En Tijuana ya opera el muro ofrecido por Trump

Hasta mediados de los 90, la línea divisoria entre Tijuana y San Diego era un tendido de alambre de púas que corría a lo largo de más de 60 kilómetros, desde la playa que constituye la primer esquina del país hasta los límites con el desierto de Tecate.

Para mediados de esa misma década, arrancó el Operativo Guardián a cargo de la Patrulla Fronteriza, en 1994, mientras que el gobierno de Washington reforzó la zona limítrofe entre ambos países, primero con bardas levantadas con desechos de guerra -láminas que habían servido como rampas de despegue-, y posteriormente con hasta dos y tres muros de concreto y metal.

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Desde que inició el Operativo Guardián, se reforzó la frontera entre México y Estados Unidos con un despliegue de efectivos de la Border Patrol, de 2 mil a 11 mil, y con el reforzamiento de la valla metálica fronteriza y la construcción de una triple barda en los puntos de mayor cruce, así como el uso de sofisticada tecnología de detección de movimientos o de visión nocturna, utilizada en la guerra del Pérsico, y la instalación de radares, lo que revelan que la militarización es una realidad, agudizada por la amenaza del terrorismo.

Hoy el operativo Guardían cumple ya 22 años y durante este lapso, ha provocado -directa o indirectamente-, la muerte de casi 6 mil personas, entre hombres, mujeres y ahora cada vez más niños, que intentaron cruzar la frontera entre México y Estados Unidos.

Cada 1 de octubre se conmemora el aniversario de la entrada en operación del Operativo Guardián, que a lo largo de estas dos décadas ha arrojado un saldo de 6 mil 600 muertes a lo largo de la frontera, cifra que no incluye los más de mil cadáveres confinados en cementerios de Estados Unidos.

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Desde el arranque de Guardián –ordenado durante la administración de Bill Clinton-, la frontera se militarizó en lo que se tradujo en un elevado costo humano, aunque ni el gobierno de México ni el de Estados Unidos, quieren admitirlo, de acuerdo a Christian Ramírez, titular del Comité de Servicio de los Amigos Americanos.

Más aún, una de las herramientas que las organizaciones no gubernamentales pidieron crear a las autoridades para la protección de deportados e indocumentados, la Ley de Protección al Migrante, ni siquiera apoya a este sector ya que “no define el perfil de un migrante, basado en el tiempo de residencia de la ciudad, cuestión que se había establecido como primordial en los acuerdos iniciales”, aseveró el padre Patrick Murphy, ex director de la Casa del Migrante.

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Guardián, al decir de los defensores de los migrantes, es un operativo que a pesar de su costo humano y económico fracasó porque a lo largo de una década, nunca pudo detener el flujo migratorio, sino apenas logró disimularlo, al empujarlo a las regiones más agrestes donde los migrantes mueren en el abandono.

Los 20 años de Guardían “arrojan cifras de guerra: más de 3 mil muertes, un sinnúmero de violaciones a los derechos humanos, desaparecidos, impunidad y violencia”, en palabras de Christian Ramírez.
El también ex alcalde de National City, al cual convirtió en un “santuario para migrantes” ya que ordenó a la policía no perseguir a los indocumentados, consideró que bajo el amparo de Guardián, es que han muerto miles de indocumentados a manos de los agentes de la Border Patrol, de los asaltantes o por las inclemencias climáticas de los desiertos a los que son empujados aquellos que intentan cruzar en forma ilegal hacia Estados.

En más de dos décadas, el muro se ha convertido en un lienzo para el arte: desde grafitis que advierten que las familias no se separan, hasta cruces y ataúdes colgados en sus láminas, y escenario para la posada del migrante que cada diciembre organizan la iglesia católica y las organizciones defensoras de los indocumentados.