En un pueblo francés, los migrantes empiezan a instalarse entre la cautela de los habitantes

En el centro de acogida de Forges-les-Bains, cerca de París, que fue parcialmente incendiado a inicios de septiembre, un grupo de migrantes afganos empieza a instalarse bajo la mirada cautelosa de los residentes de esta localidad de 3.700 habitantes.

El incendio deliberado ocurrido el mes pasado, antes de la llegada de sus primeros ocupantes, convirtió a este centro en un símbolo de la oposición de una parte de la población francesa a la llegada de migrantes y refugiados.

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El establecimiento, una enorme casona con un parque ubicado en el centro de esta localidad próspera, ha acogido a 77 hombres que llegaron en dos olas sucesivas, el primero hace un mes, el segundo el martes.

Aún se pueden ver las huellas del incendio en el techo del inmueble principal. Pero sus nuevos residentes apenas se dieron cuenta. Por el momento ocupan otras habitaciones de la residencia, que no fueron afectados por las llamas.

“Les hablamos sobre las circunspección” de varios habitantes ante su llegada y “les pedimos que se mantengan vigilantes”, explica Bruno Morel, director general de Emmaüs Solidarité, la asociación que gestiona el centro.

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Pero decidieron no decirles nada sobre el incendio. “No queríamos que tengan miedo”, explica Morel.

“Me gusta dormir aquí. Las habitaciones son lindas”, dice Fazalkhaliq Sahak, un afgano de 18 años que ocupa sus días entre clases de francés, una actividad deportiva y las gestiones para pedir asilo en Francia, un proceso laborioso.

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Antes de llegar a este centro, conoció el exilio, las calles de París y la evacuación hacia un gimnasio de los suburbios parisinos. Pero allí no lograba dormir por la falta de intimidad, cuenta.