El abogado del diablo

En  nuestro país se le conoce  como abogado del diablo a aquel que defiende una causa sin creer en ella, más por conveniencia que por convicción, y ese es el caso del hoy secretario de Hacienda José Antonio Meade Kuribreña.
Formado en la administración pública desde tiempos de Ernesto Zedillo, al actual secretario de Hacienda y Crédito Público lo mismo le da servir a los gobiernos priistas que a los gobiernos panistas, pues para él como para muchos otros, el servicio público se resume a administrar un país más que a gobernarlo.
Para los tecnócratas, lo importante es  obtener ganancias por encima del bienestar de  los mexicanos y la prueba  de su fracaso está en que 30 años después de su arribo al poder, el nivel de las mayorías en materia de salud, empleo y seguridad se ha deteriorado al grado de ubicarnos en los niveles más bajos de la Organización Mundial del Comercio (OCDE)  y de otros organismos que tanto ponderan.
Los tecnócratas confunden sensibilidad social con demagogia porque su formación no les permite ver que un pueblo no se administra, sino que se gobierna incluyendo a aquellos individuos y grupos sociales que, desde su perspectiva, no generan ingresos.  Los grupos vulnerables, los enfermos y las comunidades indígenas no forman parte de su esquema de productividad y por consiguiente son marginados de los beneficios sociales.
Sus pares son figuras como Enrique Ochoa Reza, Francisco Gil Díaz, Agustín Carstens, David Korenfeld -el director de Conagua que renunció por su abuso del helicóptero de la dependencia-, y otros tecnócratas que si bien se han mantenido lejos de los reflectores, son quienes le han provocado mayores daños a nuestro país, donde han abarato la mano de obra.
Sumemos al ex director de Infonavit, Víctor Manuel Borrás quien convirtió al instituto en una hipotecaria privada, al ex director de Pemex,  Emilio Lozoya, sobre quien pesan sospechas de corrupción de las empresas OHL y  Obedrecht, al presidente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, Basilio González con su sueldo de 3 millones por año y muchos más.
Junto con un puñado de privilegiados por el sistema político, José Antonio Meade es integrante de la cúpula privilegiada, de la casta dorada que se despacha con la cuchara grande los sueldos y las prerrogativas, con la ventaja de que no están en el ojo del huracán como gobernantes y legisladores  sino ocultos en las sombras.
No tienen que someterse a un proceso electoral para llegar a puestos de poder, y por su bajo perfil, perduran en sus cargos y suben los escalafones de las secretarías y organismos a lo largo de diversos sexenios y con sus políticas dictadas desde sus escritorios, han convertido a los mexicanos en mano de obra barata.
No es casualidad que todas las dependencias y organismos por las que pasó Meade Kuribreña como la Consar, IPAB, Secretaría de Energía, Secretaría de Hacienda y otras, han servido a los intereses de los grandes capitales y han actuado en perjuicio de los mexicanos.
El Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), que sustituyó al Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fopabroa), costó más de 552 mil millones de pesos que la banca debió pagar a los ahorradores y que terminó pagando el pueblo mexicano con sus impuestos. Fuente: IPAB
Y si usted pensó que el Fobaproa era historia se equivoca: hoy se llama IPAB y la deuda que con Zedillo era de 669 mil millones de pesos, subió a 701 mil millones durante el sexenio de Fox, y a 828 mil millones durante el de Calderón. Hoy con Enrique Peña Nieto, los mexicanos le seguimos pagando a los bancos, a los cuales se les deben 884 mil millones de pesos.
La Secretaría de Energía más parece el US Department of Energy pues cuida y preserva los intereses de los grandes consorcios estadounidenses que los pocos recursos que nos quedan a los mexicanos. Con Fox, Calderón y Peña Nieto, México y en particular Baja California se convirtieron en el patio trasero, en el sótano de California, con las tuberías del gas y  las líneas de electricidad a disposición del extranjero.
La Secretaría de Hacienda se ha ensañado con los contribuyentes, sean profesionistas o empresarios  mientras le condona millones en impuestos a las grandes empresas al servicio del sistema.
La posible postulación de  José Antonio Meade como candidato  a la presidencia de la República, debería avergonzar a los priistas que aún militen en ese partido y que conserven un poco de ideología y de dignidad, porque a un vendepatrias le tiene sin cuidado porqué partido llega al poder,  para seguir administrando los pocos bienes que le quedan a la Nación,  y cuyos bienes como puertos, aeropuertos, minas y carreteras, han dejado en manos de consorcios extranjeros al mismo tiempo en que han convertido a los mexicanos en mano de obra barata.
México  ya sufrió mucho a manos de los tecnócratas  y tantos estudios en Harvard o en Yale no les han bastado a estos fríos calculadores  como Meade, para entender que los mexicanos no somos una estadística sino ciudadanos que merecemos y exigimos buenos gobiernos y no abogados del diablo.