en el que todo tenía que ser lo que dijeran los entrenadores. Aquí en la vida de circo, no. Aquí es a conciencia y si te gusta una cosa todo sale bien”, explica Jenifer, que sobresalía en las barras asimétricas y que ahora se dedica al trapecio y columpio.
– Un día: cinco meses de sueldo –
Yandro Calderón Martínez ha vivido ya varias vidas. Practicaba el taekwondo, pero un día se dio cuenta de que no podría vivir de su deporte. Dejó esta disciplina y comenzó a trabajar en un servicio de radiología. Pero un día lo dejó todo y se lanzó al baile.
“Puedo empezar de cero en cualquier lugar del mundo, siempre y cuando la vida te dé oportunidad de encontrar trabajo”, afirma este cubano de 28 años.
Los artistas de la troupe reciben un sueldo consecuente. “Un día de trabajo aquí equivale a cinco meses de sueldo allá”, señala Dickens.
Dariel Torez Poro soñaba con ser campeón de lucha libre. Hoy, es trapecista.
“Fui cinco veces campeón nacional. Pero luego me cansó mucho, porque veía mucho sacrificio y veía que no hacían nada por mí, y me fui como desilusionando… El circo cansa menos y se disfruta más”, dice este cubano buen mozo de 23 años.
Este atleta no soportaba la rivalidad que reinaba en el equipo nacional de lucha libre. Uno de sus primos partió a Estados Unidos para dedicarse a su deporte, pero él prefirió el trapecio. “Me siento campeón igual aquí”.
Llegar a ser parte del equipo nacional cubano no es una tarea fácil. Pocos elegidos y pocas perspectivas a largo plazo en un país en donde las dificultades económicas son importantes.
Leonard Boudet Magdariaga se dedicaba al culturismo. “Al principio lo cogí como un hobby pero a medida que iban pasando los años me fue gustando más”.
“La vida de deportista en Cuba está llena de sacrificios, cero fiesta, acostarse temprano”, cuenta este joven de 27 años, que ahora se dedica al trapecio.
“Es más o menos lo mismo pero con menos sacrificios”, señala.4