Desde donde está ex ministro talibán, crece la demanda por la paz afgana

Ruhullah Khapalwak contribuyó con información

© 2016 New York Times News Service

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(Del The Saturday Profile)

Con el talibán logrando progresos territoriales y bombardeando la capital cada semana, pudiera parecer el momento menos probable para estar hablando sobre un acuerdo de paz afgano. Sin embargo, Agha Jan Motasim, ex ministro talibán, insiste en que ahora es el momento.

En otra época el ministro de finanzas del talibán y auditor en jefe, así como cercano allegado del fundador del talibán, Mulá Mohammad Omar, Motasim se ha posicionado como un negociador del canal secundario entre los insurgentes y el gobierno afgano durante los últimos ocho años. Vive escondido la mayor parte del tiempo, transportándose a través de múltiples ciudades del Golfo Pérsico, Turquía y Afganistán, sosteniendo reuniones en casas de invitados del gobierno bien custodiadas.

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En una inusual entrevista de cuatro horas durante la cena, él habló de cómo las cambiantes circunstancias en Afganistán y nuevas presiones sobre el talibán significaron que las demandas por la paz estaban creciendo adentro del movimiento. Habló con la condición de que la ubicación de la entrevista no fuera divulgada por inquietudes de seguridad y las implicaciones políticas de su trabajo.

Motasim, cuyo nombre completo es Sayed Abdul Wasi Motasim, es bien conocido en círculos de inteligencia y diplomáticos; no en menor medida debido a que él fue incluido hasta hace tres años en la lista de sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y en la lista de los más buscados de Estados Unidos.

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Motasim ha estado en la posición de decir en público que el talibán estaba listo para la paz antes, solo para demostrarse que estaba equivocado. Eso, y la denuncia pública del talibán sobre él hace varios años, han alimentado preguntas sobre cuán atado sigue al círculo interno de la insurgencia.

Pero, con el proceso de paz atascado durante los últimos dos años, Motasim ha tomado la batuta de nuevo.

Él insiste en que las perspectivas para pláticas están creciendo: afirma que la dirigencia del consejo talibán se reunió hace poco en el poblado en la frontera pakistaní de Quetta y accedió a proceder con negociaciones de paz. (Figuras del talibán que fueron localizadas para comentar sobre el alegato de Motasim estaban divididas con respecto a si el veredicto final de la reunión era ir en pos de pláticas, con algunos diciendo que la cuestión no se había resuelto.)

Posteriormente, dijo, varios miembros del consejo de la dirigencia talibán le pidieron que relanzara negociaciones con el gobierno afgano.

Motasim es una de muy pocas personas en el mundo que pudiera servir legítimamente como ese tipo de intermediario. Sin embargo, sus experiencias personales hablan de los peligros de intentar negociar la paz. Camina cojeando después de haber sobrevivido por muy poco a un intento de asesinato en 2010, su familia vive exiliada y él lleva una vida secreta.

Motasim, de 45 años de edad, viene del corazón talibán de la provincia de Kandahar, y lleva el título de “sayed”, lo cual denota que su familia es descendiente del Profeta Mahoma. Estudiante religioso, se unió a los muyahidines durante un año al final de la guerra en contra de la Unión Soviética y después se unió al talibán, cuando se formó en 1994 en Kandahar.

Fue cercano a Omar cuando él estaba en el poder – comiendo con él y supervisando su seguridad – pero dice que nunca lo volvió a ver tras la caída del gobierno talibán en 2001. La dirigencia talibán se reagrupó en Quetta, Pakistán, pero él dijo que nunca se reunieron con Omar. Solamente dos mensajeros personales habían tenido alguna vez acceso directo al líder, e incluso parientes cercanos no lo veían, destacó.

Motasim estuvo en el corazón del movimiento cuando se organizó para pelear una insurgencia en contra de la presencia militar de EU en Afganistán, y el gobierno al que apoyaba. Dijo que uno de los primeros intentos por buscar reconciliación a través del gobernador de Kandahar había sido rechazado, por lo cual el talibán no tuvo más opción que pelear.

Él dirigió el comité financiero y más tarde el comité político del movimiento talibán y viajaba con frecuencia a Arabia Saudí en recorridos para reunir fondos. Se volvió conocido para las autoridades saudíes, y cuando el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, le pidió al rey saudí que mediara la paz con el talibán, los saudíes reclutaron la ayuda de Motasim.

