El Chapultepec de Cuernavaca

 

CUERNAVACA, Mor. (proceso).- .- Pese a que las barrancas son elementales para la conservación de la biodiversidad de esta capital y a ellas se debe el clima que la ha hecho ser llamada “La ciudad de la eterna primavera”, la pésima educación ambiental consiguió convertirlas en sinónimo de tiradero de basura.

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Es decir, espacios para desechos de todo tipo, una especie de patio trasero para las casas aledañas e incluso drenaje.

Pero Barranca Chapultepec ya es una excepción, pues desde hace tiempo la ha funcionado como un parque de diversiones. Y es objeto del rescate que busca devolverle su carácter de zona natural protegida –otorgada por decreto presidencial de Lázaro Cárdenas–, reutilizando algunos de sus espacios para actividades culturales.

Durante un recorrido realizado por Proceso, en esta Barranca de aproximadamente 11 hectáreas de terreno y 1.5 kilómetros de largo, los secretarios de Cultura del estado, Cristina Faesler; de Desarrollo Sustentable, Topiltzin Contreras MacBeath; y el director general de Participación Ciudadana de esta última secretaría, Ernesto Salvador Cobos, expusieron los avances en la recuperación del sitio, llamado Parque Estatal Urbano Barranca de Chapultepec o más popularmente Parque Ecológico Chapultepec.

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Frente a lo que fuera una jaula de monos que se han enviado ya a Catemaco, Veracruz, Cobos recuerda que durante décadas este lugar tuvo, si no propiamente un zoológico, sí varios animales en cautiverio ajenos al entorno natural de Cuernavaca, lo que resultó en perjuicio de la fauna endémica y de las propias especies foráneas. Es el caso de un par de cocodrilos que serán donados a otro sitio, porque no obstante provenir de clima cálido. Viven en el paso de agua helada del manantial que alimenta la barranca.

El parque, privado en una época, se llamó Jungla Mágica, y además de los monos tenía aves rapaces, patos, focas, un delfinario y hasta una ballena orca. En el río se había introducido la carpa koi, pez de agua dulce conocido también como carpa europea, que ha llegado a ser considerada como una de las cien especies exóticas más dañinas del mundo (https://es.wikipedia.org/wiki/Cyprinus_carpio).

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Este pez puede llegar a medir hasta 80 centímetros de largo y estaba terminando con dos especies nativas, pero se ha reintroducido para repoblar el río que atraviesa la barranca: el cangrejito barranqueño y la carpita morelense, ambas entre entre 8 y 12 centímetros de longitud.

Igualmente se está haciendo una campaña de concientización para que los vecinos controlen a sus animales domésticos, como perros y gatos, y evitar no escapen a la barranca, donde está prohibido ingresar mascotas pues sus parásitos y enfermedades pueden ser transmitidas eventualmente a las especies que tradicionalmente habitan ahí.

Cobos resume que al parque se le estaba dando un uso ajeno al que la normatividad señala para el caso de áreas naturales protegidas:

“Ésta es quizá la primera área natural protegida del estado, el decreto es de tiempos de Cárdenas (17 de noviembre de 1937) y tradicionalmente había sido utilizado como un espacio recreativo, había tirolesas en algunos puntos, comercio de todo tipo, se vendía toda clase de alimentos.”

La rehabilitación de la barranca comienza con el retiro de animales exóticos, se regeneran los espacios verdes, se siembran nuevos ahuehuetes que son especies locales, y se retiran ciertas instalaciones pues “había demasiado concreto”.

Ahora está prohibida la venta de botanas, pastelitos y refrescos industrializados. Hay locales que ofrecen productos como los tradicionales raspados de frutas y agua natural embotellada. Además no se permite dentro del parque el uso de algunos materiales, entre ellos el unicel.

Una vez al mes, en la explanada ubicada afuera del parque, se pone el llamado Mercado Verde donde alrededor de 120 productores locales ofrecen sus mercancías realizadas con sistemas sustentables: Artesanías, arte, diseño, herbolaria, productos orgánicos y servicios de ecoturismo, entre otros. El próximo será el viernes 17 de julio.

Contreras MacBeath explica que Cuernavaca cuenta con unas 60 barrancas (investigadores de la UNAM registran 200) y “todas contaminadas” cuando deberían ser como Chapultepec. Plantea que si las casas alrededor de la barranca (ubicada en medio de la mancha urbana) se hubieran construido con el frente hacia ella y no a la calle “sería otro tipo de ciudad”.

Éste es su modelo a seguir para el rescate de otras barrancas, y la muestra de cómo deben mantenerse las áreas naturales en toda la ciudad:

“Ahorita estamos rescatando una llamada Chalchihuapan, que viene desde Santa María, que es la parte del bosque, y llega hasta la glorieta de Tlaltenango… En unos meses esa va a ser la primera barranca cien por ciento libre de contaminantes. Estamos recuperando también la que pasa a un lado del Mercado Adolfo López Mateos, en donde estamos conduciendo las aguas negras hacia una planta de tratamiento.”

Asegura el biólogo que es una planta de “primer mundo” con capacidad para tratar 750 litros por segundo, y ahora le llegan 250 litros. Además se están haciendo los colectores “aunque la gente se enoja porque estamos abriendo las calles, pero eso va a ayudar a que no se usen las barrancas como desagües. Ninguna ciudad civilizada de este planeta usa las barrancas o ríos como desagües. Tenemos un plan para que las barrancas tengan agua viva, no limpia, viva, con especies, que sean nuestros corredores de biodiversidad”.

Del horror a la cultura

Parte de la infraestructura con la cual contaba la Barranca Chapultepec se ha ido retirando. En otros casos se decidió reutilizarla. Así, por ejemplo, la construcción que fue una Casa de los Horrores en la Jungla Mágica, es ahora la Galería la Barranca. Dice la secretaria de Cultura, Cristina Faesler:

“Estamos trabajando con la Secretaría de Sustentabilidad en habitar de nuevo los espacios. La Galería la Barranca será para el arte joven, arte emergente, y se vincula con el Centro Morelense de las Artes (Cema), pero no será la galería del Cema, hay jóvenes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, artistas que no están en escuelas, o de la Ciudad de México, es un espacio interesante y parte de los escalones que el artista va caminando hasta llegar al Jardín Borda.”

Dice la funcionaria que se plantearon que la gente camine por la barranca y se encuentre con una oferta cultural. Sobre el mismo andador se dan conciertos, hay una carpa abierta donde se ofrecen funciones de teatro o de circo. Se tiene el foro El Ahuehuete, un domo digital, y el Teatro Tlahuica, cuya construcción evoca las pirámides prehispánicas, en donde se presentan conciertos sinfónicos, de coros y funciones de cine.

Frente a esta Galería está la Casa Ecológica donde se imparten talleres relativos al tema de la sustentabilidad, separación de desechos, medicina tradicional, y uno sobre el agua.