Gracias a Venmo, ahora todos sabemos lo tacaños que son nuestros amigos

Margaret Pennoyer, una maestra de escuela primaria de Manhattan, acababa de llegar de una despedida de soltera en Napa Valley, California, cuando recibió un correo electrónico que había sido enviado a todas las invitadas. Las dos organizadoras habían desglosado los gastos individuales de cada invitada (cubiertos por ambas) y solicitaban su reembolso a través de Venmo, una aplicación que transfiere dinero entre usuarios que han vinculado sus cuentas bancarias a sus teléfonos. Pennoyer debía 31.98 dólares a una organizadora y 20.62 dólares a la otra.
En otros tiempos, las organizadoras probablemente hubiesen pedido a todas que llevaran efectivo suficiente para reembolsarles en persona o que les enviaran un cheque después, redondeando cortésmente a 30 y 20 dólares. Pero el pedido de Venmo, calculado hasta los centavos, sorprendió a Pennoyer, de 29 años, como emblema de cómo la aplicación, la más popular entre sus compañeras milenarias para todo tipo de cosas, desde gastos de entretenimiento hasta alquileres compartidos, “cambia las amistades y las hace más transaccionales”, dice Pennoyer. “Es llevar todo a los centavos, literalmente”, señala.
Haciendo casi invisible el procesamiento de los pagos entre amigos (el efectivo no pasa de mano en mano, no se escriben cheques), Venmo teóricamente debería hacer estas relaciones menos transaccionalmente obvias. Sin embargo, no solo fomenta la mezquindad, destilando el desorden de la experiencia humana a un punto de información digitalmente exacto, sino que al facilitar tanto pagarle a alguien por compras tan insignificantes como un café, la aplicación discutiblemente promueve la filosofía libertaria de “cada usuario para sí mismo” de Silicon Valley.
“Está haciendo que la gente sea menos generosa y caballerosa”, considera Pennoyer. “Solía pasar que uno iba a un restaurante, y todos ponían sus tarjetas de crédito y se dividía 50 y 50, aún si una persona había pedido filete y otra pollo. Pero ahora las personas pagan exactamente, hasta los centavos”, subraya.
“Cuando hay tres galletas”, dice Pennoyer, “dejemos que alguien se coma la galleta que sobra; no hay que compartir la tercera”.
Algunos usuarios han visto una caída de la magnificencia, particularmente en las compras chicas.
“Tengo un amigo que está en contra de Venmo porque cree que perjudica la norma de reciprocidad social”, dice Zach Fuchs, de 30 años, que trabaja en inversiones de capital privado en San Francisco, donde la aplicación está muy de moda. Fuchs destaca que un colega normalmente se sentiría obligado a pagar la siguiente ronda de tragos, por ejemplo, pero con Venmo puede devolverle el dinero al que pagó su trago y quedar listo.
Pennoyer coincide y recuerda los viajes en taxi en su niñez, cuando dos adultos se peleaban por pagar. Ahora, gracias a un número de aplicaciones para transferir dinero y dividir cuentas (como Divvy, que le toma una fotografía a la cuenta del restaurante y asigna un monto a cada comensal) y una función incorporada de división de tarifa en Uber y Lyft (por un cargo de 25 centavos), “eso no pasa con mi generación”, apunta Pennoyer. “Es la diferencia entre decir ‘yo pago la próxima vez’ y ‘te lo envío por Venmo’”, afirma.
Una vez que dos personas deciden pagar una deuda con Venmo, está la incomodidad adicional de pedir el pago. La forma más fácil es convertir la aplicación en un verbo, con la frase casual “simplemente envíamelo por Venmo”. Pero si está en un bar y está sumando el trago de otra persona en su cuenta, las instrucciones bien pueden ser olvidadas en medio de una resaca matutina. La aplicación también permite a los usuarios solicitar el pago; en otras palabras, enviarle a un conocido una factura formal.
Para ayudar con la contabilidad, la aplicación también solicita a los usuarios que escriban una breve nota declarando para qué es el dinero. Las notas a veces son claramente funcionales (“tragos”, “alquiler”), pero, tal vez para mitigar la sensación como de negocios, usualmente se anotan de forma caprichosa.
“Te estoy dando dinero, pero no es una fría y dura transacción de efectivo”, destaca James Auchincloss, un estudiante de abogacía de 26 años de la Universidad Fordham, con respecto a la mentalidad que está detrás de estas notas menos serias. “Es un recordatorio de las cosas que hicimos juntos. No puedo decir la cantidad de gente que simplemente envía un emoticón de una cerveza o de un deporte”, subraya.
Pero, como con cualquier cosa salpicada de emoticones o plagada de signos de exclamaciones, las notas tienen un aspecto de cumplimiento, especialmente desde que el modo predeterminado es que las transacciones (aunque no la cantidad en dólares) y la lista de contactos son públicamente visibles. Aún más, la aplicación puede buscar usuarios entre los contactos del teléfono o red de Facebook, y su configuración predeterminada es agregar nuevos a medida que éstos se registran en el servicio. De esa forma, es como cualquier otra red social en el sentido de que puede perderse durante horas inspeccionando las transacciones financieras de otros (o simplemente viendo quiénes son los “amigos” en Venmo de alguien). En un minuto pude ver lo que una amiga (con quien ni siquiera estoy conectado en la aplicación) paga por acceso a Internet y luz, ya que su compañera de cuarto desglosó los cargos en la nota.
Es posible mantener en privado las cuentas y contactos, pero muchos usuarios obvian estas opciones, no les importa o hasta pueden querer la visibilidad: para documentar sus propias experiencias como si fuera un álbum de fotos y para transmitir a los demás sus organizados estilos de vida.
“Una parte de mí quiere que la gente vea que estoy haciendo cosas”, admite Auchincloss. “Como que me gusta que la gente diga ‘Ah, James fue a un partido de béisbol o tomó unos tragos con otras personas’”, afirma.
Inspeccionando los registros de cuentas de sus amigas, Pennoyer vio que dos de sus primas habían socializado recientemente y no la habían invitado.
“De la misma forma que uno puede ver en Instagram que te dejaron afuera, también puede verlo en Venmo”, agrega.

Teddy Wayne
© 2017 New York Times News Service