Él empezó negociaciones por canales secundarios como el director del comité político del talibán, y dice que se reunió dos veces con un hermano de Karzai, entre 2008 y 2009. Ambos trabajaron exitosamente en medidas para fomentar la confianza que se centraron en que el talibán pusiera fin a ataques en escuelas y contra funcionarios gubernamentales, y que el gobierno trabajara en la liberación de prisioneros talibán y la remoción de dirigentes talibán de la lista de sanciones, confirman oficiales afganos y diplomáticos occidentales.

Después, en agosto de 2010, mientras estaba retrocediendo en su automóvil a través de la verja de su hogar en Karachi, Pakistán, un sicario abrió fuego sobre él. Mientras Motasin se lanzaba fuera el auto, el hombre armado caminó alrededor y disparó 12 balas de una pistola en su cabeza, estómago y piernas. Eso lo dejó hospitalizado, sin poder hablar durante meses y acabó con la iniciativa de paz encabezada por saudíes.

“Yo vi el peligro, y la gente solía advertirme sobre el posible peligro”, recordó. “Sin embargo, les dije que por el bien de mi país y mi gente, aceptaré este peligro para que podamos llevarle paz y estabilidad a nuestro pueblo”.

Motasim salió de Pakistán con su familia para acudir a tratamiento médico en Turquía y regresó a la pacificación.

Fue removido de la lista de sanciones de Naciones Unidas, así como de la lista de terroristas buscados por Estados Unidos, en 2013. Un año más tarde, reunió a 22 ministros y líderes talibán en Dubái para verse con prominentes oficiales afganos e integrantes del Alto Consejo Afgano por la Paz; prueba, dice, del nivel de apoyo a la paz. “Nosotros teníamos muchísimas discusiones y habíamos logrado mucho con miras a la paz”, dijo.

Sin embargo, él también había hecho enemigos. El talibán lo denunció y declaró que ya no era uno de los representantes del movimiento. Su subalterno en las pláticas, Abdul Raqib Takhari, ex ministro talibán para refugiados, fue muerto cuando regresaba a su hogar en Peshawar, Pakistán. Dos meses después, Motasim fue detenido por la policía en Dubái durante 22 días, y lo liberaron solo después de que el gobierno afgano hubiera cabildeado por su liberación.

(EMPIEZA CORTE OPCIONAL)

Si bien él se niega a nombrar la fuente de sus juicios, señala que tuvo que escapar de Pakistán. Dice que la manera de salir adelante es que el talibán y el gobierno sostengan pláticas directas, y que resuelvan las relaciones del exterior más adelante.

“Es un largo proceso”, dijo.

“Por eso, debemos tener muchos comités, reuniones de ancianos tribales, de los mismos talibán, se necesita mucha investigación, y entonces iremos adelante paso a paso”.

(TERMINA CORTE OPCIONAL)

En persona, Motasim exuda paciencia diplomática, así como la diligente hospitalidad que es el sello distintivo de afganos influyentes. Respondió a preguntas durante horas calmadamente y en profundidad, sirviendo personalmente a sus invitados kebabs y arroz y entregando regalos al final.

Era como si hablara cuando menos parcialmente por sí mismo cuando dijo que el talibán estaba listo para compartir en la vida política de Afganistán y quieren regresar a casa con dignidad.

Él dijo que no había recibido instrucciones directamente del nuevo líder talibán, Mulá Haibatulá, pero dijo que entendía que las instrucciones venían con su sanción.

“De manera indirecta, pudiera estar viniendo de su lado”, dijo. “En el pasado no me pidieron o se me acercaron para que luchara por la paz, pero ahora el deseo ha incrementado”.

Dice que pese a sus progresos en el campo de batalla, el talibán está bajo presión y está sintiendo sus pérdidas… incluyendo a Omar, cuya muerte fue anunciada el año pasado, y su sucesor Ajtar Muhammad Mansour, quien fue muerto en un ataque con dron estadounidense en el refugio talibán en Pakistán desde hacía largo tiempo atrás, en mayo.

“Dicen que si ellos hubieran optado por hacer la paz, sus líderes estarían vivos”, dijo Motasim.

Destacó que el cambio de mayor importancia a favor de la paz fue el principal retiro de tropas estadounidenses después de 2014. El talibán no podía considerar pláticas de paz cuando decenas de miles de tropas extranjeras estaban conduciendo operaciones ofensivas en Afganistán, pero el arreglo actual para muchas menos tropas sirviendo bajo un limitado acuerdo de seguridad sería más aceptable para el talibán en términos generales, dijo.

“Si hay un genuino esfuerzo hacia la paz, entonces todos los afganos elegirían hacer la paz”, concluyó.

Carlotta Gall
© The New York Times 2016