El dirigente omnipresente de Angola no volverá a contender; pero, ¿renunciará al poder?

LUANDA, Angola – Un espectacular en el corazón de Luanda, la capital de Angola, parece una advertencia a cualquier contendiente y les recuerda a todos la tremenda cantidad de votos que ganó el presidente José Eduardo dos Santos en la contienda por la dirigencia de su partido el año pasado: 99.6 por ciento.
En tanto el segundo jefe de Estado africano con más años, casi 38, en el poder, Dos Santos parecía ser miembro del club de líderes vitalicios del continente. Parecía que su control solo se fortalecía con la edad y que este legendario sobreviviente moriría en el cargo.
Su familia y aliados cercanos han amasado vastas fortunas, y controlan a un país que es el mayor productor de petróleo de Africa. Ceder la presidencia podría poner en riesgo todo eso.
Sin embargo, cuando hace poco comenzaron las campañas electorales en Angola, pasó algo sorprendente: Dos Santos, de 74 años, cuyo rostro aparece en la moneda y en cada identificación nacional de los ciudadanos, no contendría.
En su lugar, Joao Lourenco, el sucesor al que él escogió y ministro de la defensa, popularmente conocido como JLo, hizo un mitin masivo en la capital.
Dos Sanos puede ser la “fuerza del presente”, dijo. No obstante, “veo a un ciudadano que usa corbata roja”, dijo Lourenco sobre sí mismo, “quien con su apoyo será la fuerza del futuro”.
Tales palabras habrían sido impronunciables apenas hace unos meses en Angola. Sin embargo, ahora, en un extraño momento para Africa, el hombre fuerte cuya imagen se ha vuelto inseparable de la de su país y cuya gestión se ha prolongado por generaciones, dice que cederá el cargo, voluntariamente.
Para muchos angoleños, es difícil imaginar a una Angola sin Dos Santos hasta arriba.
“Nuestro presidente es omnipresente”, dijo Luaty Beirao, de 35 años, un rapero y crítico del gobierno quien, como la mayoría de los angoleños, nació después de que Dos Santos se hizo presidente. “Está en nuestro dinero. En nuestras credenciales. En nuestra cabeza. Está en todas partes”.
Dos Santos, conocido tanto por ser inescrutable, como por su longevidad política, no ha dado una razón pública para dimitir. Sin embargo, dejará detrás una cohorte de dirigentes, como los presidentes Robert Mugabe de Zimbabue, con 93 años, quien ha estado en el poder 37 años, y Teodoro Obiang Nguema Mbasogo de Guinea Ecuatorial, con 74 años, que ha gobernado cerca de 38 años, y le gana a Dos Santos por unas semanas.
Lopo do Nascimento, quien fungió como primer ministro y secretario general del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), el partido del presidente, dijo que con más de una década de paz en el país, el momento estaba bien para una transición y que se daría con “fluidez”.
Sin embargo, a medida que se avecina el fin de la era de Dos Santos, muchos se preguntan qué tan completa será esa transición. ¿Por qué Dos Santos, cuyo control sobre todas las palancas del gobierno se considera casi absoluto, decidió dejar de ser presidente, pero no el dirigente del partido?
“¿Aceptará irse y cabalgar hacia el ocaso?”, preguntó Ricardo Soares de Oliveira, un experto en Angola en la Universidad de Oxford.
Dos Santos llegó al cargo en 1979, fue el segundo presidente de Angola después de la independencia de Portugal en 1975. Al finalizar la guerra civil de casi tres décadas en Angola, en el 2002, presidió durante un extenso auge petrolero que convirtió al país en una de las economías de crecimiento más rápido en Africa.
Sin embargo, en los últimos años, se rumoreó en la clase política angoleña que Dos Santos buscaba dejar el cargo por razones de salud. En el mismo periodo, él se movilizó para consolidar su base de poder presente, y quizá futura.
