Estrategias para orientarse en la sala de urgencias

Las quejas por la sala de urgencias son legión y tanto pacientes como amigos y familiares que los acompañan frecuentemente relatan historias de aflicción. En ocasiones, esas quejas son justificadas, como cuando a un paciente con dolor abdominal espera horas a que lo atiendan hasta que se le revienta el apéndice. Pero en muchos casos también surgen de un malentendido sobre el funcionamiento de las salas de urgencias y la forma en que el mismo paciente puede ayudar.

Estos son algunos de los lamentos que he escuchado: “Estuve ahí cuatro horas antes de ver al médico.” “Las enfermeras, los médicos y los ordenanzas pasaban por mi cubículo, pero nadie me ponía atención.” “No pude hacer que nadie me llevara un vaso de agua.” “Me observaron durante horas, pero nadie me dijo si me iban a internar en el hospital.”

- Publicidad-

Si usted necesita ser internado, dispóngase a esperar más tiempo en la sala de urgencias hasta que se desocupe una cama en la unidad correspondiente.

Cada año, unos 120 millones de personas van a la sala de urgencias en Estados Unidos, cifra que aumenta anualmente pese a que muchos hospitales están cerrando sus salas de urgencias (ahora hay 22 por ciento menos que hace 20 años). Según los Centros para el Combate y la Prevención de Enfermedades, el tiempo promedio de espera para ver a un médico es de 55 minutos, pero la espera fácilmente puede ser de varias horas en una noche ocupada o en fin de semana.

Lo más importante que debe de saber el que llegue a la sala de urgencias es que las verdaderas urgencias médicas –los pacientes con problemas que ponen en peligro la vida, como ataque cardiaco, embolia, problemas respiratorios o hemorragias incontenibles– tienen precedencia sobre un hueso roto, un dolor de cabeza o un dolor de estómago.

- Publicidad -

La enfermera de selección evalúa la gravedad del problema y le asigna un número de prioridad. Si su vida no pende de un hilo, dispóngase a esperar y no se queje si alguien que llegó horas después de usted lo revisan primero. Como dice una enfermera: “Esperar es bueno; significa que no van a morir.”

Sin embargo, si usted está esperando a ser examinado y sus síntomas empeoran o aparecen otros, hágaselo saber a la mesa de recepción. A las salas de urgencias no les gusta que la gente vomite o se desmaye en la sala de espera. Pero tiene muy poco que ganar si exagera sus síntomas –solo confundirá el diagnóstico y podrían someterlo a exámenes innecesarios– a fin de que lo examinen más pronto.

- Publicidad -

También es importante saber esto: si se enfrenta a una auténtica emergencia, llame al 911. La ambulancia que responda lo llevará al hospital más cercano que esté preparado para tratar su problema. No siga el ejemplo de dos amigos míos que llegaron caminando al hospital mientras estaban sufriendo un ataque cardiaco. Y no conduzca ni le pida a nadie que lo lleve. Si usted llega en ambulancia, será evaluado y recibirá tratamiento de inmediato, aun antes de llegar al hospital. Pero si su problema resulta ser menos que urgente, una vez que haya llegado ahí lo enviarán al final de la línea de espera.

Si el médico lo manda a la sala de urgencia, pídale a su oficina que llame al hospital para proporcionar importante información de antecedentes.

Pero piénsesela bien antes de ir a urgencias por problemas que no sean tan urgentes. Si su médico no está disponible, es mejor tratar los padecimientos de poca importancia, como resfrío, garganta irritada, dolor de oídos, irritación de los ojos, dolor de espalda o una cortada que necesite puntadas, en un establecimiento de atención urgente, que ahora son comunes en la mayoría de las ciudades. En la actualidad, muchas cadenas de farmacias tienen clínicas atendidas por personal con capacitación médica, que puede tratar problemas de poca importancia, aunque no una costada profunda o una herida, y que le pueden sugerir una atención más especializada o seguimiento cuando sea necesario. (Pero pregunte primero por el costo y la cobertura de seguro.)

Además, algunos hospitales cuentan con una “sala de urgencias de vía rápida” para tratar pacientes con problemas poco graves y sacarlos de ahí rápidamente.

Suponiendo que la sala de urgencias sea su mejor opción, hay muchas cosas que usted puede hacer para que su visita sea más eficiente y le provoque menos ansiedad. Junto con su tarjeta del seguro, lleve en su cartera o en su teléfono una lista de todos los medicamentos y complementos alimenticios que esté tomando, así como alergias y problemas crónicos que tenga. De ser posible, también lleve copias de los resultados de exámenes recientes de laboratorio o de diagnóstico.

Procure que alguien vaya con usted o que lo alcance en la sala de urgencias para que le pueda servir de abogado y asistente. Una amiga recientemente pasó varias horas en la sala de urgencias con una anciana que se había caído y roto la nariz. Ella pudo llevarle una bebida que necesitaba, rellenarle la bolsa de hielo, averiguar cuándo sería internada la mujer y, sobre todo, ofrecerle su apoyo moral.

Una vez que lo asignen a un cubículo en la sala de urgencias, apréndase el nombre de la enfermera y el médico a cargo de su caso, pues ellos serán los indicados para pedirles ayuda, por ejemplo, para aliviar el dolor, y podrían ser los únicos que sepan si es prudente que usted coma o beba algo.

Aunque es normal estar estresado y ansioso cuando se busca atención de emergencia, practique técnicas de autocontrol, como la respiración profunda y la meditación. Eso puede ayudarle a reducir los síntomas y contrarrestar la tendencia a sentirse hostil. Esa hostilidad no le granjearía el afecto del personal de la sala de urgencias e incluso puede hacer que le pongan menos atención a su caso, no más.

Cuando esté listo para que lo den de alta, asegúrese de entender las instrucciones para la atención continua o de seguimiento que pudiera necesitar y solicite un número de teléfono al cual llamar en caso de que su condición empeore posteriormente.

Jane E. Brody
© 2017 New York Times News Service