Donde la escena del ping-pong nunca duerme

NUEVA YORK La mayoría de las ciudades grandes tienen algún tipo de escena del ping-pong nicho, típicamente en un cuidado escenario parecido a un club atlético. Pero Portland, Oregón, es una ciudad que toma en serio sus actividades de ocio. Un ejemplo: Pips & Bounce, un bar en el sureste de Portland que pone al menos tanto énfasis en las redes y raquetas como en la ginebra y el vermut.

“Hay muchos bares con ping-pong”, dijo Mike Jung, uno de los dueños. “Queríamos un lugar que fuera ping-pong con un bar”.

- Publicidad-

Según lo ve Jung, Portland “realmente se ha convertido en algo así como Pong City, EU. Hay una extraña confluencia de historia, interés y entusiasmo”.

Pips está entre varios bares de Portland que cuentan con el tenis de mesa como atractivo central. En cuanto a la historia de la que habla Jung, la matriarca de la escena del ping-pong en Portland es Judy Hoarfrost.

Jugadora de ping-pong de élite a los 15 años de edad, Hoarfrost compitió en el Campeonato Mundial de 1971 en Japón. El equipo chino también estaba ahí, por primera vez en décadas. Esto estableció el escenario para la diplomacia del ping-pong durante el gobierno de Richard Nixon, y Hoarfrost y sus compañeros de equipo estadounidenses se embarcaron en una gira improvisada por China seguida en 1972 por una visita del equipo chino a Estados Unidos que llevó a un descongelamiento de las relaciones chino-estadounidenses.

- Publicidad -

Hoarfrost y Jung, quien dirige Pips junto con su hermano, Eugene, ahora se ganan la vida con el deporte en extremos totalmente diferentes del espectro de habilidades.

En 1973, el padre de Hoarfrost inició un club de tenis de mesa, Paddle Palace, en un adornado Elks Club céntrico que tenía candelabros sobre las mesas. La familia se había mudado a Oregón desde Arizona poco antes de que ella hiciera su peregrinación del ping-pong al Lejano Oriente.

- Publicidad -

Paddle Palace está ahora a unos 16 kilómetros de Portland en la ciudad de Tigard, y vende al menudeo equipo para el tenis de mesa. En octubre pasado, Hoarfrost abrió un gran espacio de juego y enseñanza con 12 mesas para los mejores jugadores del área y quienes buscan alcanzar ese nivel. Consideró brevemente servir cerveza para saciar la sed de los grupos corporativos, pero decidió que el seguro requerido para hacerlo era demasiado costoso.

Por el contrario, el alcohol es esencial en la actividad de los Jung en Pips, que lleva ese nombre por los hoyuelos en las raquetas clásicas. Aquí, los eventos en torno al ping-pong de los Jung se realizan con cubos de hielo en forma de pelotas de tenis de mesa, y el espacio es tan iluminado y ventilado como un gimnasio. Inaugurado en 2014, Pips & Bounce se ha vuelto el epicentro de una escena nocturna donde los asistentes toman las raquetas tan a menudo como los tacos de billar.

A Jung, cuya clientela está compuesta mayormente por jugadores de nivel inicial y es más femenina que masculina, no le sorprende que el ping-pong tenga tanta popularidad en la ciudad.

“Portland es esta ciudad que realmente se toma en serio ser informal”, dijo.

Ese espíritu permea en Rontoms, un extravagante salón en el lado este con un patio cubierto por un enorme techo geométrico de madera. En un reciente sábado soleado, dos comensales un hombre y una mujer intercambiaban voleas informalmente en una mesa de ping-pong en un rincón cubierto.

Más al sureste está Nest, un lugar de niveles múltiples y escasa iluminación donde el elenco de la película oscura de David Lynch, “Blue Velvet”, se sentiría en casa jugando ping-pong. Si el personaje de Dennis Hopper fuera cliente, su bebida presumiblemente sería un Pabst Blue Ribbon, una lager favorita entre muchos de los jugadores de liga de más edad que son clientes habituales de otro bastión en el sureste de Portland, Blitz Ladd.

Blitz Ladd es un bar cavernoso de sillones de cuero con tantos televisores como asientos. El área de juego al fondo contiene un espacio dedicado al ping-pong, donde un entusiasta local, Tim Titrud, regularmente reúne a sus jugadores de liga, quienes se clasifican entre Pips & Bounce y Paddle Palace en términos de aptitud.

“Tenemos a muchas personas de Blitz que vienen y juegan aquí”, dijo Hoarfrost, quien en una noche en que Paddle Palace estaba cerrado llevó a un empleado recién contratado a Pips para demostrarle que la escena del ping-pong en Portland nunca duerme.

Con ese fin, cuando se le presionó para que describiera la diferencia entre su bar de jugadores mayormente principiantes y el centro atlético de Hoarfrost, Jung sucintamente dijo: “En Paddle Palace, la gente se cambia los zapatos”.

Mike Seely
© 2017 New York Times News Service