Filtraciones de la PGR al “Z-40” desataron masacre en Coahuila

José Vázquez, responsable de recibir en Dallas los narcóticos que Los Zetas enviaban a Estados Unidos, decidió colaborar con la Agencia Antinarcóticos de EU (DEA por sus siglas en inglés) y les entregó los números de los celulares BlackBerry de Miguel Ángel Treviño Morales “Z-40”, de su hermano Óscar Omar y otros capos.

 

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La Agencia se los hizo llegar a la Procuraduría General de la República (PGR) para que los ubicaran y detuvieran. Sin embargo, desde esa dependencia filtraron la información confidencial al “Z-40”, advirtiéndole que “alguien de su organización lo estaba traicionando”.

 

En venganza, los hermanos Treviño ordenaron la masacre contra familias de Allende, Piedras Negras, Monclova y otros municipios del norte de Coahuila.

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José Vázquez rindió testimonio en dos ocasiones ante la Corte de Texas sobre lo ocurrido en el estado de Coahuila. La primera, el 16 de abril del 2013, en el juicio contra José Treviño Morales, hermano mayor del “Z-40” y “Z-42”, y contra el empresario veracruzano Francisco Colorado Cessa.

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Además, en un segundo juicio, contra Francisco Colorado celebrado el 30 de septiembre del 2015, en el cual describió la manera como se coordinaba al trasiego de drogas a Dallas, para lo cual se usaba el sistema de mensajes encriptados Pin a Pin del los teléfonos móviles BlackBerry.

 

“Nos dijeron que era más difícil para el gobierno y la policía tratar de interceptar las conversaciones por mensaje o nuestras llamadas telefónicas si usábamos ese sistema”, dijo Vázquez a los fiscales que lo interrogaron.

 

José Vázquez, que en esa época contaba con 35 años de edad, es originario de Dallas, donde terminó la preparatoria abierta.

 

Confesó que se inició en la venta de droga desde los 14 años de edad. En junio del 2002 fue arrestado por la Policía de Dallas y estuvo preso durante cuatro años. Al salir, un amigo le presentó a Héctor Moreno, originario de Allende, quien en esa época ya traficaba drogas para Los Zetas.

 

Desde principios del 2005, Los Zetas habían arribado al norte de Coahuila como avanzada del Cártel del Golfo (CDG) para tomar la plaza de Piedras Negras. Galindo Mellado Cruz, “Comandante Mellado” o “Z-10”, encabezó a unos 100 sicarios que amenazaron a todos los narcotraficantes de esa frontera para que se unieran a ellos, o de lo contrario los mataban.

 

Antes de que arribaran, Héctor Moreno traficaba narcóticos por su cuenta junto con el ciudadano estadounidense Alfonso “Poncho” Cuellar y José Luis Garza Gaytán. Otro de los narcotraficantes independientes era Efrén Tavira, quien operaba con un grupo de “narco juniors”.

 

Todos ellos decidieron sumarse a Los Zetas. Los capos “Z-40” y “Z-42” decidieron utilizar la experiencia de esos narcotraficantes y los pusieron al frente de sus operaciones de contrabando de cocaína a los Estados Unidos.

 

Para proteger sus ilegales actividades compraron a mandos del Ejército, Policía Federal, delegados de la PGR y funcionarios estatales, sobre todo de la Fiscalía.

 

Para el año 2009, Los Zetas comienzan a operar al margen del CDG. Traficaban unas 40 toneladas de cocaína por año. En esas operaciones obtenían alrededor de 860 millones de dólares, de los cuales 350 millones eran sus ganancias anuales.

 

Durante los más de tres años que operaron como cártel independiente obtuvieron ganancias superiores a los mil millones de dólares.

 

El eficiente trasiego operaba de la siguiente manera:

 

Los Zetas compraban la coca en Centroamérica debido a que “no confiaban en los colombianos”. La trasladaban por carretera hasta San Fernando y de ahí se distribuía a Monterrey, ciudades de la frontera de Tamaulipas y al norte del Coahuila.

 

En Allende, Héctor Moreno era responsable de empaquetar 500 kilos, de tal manera que no pudieran ser olfateada por los perros antidrogas de la Aduana de Estados Unidos. Esa cantidad se enviaba a través de tráileres de 18 ruedas.

 

 

Paquetes más pequeños, de treinta kilos, eran entregados a Efrén Tavira. Él se encargaba de meterlos en camionetas y autos a los que se les había modificado el tanque de gasolina. El “taller” donde se alteraban estaba en el interior del Cereso de Piedras Negras y un grupo de reos eran los responsables de realizarlo.

 

Tras cruzar la droga, se escondía en casas de seguridad ubicadas en Eagle Pass y desde ahí se mandaba por la carretera 35 hasta Dallas. Vázquez mantenía en esa ciudad cuatro casas de seguridad para esconderla antes de venderla a las pandillas que la distribuían por todo Estados Unidos.

 

El dinero de la venta se regresaba a Piedras escondido en los tanques de gasolina. En bolsas selladas se mandaban más de 4 millones de dólares por semana.

 

Además de recibir la droga, José Vázquez enviaba cargamentos de armas para la organización criminal.

