Donde Nestlé engulle agua, los residentes dudan de las afirmaciones de un impacto insignificante

EVART, Michigan ⎯ El arroyo detrás de la casa de Maryann Borden era antes “un encantador riachuelo que simplemente pasaba barboteando y no cambió durante décadas”, afirma. Ahora tiene quizá 3.7 metros de ancho ⎯ la mitad de lo que tenía, según estima ⎯ e islas de pasto alteran lo que antes era un flujo ininterrumpido.
“¿Qué sucedió?”, preguntó Borden. “Sucedió Nestlé. Eso es lo que yo pienso”. También lo piensan muchos de sus vecinos.
Nestlé puede bombear más de 492 millones de litros de agua al año de un pozo cerca de esta localidad del noroeste de Michigan para embotellara y venderla. Es un negocio grandioso: el año pasado, por primera vez, el agua embotellada se vendió más que los refrescos carbonatados en Estados Unidos.
Y ahora Nestlé quiere más. Ha solicitado incrementar su asignación de bombeo en el pozo en 60 por ciento. La solicitud, sobre la cual se espera que dictamine en los próximos meses el Departamento de Calidad Ambiental de Michigan, ha catalizado la oposición en parte debido a lo que Nestlé paga por la mayor parte del agua que embotella: nada. Es decir, paga solo una cuota de permiso anual de 200 dólares para bombear de los pozos que posee (como este) o arrienda.
“Que alguien tome parte de la mejor agua que debería estar corriendo a los arroyos, el río Muskegon y, eventualmente, el lago Michigan, es un asunto importante”, dijo Jeff Ostahowski, vicepresidente de Ciudadanos de Michigan para la Conservación del Agua, quien vive a unos 40 kilómetros de Evart. “¿Qué Nestlé lo haga gratuitamente? Eso es simplemente una locura”.
En realidad, es la costumbre estándar; los dueños de tierras y empresas comerciales han tenido desde hace tiempo derecho en gran parte de Estados Unidos de usar tanta agua como quieran gratuitamente si perforan los pozos y la bombean ellos mismos. Incluso los clientes de los sistemas de agua municipales técnicamente pagan no por el agua que usan sino por la infraestructura y electricidad necesarias para distribuirla.
Sin embargo, en un estado donde el acceso al agua limpia y asequible, más notablemente en Flint y Detroit, ha dominado las noticias, a muchos les ofende que una compañía extranjera pueda sacar provecho económico de embotellar tanta por tan poco. Incluso en este rincón profundamente conservador del Estados Unidos rural, el temor a deterioro ambiental y una sensación de ser explotados está llevando a muchos a denunciar la demanda de más de Nestlé.
Otras industrias importantes usan mucha más agua por la misma cuota de permiso de 200 dólares ⎯ Pfizer, por ejemplo, usó 26,100 millones de litros en 2015 para su fábrica de medicamentos cerca de Kalamazoo, según datos del estado ⎯ pero la mayor parte de esa agua se regresa a la misma cuenca después de que es usada, señalan los críticos de Nestlé.
La escala de la operación de Nestlé en esta región escasamente poblada unos 290 kilómetros al noroeste de Detroit es inmensa. La compañía empaca un promedio de 4.8 millones de botellas de agua al día ⎯ más de 3,000 por minuto ⎯ con todas las líneas operando en una planta a unos 64 kilómetros al sur de Evart, dijo David Sommer, el gerente de la fábrica.
Esa planta extrae agua de nueve pozos, incluidos dos propiedad de la ciudad de Evart por los cuales paga la tarifa de agua municipal local de 3.50 dólares por 3,785.4 litros. Dos están en el sitio de la fábrica y los otros cinco están dispersos en dos condados rurales, incluido el pozo de White Pines cerca de Evart que es el mencionado en la solicitud de aumento de extracción.
Todo ese bombeo produce el agua de manantial de la marca Ice Mountain vendida en toda la parte superior del Medio Oeste y la línea de agua filtrada Pure Life, una línea nacional. El agua de manantial, definida como la proveniente de fuentes que fluyen naturalmente en la superficie de la tierra, se vende más cara porque es percibida como más auténtica y más sana, dicen funcionarios de Nestlé.
