Un día de expectativa y una noche de ansiedad en México

CIUDAD DE MÉXICO — El día de las elecciones presidenciales extranjeras más preocupantes para los mexicanos, Javier Monsalvo llegó temprano —como todos los días de su vida— a vender frutas importadas de Estados Unidos en un mercado de Ciudad de México.

Javier atendía a sus clientes con un ojo y con otro prestaba atención a la pantalla colgada en el fondo de su pequeño puesto: un noticiero local mostraba las últimas encuestas que daban a Hillary Clinton una leve ventaja.

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“Lo voy siguiendo desde la mañana, tengo fe en que gane Clinton,” dijo confiado. “Porque, seamos realistas, es lo menos peor que nos puede pasar”.

Lo que Javier expresaba era un sentimiento compartido por amplios sectores de la sociedad mexicana, que esperaron el martes con ansiedad una victoria de Clinton. No porque creyeran que representara un cambio sustancial en la relación bilateral, sino porque significaba evitar una catástrofe mayor e impredecible.

Con Donald Trump electo como presidente, sus miedos se hicieron realidad en forma de incertidumbre. Cuando era claro que el candidato republicano lideraría el vecino poderoso y principal socio comercial de México, el desconcierto y la confusión se hicieron tangibles en distintos puntos de la ciudad y del país.

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Pero, una vez concluida la jornada, el proceso electoral de Estados Unidos se convirtió también en motivo de una introspección forzada para Javier y otros mexicanos. Nos obligaba a mirar nuestra propia vida política y los desafíos sociales que enfrentamos, muchos de los cuales salieron a relucir a lo largo de la campaña: la migración, la economía, el desempleo, el narcotráfico.

El triunfo de Trump ha instalado una pregunta que se extiende a lo largo de México: ¿y ahora qué sigue?

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Frente a la ansiedad por lo que todavía no sabemos, y la expectativa por cómo se reconfigurará la relación bilateral, hay quienes se quedan con las duras lecciones aprendidas.

Esta elección “nos sirvió como un espejo donde nos vimos penosamente reflejados”, dice Jesús Silva Herzog Márquez, columnista y profesor del Tecnológico de Monterrey.

Para Herzog Márquez, esta campaña ha dejado en evidencia que es muy difícil tener “una buena imagen y reputación en el exterior cuando no tenemos muchos orgullos dentro de nuestro país con la corrupción rampante y la violencia que ha dejado a estados enteros con niveles de barbarie”.

Después de todo, la indignación y humillación que sintieron miles de mexicanos tras conocer la intolerancia que prevalece en grandes sectores de la sociedad estadounidense contra los 35 millones de migrantes mexicanos y mexicano-estadounidenses que viven en el país vecino podría tener tal vez un impacto positivo.

“Nos sirvió de sacudida, y para despertar”, dice Javier Monsalvo. “En nuestra próxima elección, los mexicanos tendremos la oportunidad de votar por los cambios que queremos para el país. Va a haber más escrutinio y más cuidado con los candidatos presidenciales del 2018”.

Muchos mexicanos vivieron la jornada electoral de Estados Unidos con preocupaciones puntuales, sobre todo de índole económica. Los miedos se concretaron antes de lo esperado: el martes por la noche, el peso se devaluó frente al dólar más de un 10 por ciento en unas pocas horas, algo nunca visto en 20 años.

“Solo estamos viendo de donde viene la pedrada para mover la cabeza”, dice Armando Márquez, comerciante y padre de dos hijos, con dos hermanos viviendo en Estados Unidos, uno legalmente y otro indocumentado. A él, como a muchos, le preocupa la inestabilidad de los mercados.

México es el tercer socio comercial de Estados Unidos y el nerviosismo se cristaliza en preocupaciones muy específicas: Javier y Armando, por ejemplo, pensaban en el precio de la manzana estadounidense o del mango que importan de Estados Unidos y venden en sus puestos en Ciudad de México.

Jorge Ramón Gabriel Mendez, dueño de una tienda de comestibles en el barrio Roma de Ciudad de México, es menos pesimista sobre las repercusiones financieras que la presidencia Trump pudiera traer para México.

“El dólar siempre ha estado por las nubes y los mexicanos ya estamos acostumbrados a es turbulencia, no creo que pase a mayores”.

Más allá del resultado electoral, Ximena Peredo, columnista y activista política, cree que estas elecciones de Estados Unidos plantean el fin de la idea de que la vía electoral puede abrir nuevos senderos.

“Es tremenda la imposición de unas elecciones que no parecen ser una alternativa real a los problemas que viven. Porque si bien Trump parece ser espeluznante, Hilary hubiera sido la continuidad de esto espeluznante que ya estamos viviendo”.

Esta elección, dice, representa también una oportunidad para replantear la política entera en nuestro país.

“Con Trump se rompe un jarrón”, dice. “Todo lo construido, los discursos culturales, lo políticamente correcto, el arduo trabajo por lograr una agenda de Estado de derecho, de respeto a los derechos humanos, se rompe”.

Ahora, señala la activista desde la ciudad de Monterrey, el truco de la figura política mesiánica que llega a prometer que lo cambiará todo se vuelve obsoleto y no se podrá repetir en México tan fácilmente; hará que al menos las campañas electorales presidenciales del 2018 se reformulen, para bien o para mal.

La derrota de Hillary significa para muchos una ruptura de una tradición política y relación bilateral establecida, en la que México tenía un lugar ganado dentro de Norteamérica, una región geopolítica y económica definida.

En ese sentido, la sorpresiva victoria de Trump significa también el inicio de una época de incertidumbre en la que los mexicanos —y el resto del mundo— tendrán que repensar y definir su relación con Estados Unidos.

“No nos queda más que esperar y ver qué va a hacer Trump, y esperar que no duela tanto el trancazo,” dice Claudia Rivera, mientras atiende su puesto de comida en la calle.

Al igual que muchos mexicanos, Rosa Juárez, un ama de casa de más de 50 años, tenía la esperanza de que ganara Clinton. “Me sorprende que haya ganado Trump”, dice, “más por su forma de ser, por la forma en que se expresa de la gente y sobre todo de los mexicanos”. Para Rosa vienen muchos cambios, pero para mal: “Si así se portaba cuando no estaba en el poder, imagínatelo en el poder”, resume.