 

 

Poncho Cuellar era más que el jefe de todas las operaciones de trasiego. Gracias a su eficacia se hizo “compadre” de Omar Treviño Morales. También administraba el dinero para comprar los caballos Cuarto de Milla que adquirían los líderes Zetas en Estados Unidos.

 

Además, contó en el juicio de Austin que compró 10 teléfono móviles marca BlackBerry con los cuales se coordinaban las operaciones de Los Zetas a través del sistema de mensajes encripatados de los usuarios de esa marca.

 

“Todo lo que se hizo fue través de mensajería. Compré diez BlackBerry, uno para Miguel, uno para Omar, y otros para más personas”.

 

Para los primeros meses del año 2010, José Vázquez comenzó a ser vigilado por la policía de Dallas. Para evitar que los capturaran se mudó con su padre a Allende y a Ciudad Acuña.

 

A finales de ese año, la DEA lo ubicó en México. Le “solicitaron” que cooperara o de lo contrario lo detendrían junto con su padre. Le pidieron los números telefónicos de “Z-40”, “Z-42” y de Heriberto Lazcano.

 

Vázquez les entregó los 10 números de los BlackBerry que había comprado Poncho Cuellar.

 

La información confidencial entregada a la DEA posteriorrmemnte terminó en manos de Miguel Ángel Treviño Morales. Le llegó por conducto de la PGR.

 

“Y como resultado de escoger cooperar con las fuerzas de la Ley, más de 200 personas fueron asesinadas”, le cuestionó a José Vázquez el Fiscal que interrogaba.

 

“Sí señor”, respondió.

 

Después de que funcionarios de la PGR le advierten al “Z-40” que “alguien de su organización lo estaba traicionando”, el capo decidió ir tras Héctor Moreno y Poncho Cuellar debido a que creyó que ellos eran los traidores.

 

Héctor Moreno ya había sido informado por Vázquez que estaba colaborando con la DEA. Moreno también decidió colaborar y le advierte a Poncho Cuellar.

 

En los últimos días de febrero del 2011, los dos capos buscados por “Z-40” decidieron escapar con su familia más cercana a los Estados Unidos, para entregarse a las autoridades.

 

Los primeros días de marzo, “Z-40” y “Z-42” ordenaron a sus halcones que ubicaran en Allende, Piedras Negras, Monclova, en la región Carbonífera y en diversos municipios de Cinco Manantiales a todos los amigos, familiares de Cuellar y Moreno, así como a todos los miembros de la organización Zeta que trabajaron bajo su servicio.

 

El 18 de marzo del 2011, alrededor de las 5:30 horas entraron a Allende, provenientes de Piedras Negras, 42 camionetas atestadas de hombres armados escoltadas por 4 patrullas de la Policía municipal. Los pistoleros a bordo no se cubrían el rostro.

Una decena de policías municipales condujeron a diversos grupos de sicarios a las casas que ya habían sido localizadas por los halcones.

 

En una de las residencias de la familia Garza Gaytán fueron recibidos a tiros y cayeron tres hombres armados. Al final, el hombre que les disparó y varios de sus familiares fueron asesinados ahí mismo por los sicarios.

 

Ese día, los pistoleros se llevaron a más de 80 personas. Los siguientes tres días regresaron por otros e incluyendo a los empleados domésticos de las familias Moreno y Garza Gaytán.

 

En Monclova, la noche del 18 de marzo se realizó un operativo “quirúrgico” para levantar a unos 7 contadores y otros tantos miembros de Los Zetas que estaban bajo las órdenes de Poncho Cuellar.

 

Lo mismo ocurrió en municipios de la región carbonífera, así como en Nava, Zaragoza, Morelos y otros poblados de Cinco Manantiales, donde fueron secuestradas decenas de personas.

 

En Piedras Negras, sicarios ubicaron y levantaron a 41 amigos y familiares de Cuellar, quienes fueron trasladados a un apartado terreno de la zona de Pico del Águila donde ya los esperaban los hermanos Treviño Morales.

 

Entre los detenidos se encontraba Efrén Tavira. Se salvó de que lo mataran ya que sus amigos le dijeron a “Z-40” que desde que Poncho huyó trabajaba para ellos.

 

Antes de abandonar el campo, Efrén Tavira alcanzó a ver cuando “Z-40”, “Z-42” y otros pistoleros acribillaron a los 40 amigos de Poncho.

 

Además, destruyeron en Piedras Negras con maquinaria pesada 27 casas y departamentos propiedad del capo.

 

“Ellos destruyeron todo, rompieron todo en pocas piezas; mis casas y los apartamentos. Robaron mis caballos. Todo lo que yo tenía me lo quitaron. Y mataron a muchas personas cercanas a mí”, contó Cuéllar a los fiscales.

 

Los cientos de cuerpos fueron incinerados usando aceites lubricantes para vehículos, gasolina, llantas y tablas. Unos en el rancho de la familia Garza Gaytán ubicado en el kilómetro 7 de la carretera Allende-Villa Unión. Además en otro rancho llamado Tres Hermanos localizado en Zaragoza. Otros más en una “narco cocina” del municipio de Guerrero y algunos en el interior del Cereso de Piedras Negras.