Desintegrar a la familia como una forma de desintegrar a la mafia

REGGIO CALABRIA, Italia ⎯ Al combatir a la mafia en la punta de la bota de Italia, Roberto di Bella ha visto mucho: niños de apenas 11 o 12 años de edad que actúan como vigías durante los asesinatos, que asisten a las operaciones de compra-venta de drogas y a las sesiones de estrategia de la mafia, o que aprenden cómo manejar un rifle de asalto Kalashnikov.

Pero fue el día en que acusó al hermano más joven de un menor de edad al que había encarcelado años antes cuando decidió adoptar una medida drástica: separar a los niños de sus familias mafiosas y trasladarlos a una parte diferente de Italia para romper un ciclo generacional de criminalidad.

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“No se los estoy quitando por nada”, dijo Di Bella, un magistrado de 53 años de edad, presidente del tribunal de menores de Reggio Calabria.

“Los hijos siguen a sus padres”, afirmó. “Pero el estado no puede permitir que esos niños sean educados para convertirse en criminales”.

Desde que empezó en 2012 a retirar a los niños a sus padres sentenciados por asociación con la mafia, Di Bella ha separado a unos 40 niños y niñas de entre 12 y 16 años, de sus familias, en un enfoque que ha resultado tan polémico como eficaz.

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Alrededor de una cuarta parte de las veces, las madres que buscan huir de los tentáculos de la mafia van con ellos. El resto de los niños son puestos al cuidado de familias sustitutas, pero Di Bella dijo que ninguno de los niños que había separado de sus familias había cometido un delito desde entonces.

El Ministerio de Justicia italiano acaba de codificado los estatutos para que la innovación de Di Bella, hasta ahora limitada a su rincón de Calabria, pueda aplicarse para combatir a las mafias en todo el país.

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Algunos se horrorizan por la estrategia en un país donde los lazos familiares son tan apreciados. Los críticos le han llamado un “método tipo nazi” que pasa por alto los factores ambientales que han hecho de Calabria una de las regiones más pobres y más violentas de Italia.

“Si Calabria sigue siendo la región más subdesarrollada de Italia, seguirá teniendo la mafia más potente”, dijo Isaia Sales, un experto y autor de libros sobre organizaciones criminales. “Sin importar las familias”.

Incluso Di Bella admite haber perdido el sueño alguna noche por retirar a los niños a sus padres. Sin embargo, afirma, desde que empezó a separar a los niños, los padres le han escrito para agradecérselo. Los niños le han dicho que se sienten liberados. Las madres piden que lo haga con sus hijos.

El éxito del enfoque dice todo sobre los lazos que han hecho de la ‘ndrangheta, un negocio estrictamente familiar, una de las redes de la mafia italiana más difíciles de penetrar.

Di Bella y otros están convencidos de que romper los lazos familiares no es solo una de las formas más eficaces de derrotar a la ‘ndrangheta, sino que también devuelve a los hijos de las familias mafiosas la posibilidad de una vida normal.

Algunos menores terminan en el programa después de cometer crímenes sintomáticos, como violencia pandilleril o prender fuego a vehículos policiales. Otros se vuelven mafiosos a corta edad.

El tribunal juvenil de Reggio Calabria ha sentenciado a unos 100 menores por asociación con la mafia y a 50 por asesinato o intento de asesinato desde los años 90.

Los adolescentes que provienen de familias ‘ndrangheta tienen acceso a una riqueza ilimitada, aunque ilícita, caminan por ahí con relojes Rolex en la muñeca y son alentados a descuidar su educación y pasar el tiempo únicamente dentro del círculo familiar.

“Emocionalmente, están muy solos”, dijo Enrico Interdonato, un sicólogo de 32 años de edad que se ha ofrecido como voluntario para trabajar con Di Bella. “Mi labor es principalmente relacionarme con ellos de manera humana”.

“No queremos cambiar a nadie”, añadió. “Pero podemos ayudarles a ser libres para construir su propia consciencia”.

