En las anteriormente deslumbrantes costas de Líbano, crece un deposito de basura

BEIRUT ⎯ Alguna vez hubo una bonita vista al mar en el club de playa Al Jazira, y las sombrillas de hojas de palma clavadas en la arena son recordatorios de días más agradables. Actualmente, el lugar está rodeado por un deposito de basura siempre creciente.
“Esto era una playa”, dijo Hassan, un hombre sirio que trabaja como cuidador en el club e insistió en ser identificado solo por su nombre de pila debido a una demanda judicial que concierne a la ciudad. “Había mar. Había rocas. Yo acostumbraba pescar”.
Frente a la costa, Mohammed Jradi, quien ha estado pescando en las aguas del Mediterráneo frente a Beirut durante 20 años, dijo que la basura había alejado incluso a los peces.
“En todo el mundo, hay soluciones para esto, pero no aquí”, afirmó.
No hay final, al parecer, para la crisis de la basura de Líbano, un símbolo poderoso de la disfuncional política basada en sectas que define a este país diminuto; de la mitad del tamaño de Vermont, según señaló el periodista David Hirst. Cuando las pilas de basura se acumularon en toda esta ciudad hace dos años, envolviendo a Beirut en un olor desagradable, engendraron un movimiento de protesta, llamado “Apestan”, contra la clase política.
Ahora, el episodio más reciente de la crisis se ha convertido en una historia singularmente libanesa, que entrelaza la migración de aves, la aviación civil, pistoleros misteriosos y la larga historia de la lucha de Líbano para convertirse en un Estado funcional que pueda al menos hacerse cargo de su basura, más de 25 años después de salir de una larga guerra civil.
El año pasado, como una solución improvisada a la crisis de la basura, el municipio abrió el relleno sanitario de la Costa Brava en la playa, no lejos del Aeropuerto Internacional Rafic Hariri de Beirut. Y así para muchos visitantes que llegan a Beirut, una ciudad cuya arquitectura deteriorada pero elegante, grandiosa cocina e influencias coloniales franceses son por lo demás encantadoras, lo primero que los recibe es una fuerte peste a basura.
El relleno sanitario también atrajo a aves ⎯ muchas de ellas ⎯ no solo las gaviotas que normalmente vuelan por la costa, sino otras que están en patrones migratorios procedentes de Europa y el norte de África. “En otras palabras”, escribió un bloguero local, “un gigantesco restaurante libanés al aire libre para las aves”.
Más seriamente, esto planteó un problema para la aviación civil. Cuando un avión de Middle East Airlines de Líbano golpeó a un ave ⎯ un episodio que recordó el aterrizaje de emergencia del capitán Chesley Sullenberger en el río Hudson hace ocho años después de que golpeara a una parvada ⎯, el problema de la basura de Líbano repentinamente se convirtió en un asunto de seguridad de la aviación.
Casi de inmediato, pistoleros se aparecieron en la costa, al parecer desplegados por el gobierno para disparar a las aves, provocando la ira de activistas ambientales, por no mencionar los pescadores.
“Yo veía gaviotas por todas partes”, dijo Jradi, “pero hoy no hay ninguna. Fueron acribilladas”.
Añadió: “Por supuesto, las extraño. Eran entretenimiento para nosotros. Para mí, era una escena entretenida, verlas volar”.
Los activistas han dicho que el asesinato de las aves fue una violación de la Convención de Barcelona, que pretende proteger la vida silvestre en las regiones costeras del Mediterráneo, y que el gobierno podía haber encontrado otras soluciones, como usar armas tranquilizadoras en las aves.
“Líbano es un área importante para las aves”, dijo Paul Abi Rached, un prominente activista libanés, señalando que millones de aves procedentes de Europa y el norte de África pasan por Líbano cada año en patrones migratorios.
“Así que lo que están matando no son aves libanesas”, dijo. “Son las aves de Europa. Esa es la catástrofe”.
El presidente de Middle East Airlines, la operadora nacional de Líbano, declaró a un entrevistador del canal televisivo MTV que la seguridad de los pasajeros aéreos era más importante que la vida de las aves, y dijo que los cazadores continuarían su trabajo según se necesitara.
El problema de la basura ha sido desde hace tiempo un símbolo del fracaso de la política libanesa, uno que activistas dicen que tiene sus raíces en la época posterior a la guerra civil del país, que terminó en 1990. Poco después de que terminó la guerra, el gobierno estableció una compañía de recolección de basura, llamada Sukleen, que estaba conectada con partidos políticos y a lo largo de los años se convirtió en vehículo para la corrupción, dicen activistas. Esto frustró la posibilidad de otras soluciones, como el reciclaje y, en un país tan pequeño como Líbano, ha sido difícil encontrar suficiente espacio para rellenos sanitarios.
“Líbano es un lugar muy densamente poblado”, dijo Habib Battah, fundador del sitio web noticioso Beirut Report, que ha escrito sobre el relleno sanitario de Costa Brava. “Otros países tienen grandes espacios abiertos, pero nosotros no”.
Dijo que, a largo plazo, el reciclaje era la respuesta, porque cuando se trata de encontrar nuevos lugares para depósitos de basura, “dondequiera que uno va en Líbano hay una aldea cercana”.
Battah dijo que los problemas con la basura se remontaban a la decisión al final de la guerra de privatizar la recolección de basura. Afirmó que Líbano ofrecía una lección a otras sociedades de posguerra sobre los peligros de apresurarse a la privatización con demasiada rapidez, y que él a menudo deseaba poder traer a partidarios del libre mercado a Líbano a un viaje de campo para que vean lo que puede suceder a falta de firmes regulaciones gubernamentales.
“Básicamente, cuando se hace eso, la gente en el poder se enriquece”, dijo.
Los servicios públicos en general, no solo la recolección de basura, han sufrido desde hace tiempo en Líbano, dijo, forzando a los líderes políticos a enfrentar una pregunta difícil: “¿Qué componer primero? ¿El agua? ¿La basura? ¿El internet?”

Tim Arango y Hwaida Saad
© 2017 New York Times News Service