Después de un reemplazo de articulación, no hay nada como el hogar

Hay un número creciente de personas que viven más tiempo que sus articulaciones. Al año se hacen más de un millón de operaciones para reemplazar rodillas y caderas desgastadas y se espera que esa cifra se dispare en los próximos años, conforme envejezca la población.

El reemplazo de articulaciones generalmente restablece la movilidad perdida, permitiendo que el paciente haga ejercicio para mejorar su salud y disfrute de innumerables actividades que requieren movimiento.

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A mí me han reemplazado las dos rodillas, por lo que puedo atestiguar el enorme aumento de calidad en la vida conferido por la cirugía. Puedo caminar y andar kilómetros en bicicletas y nadar diariamente sin ningún dolor, y puedo estar sentada en óperas, obras de teatro y conciertos sin envararme.

También puedo destacar la futilidad general de los intentos de posponer un reemplazo necesario de articulación, algunos de ellos muy difundidos, como inyecciones de ácido hialurónico y corticoesteroides, tirantes, insertos en los zapatos y analgésicos opioides como OxyContin y fentanil. Ninguno de esos métodos está recomendado por la Academia de Cirujanos Ortopédicos de Estados Unidos.

En un estudio publicado este año en The Journal of Arthroplasty, investigadores de la Universidad de Iowa y de la Universidad de Texas reportaron que los pacientes que recurren a métodos no recomendados por la Academia antes de la cirugía podrían estar incrementando su costo en 45 por ciento. (Los lineamientos de la academia solo recomiendan tres de los ocho tratamientos preoperativos estudiados: terapia física, medicamentos antiinflamatorios no esteroides y el analgésico tramadol.)

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A fin de cuentas, muchos pacientes, si no es que todos los pacientes que sufren de la dolorosa artritis de hueso a hueso optan por el reemplazo de la articulación. Pero conforme aumenta el número de estos reemplazos (el número casi se duplicó de 2000 a 2010, cuando se calcula que se hicieron 693,400 reemplazos de rodilla), aumenta también el costo para el sistema de salud, lo que ha hecho que algunos expertos busquen la forma de reducir los costos del procedimiento sin comprometer el bienestar de los pacientes que los necesitan. La más reciente investigación sobre el costo para gran número de pacientes de la rehabilitación hospitalizada ofrece un camino promisorio hacia una atención menos costosa sin pérdida de beneficios.

Podría sorprender a más de uno saber que, aunque los pacientes de reemplazo de articulación vivan solos, la abrumadora mayoría se recupera igualmente bien y pueden encontrar menos complicaciones si se van directamente a su casa del hospital y se someten a rehabilitación como pacientes externos, en lugar de pasar días o semanas en un costoso establecimiento de rehabilitación.

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Basándose en los resultados de recientes estudios bien diseñados, el Dr. Javad Parvizi, presidente de investigaciones ortopédicas en la Universidad Thomas Jefferson en Filadelfia, sostiene que “necesitamos reexaminar quiénes, si acaso, deben de ir a un establecimiento de rehabilitación después de un reemplazo de articulación”.

Tradicionalmente, explica Parvizi, los pacientes que viven solos, aquellos a quienes les reemplazan las dos rodillas o toda la cadera al mismo tiempo, y los que tienen un padecimiento médico grave, son enviados automáticamente a un centro de rehabilitación después de ser dados de alta en el hospital. Y ciertamente, un pequeño porcentaje de esos pacientes –quizá a quienes les reemplazaron la cadera completa o, como a mí, las dos rodillas al mismo tiempo– podrían beneficiarse de rehabilitación como pacientes hospitalizados.

Sin embargo, de acuerdo con los resultados de un nuevo estudio de Australia, los pacientes que viven solos y pueden realizar un programa de ejercicios en casa se recuperan tan bien con rehabilitación en su casa como los que pasan diez días en un centro de rehabilitación. En ese estudio, se seleccionaron al azar 81 pacientes de reemplazo de rodilla para recibir rehabilitación hospitalizada durante diez días, seguida por un programa de ocho semanas en casa. Otros 84 pacientes recibieron solo el programa en casa y otros 87 pacientes sirvieron de grupo de observación aleatorio, que hizo solamente rehabilitación en casa.

