Diseñadores de moda chinos inundan la ciudad de las playeras y las chanclas

XIAMEN, China ⎯ En los siete años que vivió en Pekín, Vega Zaishi Wang inició la marca que lleva su nombre y se hizo famosa como una de las principales diseñadoras de moda juvenil de China.
Pero el ritmo de vida agotador de la ciudad capital ⎯ los medios, las fiestas, la contaminación, el costo de vida ⎯ estaba cobrando su precio. Pasó apuros con una depresión tan opresiva que llamó a su colección otoño/invierno 2014 “La noche oscura del alma”.
Y por ello, en septiembre, Wang finalmente escapó. Como un ave en busca de climas más cálidos, huyó hacia el sur a Xiamen, una ciudad costera entre Hong Kong y Shanghái. Estableció un estudio en una mansión de cuatro pisos en un barrio tranquilo en la isla de Xiamen, a corta distancia a pie de la playa.
En una reciente tarde soleada, una brisa oceánica soplaba por las ventanas abiertas de su estudio. El conflictivo Pekín, tan a menudo envuelto en el esmog y el tráfico, se sentía como un mundo aparte.
“En Pekín, no existía nada parecido a un equilibrio entre vida y trabajo”, dijo Wang, de 32 años de edad, sentada en un sillón de cuero clásico de color frambuesa. “Pero aquí, en Xiamen, puedo desacelerar mi ritmo y enfocarme en mis colecciones. Soy mucho más feliz aquí”.
Al mudarse a Xiamen, Wang se convirtió en la adición más reciente de una comunidad pequeña pero vigorosa de prometedores diseñadores de moda chinos jóvenes que han renunciado a la ostentación y el glamour de las cosmopolitas Shanghái y Pekín a favor del apartado Xiamen.
Conocidos como la “pandilla de Xiamen”, estos diseñadores ⎯ cuya estética va de prendas casuales elevadas hasta alta moda ⎯ son amados por los fashionistas desde Pekín hasta Hong Kong. Sus creaciones han sido exhibidas en las pasarelas de élite de las semanas de la moda de Londres y París e incluso han inspirado numerosas falsificaciones en plataformas de comercio electrónico chinas como Taobao de Alibaba.
Además de Wang, sus filas incluyen a diseñadores como Shangguan Zhe de Sankuanz y Liu Min de Ms Min. Los tres fueron incluidos el año pasado en el “Año de China” de Opening Ceremony, para el cual el influyente minorista de moda con sede en Nueva York destacó a un selecto grupo de diseñadores chinos emergentes.
Juntos, los diseñadores están detrás de algunas de las tendencias de moda más vanguardistas que están surgiendo en China. Eso parece curioso a muchos, dado que están trabajando desde una ciudad donde el concepto de la moda parece ser intrascendente.
“Xiamen es un lugar que no tiene nada de moda”, dijo Dido Liu, fundadora de la marca con sede en Xiamen Deepmoss. “Hace tanto calor que la mayoría de la gente sale vistiendo camisetas, pantalones cortos y chanclas”.
El término “relajación” surge a menudo en las discusiones sobre Xiamen. Los visitantes en la ciudad pasean a lo largo de bulevares flanqueados por majestuosos edificios coloniales, el legado de los comerciantes europeos del siglo XIX que alguna vez frecuentaron el puerto de Xiamen ⎯ entonces conocido como Amoy ⎯ en busca de intercambiar azúcar y opio por té y porcelana chinos.
Los más aventureros vagan por Bashi, el bullicioso mercado de pescados y mariscos donde los pescadores descargan sus capturas diarias, o merodean por Shapowei, una zona de arte local que cobra vida en la noche con jóvenes en patinetas y pequeños vendedores de joyería y artesanías hechas a mano. (Thank You Cafe en Shapowei, iniciado por el diseñador Cotton Yu de Mymymy, es un lugar de reunión favorito de la pandilla de la moda.)
Los residentes a menudo conversan en Hokkien, el dialecto nativo de la región de Fujian. En idioma, cultura y atmósfera, la ciudad se parece más a Taiwán, que está a una distancia que se puede cubrir a nado desde Xiamen, que a las frenéticas metrópolis de Pekín y Shanghái al norte.
