“El caos y el orden…”

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Según comenta Miguel Ángel Tobías a propósito de su documental ‘El caos y el orden: Manuel Felguérez y su obra abstracta’ (México-España, 2016), Felguérez (Valparaíso, Zacatecas, 1928) es uno de los artistas plásticos más importantes del siglo XX, aún vivo y en activo a sus 88 años.
Documental homenaje a la vitalidad y al inagotable impulso creativo que el realizador describe como el lado humano de este artista, ‘El caos y el orden…’ también rinde tributo al llamado Grupo de la Ruptura, jóvenes artistas de la posguerra como Vicente Rojo, Lilia Carrillo y José Luis Cuevas, que asimilaron las vanguardias europeas en contra de la llamada Escuela Mexicana, el muralismo que se afirmaba como la forma correcta de expresar la nacionalidad.
La querella entre los tradicionalistas que pugnaban por un arte educativo, apoyado por el oficialismo de acuerdo a los ideales revolucionarios de entonces, y estos artistas jóvenes atraídos por el expresionismo abstracto, el cubismo y el constructivismo, parece ahora cosa de leyenda. Fiel a una vocación educativa, este trabajo de Tobías incluye material documental de la época donde ve a Vicente Rojo, Cuevas, Felguérez, los García Ponce, Octavio Paz, entre varios, en reuniones y exposiciones. Se muestran declaraciones de figuras como Siqueiros atacando la falta de lo humano en estas nuevas tendencias, y se escucha la réplica de esos jóvenes, puro sentido común, de que el arte es siempre humano.
No cabe duda que el fenómeno fue mucho más complejo que una simple querella entre clásicos y modernos; la ausencia de un manifiesto que menciona el mismo Felguérez sugiere que no se trató de una sola corriente, que habrían coincidido diferentes expresiones. El panegírico de Tobías no explora mucho esa parte, pero Manuel Felguérez, quien ha sido maestro de arte y expone su pensamiento con precisión, comenta de paso sobre tendencias abstractas y figurativas en los diferentes asociados al grupo. El documental tampoco se ocupa de situar el estado actual del arte en México, por lo menos desde el punto de vista de estos artistas.
En todo caso, la incursión de Felguérez con su Ecuación en Acero en el edificio colonial de la Secretaría de Educación –santuario de los murales de Diego Ribera–, y secuencia que el director deja para la última parte, funciona como epílogo; de forma puramente intuitiva, la reconciliación de dos grandes tendencias artísticas del siglo XX. A fin de cuentas se trata de arte mexicano, por más escuelas que se digan. Desconozco si hay estudios que trasciendan el lugar común de la Ruptura y exploren la forma de evolución y continuidad del mural mexicano, como podría sugerirlo el alucinante ‘Mural de Hierro’ (Felguérez, 1962) recién adquirido por la UNAM.
‘El caos y el orden: Manuel Felguérez y su obra abstracta’ es una verdadera hagiografía a un santo del arte mexicano; Miguel Ángel Tobías no oculta su admiración a este artista que encuentra el orden escondido en el caos, y que no deja de explorar caminos en la pintura y en la escultura, o como diría Elena Poniatowska, un artista que camina siempre al filo de la navaja. Lo único lamentable de este documental, quizá por descuido o vicio adquirido en su larga experiencia en series educativas para la televisión española, es la irritante música clásica de fondo, nada a tono con la vanguardia.