“Mire lo que ha estado pasando, subterráneamente, en la economía política de Angola”, dijo Soares. Añadió que el presidente “ha pasado los últimos tres años construyendo seriamente el poder infraestructural de su familia”.
A José Filomeno de Sousa dos Santos, el hijo mayor del presidente, con 39 años, lo nombraron jefe del fondo soberano de capital de Angola en el 2013. El año pasado, por medio de un decreto presidencial, se hizo directora ejecutiva de Sonangol, la toda poderosa compañía petrolera paraestatal, a su hija mayor, Isabel dos Santos, de 44 años.
Inicialmente, Dos Santos presionó para que su hijo mayor lo sucediera como presidente, dijeron funcionarios del MPLA.
“Pero la oposición dentro del MPLA lo obligó a echarse para atrás”, dijo Marcolino Moco, quien fue el primer ministro de Dos Santos en los noventas, pero ahora es crítico del gobierno. “Hay muchas personas en el partido con mucha experiencia”.
Lourenco – un veterano del partido, con fuertes vínculos en el ejército y, a diferencia de algunos de sus pares, no se le conoce, especialmente, por su riqueza – fue el candidato de compromiso. Se espera ampliamente que sea el próximo presidente, dado el dominio de su partido.
“Continuará representando al mismo grupo que comparte los mismos intereses fundamentales, gente que teme a una democracia abierta y no suelta el control sobre los medios y no dejará que se le vaya la riqueza”, notó Moco.
Aunque Dos Santos no enfrenta ninguna amenaza contra su régimen desde el final de la guerra civil, su gobierno no ha mostrado ninguna tolerancias a las protestas públicas.
En junio del 2015, aprehendieron a Beirao, el rapero, y otras 16 personas que participaban en un club de discusión literaria de la obra de Gene Sharp, el estadounidense conocido por sus escritos sobre la lucha no violenta. Les impusieron sentencias de dos a ocho años y medio de cárcel, acusados de rebelión y conspiración criminal, aunque, al final, los liberaron antes.
Desde que lo liberaron, la policía ha golpeado a Beirao – cuya canción “soy un kamikaze angoleño listo para atacar” se hizo popular entre los jóvenes desafectos – en los reducidos mítines contra el gobierno.
“Es difícil para nosotros sacar a más de 30 personas a las calles”, dijo Beirao. “Así es que, normalmente, la gente con tanto poder no debería preocuparse por nosotros. ¿Por qué molestarse? Yo creo que tienen miedo de que si nos dejan, pronto pasaremos de ser 30 a ser tres mill. Creo que están muy, pero muy nerviosos.
Podrían surgir tensiones entre Dos Santos y Lourenco, dijeron expertos. El destino de Dos Santos podría dar uno de los primeros indicios.
La cía petrolera estatal ha funcionado desde hace tiempo como un estado paralelo bajo el control directo del presidente. Si Isabel dos Santos sigue al frente de Sonangol cuando se retire su padre, Angola tendrá dos poderes centrales.
“JLo, cualquiera que sea el poder que tiene, se verá obligado a destituirla debido a la opinión pública”, comentó Abel Chivukuvuku, un político de oposición, sobre la hija del presidente. “Si permite que se quede, entonces, la gente creerá que realmente no es el presidente”.
Por ahora, Dos Santos y Lourenco están proyectando unidad. Se han colocado espectaculares en los que aparecen, juntos o separados, por toda Luanda.
Hace más de una década, Dos Santos anunció que se retiraría de la política. Rápidamente cambió de opinión después de que midió la reacción al anuncio de eliminar a los rivales potenciales.
Esta vez, con las campañas en marcha para las elecciones del 23 de agosto, pareciera poco probable que se arrepienta Dos Santos.
Sin embargo, había quienes aseguraban sus apuestas.
Al pedírsele que evaluara las casi cuatro décadas de Dos Santos en el poder, Nascimento, el ex primer ministro, sonrió y dijo: “Yo creo que habría que hablar de ello cuando se vaya”.

Norimitsu Onishi
© 2017 New York Times News Service