“El agua de manantial es algo muy diferente, una fuente valiosa”, dijo Nelson Switzer, director de sustentabilidad de Nestlé Waters North America. “Llevamos eso a la gente, esa conveniencia, esa capacidad de volverla a cerrar, de llevarla con ellos, de tenerla cuando la necesitan. Esa es una idea muy singular, una distinción”.
Para ganarse a la agencia ambiental estatal, Nestlé debe convencer a los funcionarios de que es un buen administrador del medio ambiente. Arlene Anderson-Vincent, gerente de recursos naturales de Nestlé para Michigan, insistió en que “nunca tomamos más de lo que la naturaleza reincorpora”.
El administrador municipal de Evart, Zackary Szakacs, apoya a Nestlé, afirmando que la compra de agua que hace la compañía de los pozos propiedad de la ciudad mantienen los costos bajos para los 2,000 residentes de una comunidad con un ingreso medio de 19,000 dólares. La empresa también paga por un fondo de protección ambiental, nuevas instalaciones recreativas públicas y, más recientemente, a los científicos y la experiencia para purificar un pozo municipal que Nestlé encontró que estaba contaminado con perclorato, una toxina para la tiroides.
“Hay demasiada agua en el condado de Osceola, es increíble”, dijo Szakacs, quien afirma que no ha observado cambios en las vías fluviales. “”Somos muy afortunados. Tenemos una asociación con Nestlé Ice Mountain. Es una buena asociación. Simplemente estamos tratando de sobrevivir para que la localidad viva otros 100 años”.
Sin embargo, la oposición es fuerte. En abril, el consejo de zonificación en el Distrito de Osceola, el área no incorporada en las afueras de Evart donde se sitúa el pozo de White Pines, votó 5-0 para rechazar la solicitud de Nestlé de construir una instalación de 500,000 dólares que incrementaría su capacidad de bombeo actual si el estado lo permite.
Nestlé está apelando ese fallo, diciendo que la estación de bombeo es la forma más eficiente de trasladar la mayor cantidad de agua. Si la compañía no puede construir la estación, podría ampliar un ducto existente o transportar el agua en camiones a la fábrica, dijo Anderson-Vincent.
No hay datos científicos concluyentes de que Nestlé haya mermado o alterado al ecosistema. Incluso hidrólogos locales molestos por las operaciones de Nestlé reconocen que las acusaciones de daño son apoyadas en su mayor parte por observaciones anecdóticas como las de Borden o de pescadores que dicen que los bancos de trucha del arroyo han disminuido.
“Hemos oído sus argumentos, pero no hemos visto ninguna de sus pruebas científicas”, dijo Switzer. “Créame, las hemos pedido una y otra vez, les hemos invitado a venir y dialogar con nosotros. No olvidemos que tenemos 17 años de datos, ciencia rigurosa con más de 100 puntos de monitoreo que demuestran de manera rigurosa que lo que estamos haciendo no tiene un impacto significativo”.
Los oponentes locales dicen que esas afirmaciones son engañosas. Ostahowski dijo que a él y otros ambientalistas nunca se les había ofrecido la oportunidad de revisar los datos sin procesar de Nestlé. Señalan que la solicitud de Nestlé inicialmente fracasó cuando fue sometida a la Herramienta de Evaluación de Retiro de Agua del estado, una fórmula destinada a determinar si el bombeo dañará al ecosistema.
Nestlé convenció a los funcionarios de analizar los datos de manera diferente, argumentando que la herramienta era demasiado conservadora, y en el segundo intento el estado concluyó que el bombeo no perjudicaría al medio ambiente.
Melody Kindraka, vocera de la agencia ambiental estatal, dijo que el departamento “sigue en el proceso de revisar y verificar toda la información que hemos recibido”. No se ha dado una fecha límite para el anuncio de su decisión.
En estas zonas, sin embargo, los residentes veteranos como Borden dicen que el sentido común podría servir de mejor guía que la ciencia.
“Las matemáticas no cuadran”, dijo, mirando al arroyo al lado del cual ha vivido desde que Dwight D. Eisenhower era presidente. “No puedo comprender cómo pueden tomar tanta. ¿Cómo se recupera de esa enorme extracción? Son millones de litros. No regresa a nuestro acuífero, porque la están poniendo en una botella y enviándola a alguna otra parte”.

Steve Friess
© 2017 New York Times News Service