Seis meses después de la cirugía no había diferencia en movilidad, dolor, función o calidad de vida entre quienes recibieron rehabilitación estando internados y cualquiera de los otros dos grupos que recibieron rehabilitación como pacientes externos.

Otro estudio del equipo de Parvizi implicó a 769 pacientes que se sometieron a reemplazo de rodilla o de cadera debido a una artritis avanzada. Solo 36 de esos pacientes fueron dados de alta del hospital para ser enviados a centros de rehabilitación. Los demás, entre ellos 138 pacientes que vivían solos, regresaron a su casa para someterse a rehabilitación como pacientes externos.

Basándose en una evaluación de las funciones, el alivio y el dolor y la satisfacción personal de los pacientes tres meses después de la cirugía, el equipo concluyó que “cuando se les da de alta para irse a casa directamente después de una artroplastia de articulación, los pacientes que viven solos pueden esperar una recuperación completa, equivalente a la de los que no viven solos”.

Aun cuando los pacientes que vivían solos se quedaran en el hospital un día más, y algunos tuvieran servicios de atención en casa además de la rehabilitación en casa, el costo era mucho menor que si hubieran sido enviados sistemáticamente a un centro de rehabilitación, precisaron.

El Dr. William J. Hozack, cirujano ortopédico del Colegio Médico Sidney Kimmel de la Universidad Thomas Jefferson, que describió el estudio en la reunión anual de la Academia de Cirujanos Ortopédicos de Estados Unidos el mes pasado, explicó: “Encontramos que los pacientes que viven solos podían recuperarse sin que aumentara el índice de complicaciones. Lo más impresionante es que los pacientes generalmente estaban más felices y contentos estando en la comodidad de su hogar durante la recuperación.”

Parvizi observó que “la mitad o quizá más del costo total del reemplazo de articulación se incurre en el periodo post-operatorio. La rehabilitación como paciente externo es mucho menos costosa”.

Sin la rehabilitación como paciente interno, y aun pasando un día extra en el hospital antes de regresar a casa, el costo por paciente se reduce en más de 10,000 dólares, señalaron los investigadores. Su conclusión: “No pueden pasarse por alto los sustanciales costos postoperatorios de la rehabilitación como interno, que son seis veces mayores que cuando el paciente se va a casa después de ser dado de alta.”

Y haciendo a un lado los costos, los pacientes que se van directamente a su casa tienen menos posibilidades de experimentar lo que los médicos llaman “eventos adversos”, es decir, complicaciones como infecciones, coágulos de sangre o cosas peores.

La rehabilitación internada no es la experiencia idílica que esperan muchos pacientes. En marzo de 2012, la Oficina del Inspector General llevó a cabo un estudio de las complicadas experimentadas por una muestra representativa de pacientes de Medicare. Ese estudio encontró que 29 por ciento sufrió eventos adversos durante su estancia en los centros de rehabilitación, cifra similar a la registrada en hospitales (27 por ciento) y en establecimientos de enfermeras capacitadas (33 por ciento).

Los médicos que revisaron los eventos adversos ocurridos durante la rehabilitación interna determinaron que casi la mitad eran “clara o posiblemente prevenibles”. Y la mayoría de los casos se debió a “tratamiento por debajo de las normas, monitoreo inadecuado del paciente y no proporcionar el tratamiento necesario”.

Parvizi señaló que cuando los pacientes que viven solos se preparan antes de la cirugía para irse a casa directamente del hospital, tienen muchas más posibilidades de que les vaya bien con la rehabilitación en casa. “Si se les dice a los pacientes que se van a ir a casa, pueden hacer preparativos de antemano para tener el apoyo necesario”, indicó. “Pero si piensan que se van a internar para la rehabilitación, eso es lo que esperan y no se preparan para arreglárselas por sí mismos.”

Jane E. Brody
© 2017 New York Times News Service