Pero es precisamente la atmósfera relajada de Xiamen lo que atrae a diseñadores como Liu. La ciudad portuaria de casi cuatro millones de habitantes consistentemente se clasifica en los primeros sitios en las listas de las ciudades más habitables en China. Parejas de toda China acuden en tropel a Xiamen para tomarse románticas fotos en las playas de la isla.
Y lo que le falta a la ciudad en sentido de la moda, lo compensa con creces con su abundante verdor, su cultura de cafeterías junto al agua y su vibrante escena culinaria. Aquí, una idea de una buena salida nocturna significa entrar en un restaurante escasamente iluminado y agasajarse con pescados y mariscos frescos y una cerveza fría.
“Xiamen es una de esas ciudades raras donde uno puede trabajar realmente duro y hacer mucho pero también puede relajarse”, dijo Ian Hylton, presidente de Ms Min y ex director creativo de ropa para hombre de Ports, que tiene sus oficinas centrales en China en Xiamen.
A diferencia de Wang, quien buscó a Xiamen como un refugio, los otros diseñadores en la llamada pandilla de Xiamen se asentaron aquí más por las circunstancias. Muchos, incluidos Zhe, Dido Liu de Deepmoss y Liu Min de Ms Min, crecieron en la región.
Pero lo que los mantiene aquí es más que la inercia. Dejando de lado el equilibrio entre vida personal y trabajo, hay incentivos concretos en dirigir una marca de moda desde Xiamen. Por un lado, los costos de operación pueden ser mucho menores en Xiamen que en Shanghái, la capital de la moda de facto de China, y Pekín, el centro de los medios dedicados a la moda en China.
Wang estimó que pagaba una cuarta parte de la renta que pagaría por un espacio de estudio comparable en Pekín. Los empleados capacitados, como costureros, también pueden ser fáciles de encontrar, dada la historia de la región como centro de la manufactura de ropa.
Los diseñadores locales también pueden solicitar generosos subsidios de renta al gobierno municipal de Xiamen, que ha estado ansioso por promover la imagen de la ciudad como un centro de la moda contemporánea.
Pero recibir subsidios del gobierno puede conllevar desafíos. Los diseñadores a menudo son presionados por los funcionarios para que participen en eventos de moda patrocinados por el gobierno local. Aceptar los beneficios también sujeta a los diseñadores a estrictas reglas que a menudo no toman en cuenta los matices de la industria del diseño de moda.
La diseñadora Wan Yifang descubrió esa realidad cuando funcionarios locales embargaron las máquinas de coser de su pequeño espacio de estudio subsidiado por una violación del código contra incendios del edificio que prohíbe la producción.
“El gobierno realmente no sabe lo que está haciendo”, dijo Wan, quien está buscando un nuevo estudio. “Los estudios de diseño son realmente nuevos para ellos. Nunca han pensado en cómo diferenciar entre manufactureros a gran escala y pequeños estudios de diseño”.
Sin embargo, esos reveses son mínimos cuando se les compara con el estilo de vida relajado de la ciudad y muchos aspectos convenientes. La facilidad de las plataformas de comunicación como WeChat de Tencent y la frecuencia de vuelos que parten de Xiamen han cerrado más la brecha, permitiendo que los diseñadores locales aprovechen lo que se ha convertido en una revolución de la moda de rápido movimiento en China, un país que hace apenas una generación tenía poca opción salvo usar los trajes estilo Mao de colores sombríos.
“La moda en China se mueve muy rápidamente”, dijo Timothy Parent, fundador de China Fashion Bloggers, un blog sobre la moda china. “En solo unas cuantas décadas, el concepto de ‘hecho en China’ se ha convertido en ‘diseñado en China’. En vez de producir ropa, cada vez más personas quieren ahora crearla y diseñarla”.
Como resultado, un creciente número de jóvenes diseñadores de moda chinos están elevándose al primer plano. Muchos, como Wang y Wan, están regresando a casa después de estudiar en el extranjero en institutos prestigiosos como Central St. Martin’s en Londres, trayendo consigo un lenguaje de diseño único que fusiona una multitud de influencias y culturas.
“En estos días, los diseñadores chinos son más internacionales”, dijo Zhe, quien creó Sankuanz en 2008 y desde entonces ha sido mentor de muchos diseñadores locales jóvenes. “Pero, por supuesto, puede ser difícil desprenderse del sentimiento de nacionalidad, ese sentimiento de ser chino”.

Amy Qin
© 2017 New York Times News Service