Después de ‘BREXIT’, GB podría ver a Noruega como Modelo

© 2016 New York Times News Service

HOKKSUND, Noruega – Sigurd Braathen trabajó durante toda una vida para erigir la empresa industrial de su familia en una empresa conjunta lucrativa con ventas a lo largo de Europa. Después, un decreto ambiental de Bruselas amenazó con proscribir la mitad de sus calentadores de agua eficientes, incluso en su país natal de Noruega.

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Para lograr que sus productos cumplieran con la norma, Braathen tuvo que remodelar su fábrica a un costo de 5 millones de euros.

“La peor parte fue que Noruega no tenía influencia alguna sobre la cuestión, debido a que no somos integrantes de la UE”, dijo Braathen. “Sin embargo, Noruega aún debe hacer cualquier cosa que Bruselas decrete”.

Todo parece indicar que a Gran Bretaña espera un futuro similarmente lleno de conflictos.

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A medida que empieza a bajar el caos político tras la votación de Reino Unido por abandonar la Unión Europea, uno de los temas más acuciantes para la nueva líder del país radica en cómo seguir haciendo negocios con el vasto mercado único del bloque, de 500 millones de consumidores. Muchos están apuntando a Noruega, salpicada de fiordos, como un posible modelo para salir adelante.

Theresa May, quien se convirtió en la nueva primera ministra de Reino Unido este miércoles, ha dicho que ella quiere obtener el mejor trato posible para salvaguardar la base industrial del país y su industria de servicios. Si éstas titubean, la economía del país corre el riesgo de caer por el despeñadero.

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Un trato al estilo noruego tiene sus ventajas. Noruega está afuera del bloque, pero puede comerciar con facilidad con sus integrantes a través del mecanismo conocido como el Área Económica Europea. La complicación es que Noruega, a cambio del trato de comercio, debe permitir el libre movimiento de personas; principio que May, quien ha jurado aplicar duras medidas a la inmigración, pudiera no conceder plenamente.

“Gran Bretaña probablemente haga un ‘Noruega lite’, donde tendrá que ceder cierto acceso al mercado a cambio del derecho a aplicar algunos controles sobre el libre movimiento”, dijo Simon Tilford, el subdirector del Centro por la Reforma Europea, en Londres. “Sin embargo, una vez que los costos salten a la vista, habrá un debate mayor en Reino Unido con respecto a si eso basta, y la política se pondrá realmente tóxica”.

En ciertas formas, Noruega puede relacionarse con el “Brexit”, como se conoce a la salida británica. Este verde país escandinavo, de 5 millones de habitantes, votó dos veces por quedarse afuera de la Unión Europea en acalorados referendos que también cambiaron en un instante a temas de soberanía.

Además, la vida fuera de la Unión Europea es buena. Noruega es una nación rica, con vastos recursos naturales incluyendo petróleo, tierra agrícola y rebosantes zonas de pesca a lo largo de 650 kilómetros de rugoso litoral. Oslo, la capital, tiene tiendas de lujo, pulcros hogares y un Palacio Real… recordatorio de por qué los noruegos valoran la independencia. Hidroenergía limpia impulsa una amplia gama de productos, desde trenes bala hasta calentadores de agua de Braathen.

Sin embargo, hay que pagar cierto precio. Por el acceso al mercado único de Europa, que Gran Bretaña aún busca, Noruega paga cientos de millones de euros al año al presupuesto del bloque. Además, se le requiere aceptar toda ley que Bruselas adopte, como la que amenazó el negocio de Braathen, sin tener acceso a votar sobre ellas.

De manera crucial, debe también permitir que ciudadanos de la UE pasen libremente a través de sus fronteras, lo cual significa que no tiene control sobre la inmigración, tema decisivo para electores británicos que deseaban salir del bloque. Debido a esto, Noruega incluso tiene una inmigración mayor per cápita que Reino Unido.

“Es integración sin representación: tienes acceso al mercado, pero no tienes voz”, dijo Ulf Sverdrup, el director del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales y el autor de un informe que calcula el costo para Noruega fuera de la Unión Europea. “Para un país como Gran Bretaña, si tienes ambiciones de ser uno de los líderes de Europa, eso no es algo bueno”.

Gran Bretaña tiene otras opciones, pero difícilmente son más paladeables. Podría negociar acuerdos de comercio con 27 naciones restantes que integran la UE, como lo hizo Suiza. Sin embargo, eso sería un largo caos. O podría seguir el enfoque de Canadá, cerrando tratos para el comercio de bienes pero limitando los servicios, lo cual podría golpear a la protegida industria financiera de Gran Bretaña. Lo más fácil, dicen analistas, consiste en meramente unirse al Área Económica Europea como Noruega.

O la Unión Europea pudiera negarse a cerrar trato alguno, creando incertidumbre en GB y por todo el mundo. En una reunión esta semana entre el secretario del Tesoro de EU, Jacob J. Lew, y el canciller de Hacienda británico, George Osborne, Lew exhortó a que ambas partes demuestren “flexibilidad” en sus discusiones.

“Una relación altamente integrada entre la UE y RU está en los mejores intereses de Europa, Estados Unidos y el crecimiento global de la economía, estabilidad y seguridad”, dijo.

Ese arreglo le da a Noruega soberanía sobre dos industrias cruciales que fueron el centro de promotores del Brexit. El país es libre de ir en pos de políticas proteccionistas para sus agricultores y pescadores, por ejemplo aplicando aranceles a importaciones de más de 270 por ciento sobre queso proveniente de Europa.

Sin embargo, eso no permitiría que GB resguardara a una de sus mayores industrias: finanzas.

Como integrante de la UE, Gran Bretaña ha sido capaz de frustrar intentos de Francia y Alemania por reducir o desviar negocios mediante el veto de ciertas medidas como una propuesta para imponer un impuesto único al sector financiero de la región. Londres también obtuvo una victoria en la corte general europea en contra de una norma del Banco Central Europeo, la cual habría desplazado transacciones de valores con precios en euros a países que usan la divisa. Eso habría significado una descomunal pérdida de negocios para los bancos que han convertido la Ciudad, el centro de finanzas en Londres, en la capital financiera de Europa.

Fuera de la Unión Europea, GB tendría que hacer lo que hace Noruega: cabildear arduamente tras bambalinas y esperar que su voz sea oída en Bruselas.

“No hace falta decir que es desafiante ejercer influencia en una cooperación tal como la UE, donde no somos integrantes”, dijo Elsbeth Sande Tronstad, la viceministra noruega del Área Económica Europea y asuntos de la Unión Europea.

Reino Unido, como la mayor economía de Europa y un faro político, probablemente tendría mucha más influencia que la diminuta Noruega. Pero, los riesgos están ahí.

“Fuera de la UE, RU tendría que renunciar a su presente y considerable influencia sobre la toma de decisiones de la UE y convertirse en un país que acepta reglas en vez de uno que los hace”, dijo la Tesorería británica en un estudio publicado antes del referendo.

Liz Alderman
© The New York Times 2016