Después de que los niños son trasladados a una región italiana diferente, las autoridades pueden tratar de crear las condiciones para una niñez común.

En los dos últimos años, las madres han empezado a recurrir a Di Bella, con la esperanza de salvar a sus hijos de un destino ineludible de muerte o prisión, y en ocasiones de escapar ellas mismas de los lazos de la mafia.

Sicólogos y trabajadores sociales trabajan con los niños constantemente. Después de que cumplen los 18 años, los niños pueden elegir volver a Calabria. La mayoría se mantiene en contacto con los jueces y sus trabajadores sociales después de que termina el programa.

Pero las autoridades pueden retirar a un niño solo si pueden probar que está física o sicológicamente en peligro por la conducta mafiosa de su familia. Separar a un niño de su familia siempre es una decisión difícil, y Di Bella no la toma a la ligera.

En un caso, Di Bella consideró revocar la decisión para una niña de 12 años de edad cuyos padres estaban en la cárcel por asociación con la mafia.

“Su partida fue tan dolorosa que incluso los policías que la acompañaron lloraron”, recordó Di Bella en una tarde reciente en su vigilada oficina.

“Pero unos días después, me llamó para agradecerme”, dijo. La niña le dijo que finalmente era libre para ser ella misma. Ya no era “la hija de”, recordó.

Un padre, bajo un estricto régimen carcelario, escribió a Di Bella para agradecerle por “la oportunidad que dio a mis hijos de vivir en un ambiente no contaminado y vivir en la legalidad”, indicó en una carta.

“Estoy orgulloso de conceder a mis hijos un futuro diferente”, escribió.

Di Bella dice que ve el proyecto como el “futuro de la lucha contra las mafias”. Pero es el primero en admitir que está en una etapa embrionaria y mal financiado.

“Necesitamos especialistas”, dijo, refiriéndose a los sicólogos, familias anfitrionas y jueces especializados. “Necesitamos normas, fondos y capacitación, para que podamos ampliar el alcance de este proyecto”.

Después de años de trabajar con Di Bella y otros fiscales, el Ministerio de Justicia ahora está listo para estandarizar el procedimiento para que pueda aplicarse primero regionalmente, y luego nacionalmente.

“Tratamos de iniciar un proceso para brindarles educación y ayuda sicológica para mostrarles que un mundo diferente es posible”, dijo Francesco Cascini, director del departamento de justicia juvenil en el Ministerio de Justicia. “Pero necesitamos fondos para eso”.

En la provincia de Reggio Calabria, 81 de las 83 localidades no tienen un trabajador social, un obstáculo importante para el proceso, dijo.

Pero hablar de su expansión alarma a algunos. Los críticos dicen que el contexto es más esencial que la familia en el combate contra la mafia, y consideran el proyecto como una admisión de la incapacidad del estado para cambiar el ambiente social y económico de Calabria.

Sales, el autor, argumenta que en el siglo XIX las ciudades sureñas italianas no eran muy diferentes de París o Londres, abrumadas por las personas pobres que trataban de sobrevivir mediante la delincuencia. En el norte de Europa, sin embargo, el contexto económico y social mejoró, dijo.

“Es una derrota para mí”, dijo Sales sobre el programa. “Porque implica no creer que el contexto pueda ser limpiado”.

Pero personas como Interdonato, el sicólogo que colabora con Di Bella, tienen una mentalidad diferente.

Recordó su experiencia trabajando con un muchacho de 15 años que provenía de una familia ‘ndrangheta que había sido reubicado.

“El primer mensaje es: ‘Nadie sabe que estás aquí, simplemente vive’”, dijo. “Luego empezamos a mostrarles cómo ser honesto no implica ser un perdedor”.

Di Bella y otros dicen que su misión es dar a los jóvenes libertad, contra bajas probabilidades.

“Somos un poco como David contra Goliat”, dijo Di Bella. “Pero la ‘ndrangheta infiltra a nuestra comunidad, y tratamos de infiltrarlos culturalmente, haciendo que sus hijos sean libres de elegir”.

Gaia Pianigiani
© 2017 New York Times News Service