Humor alemán es sacudido conforme ataques revelan vulnerabilidad ante el IE

© 2016 New York Times News Service

BERLÍN – Después de una semana marcada por ataques terroristas, los alemanes ahora están en claro en que ellos, de igual forma, son objetivos de Estado Islámico, dejándolos anhelando la sensación de orden que es su orgullo y cimientos de éxito.

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Los ataques empezaron con un adolescente blandiendo un hacha en un tren el 18 de julio, terminando con un atacante con bomba en una mochila en la terraza de una vinoteca el domingo. En medio y sin relación con el terrorismo islámico, pero no por eso menos inquietante, un alemán-iraní perpetró un tiroteo masivo en un centro comercial de Múnich, en tanto un refugiado sirio de 21 años, quien había llegado hacía poco, mató a su novia afuera de un local de kebab, con base en las autoridades.

La llegada de ese tipo de violencia en la Alemania normalmente plácida se ha sumado a un verano que provoca ansiedad para Europa.

Los alemanes ya estaban sintiendo una pérdida de control y luchando con choques culturales, como ataques sexuales que abrieron el año en Colonia, guiados por una caótica tormenta de migración el año pasado.

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De cualquier forma, antes de esta semana, muchos se sintieron inclinados a poner la fe en el exhorto de la Canciller Ángela Merkel en el sentido que “podemos hacer esto” cuando se trató de integrar al casi millón de migrantes y refugiados a los que ella había abierto las puertas del país.

No está en claro que siga siendo así.

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“Al parecer todo marchaba bastante bien para Merkel, pero la situación ha cambiado drásticamente en 10 días, entre el ataque de Niza y el atacante suicida del domingo en Ansbach”, escribió el diario Suddeutsche Zeitung, refiriéndose a una carnicería que mató a 84 personas en Niza, Francia. “La canciller debe temer una vez más que el electorado la castigue”.

Percibiendo la inseguridad de los alemanes, Merkel ha dado un giro hacia un tono más enérgico. “Vamos a resolver esto y hacer todo lo posible por proteger la seguridad y libertad de toda la gente en Alemania”, dijo el sábado.

Sin embargo, la declaración – llegando más de 17 horas después de que el Presidente Barack Obama hubiera ofrecido sus condolencias por el ataque de Múnich – hizo poco, a todas luces, por frenar una ola de críticas en el sentido que ella y su administración no habían logrado controlar la situación de los refugiados y los problemas potenciales que eso había invitado al país.

En medios sociales, el hashtag #Merkelschweigt, o “Merkel guarda silencio”, resurgió rápidamente: primero fue usado para denunciar su tardía reacción al trato que las autoridades le dieron a refugiados en la frontera entre Hungría y Serbia el verano pasado.

Los recientes ataques (y, al parecer, la ausencia de Merkel; ha estado de vacaciones) han dejado a los alemanes cuestionando la capacidad del estado para protegerlos y si su propia generosidad hacia los refugiados ha estado fuera de lugar.

Los perpetradores de los dos ataques que, todo parece indicarlo, están vinculados con o fueron inspirados por Estado Islámico habían entrado a Alemania como migrantes y habían estado viviendo de las prestaciones financiadas por el contribuyente fiscal de Alemania, dijeron las autoridades.

“Lo que se ha sacudido es la actitud con respecto a los refugiados”, notó Volker Stanzel, prominente asesor en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, en una evaluación de la situación de seguridad en Alemania. “Hay un nido de violencia en estos campos de refugiados en grandes partes de la percepción popular. Ahora, de pronto, ellos parecen un peligro inminente”.

Merkel le dijo al Parlamento en septiembre, mientras miles de alemanes se dirigieron a estaciones del tren y autobuses llevando regalos y comida para miles de agotados inmigrantes, que el país podría beneficiarse de la afluencia de humanidad, “si hacemos bien esto”.

Con “esto”, ella se refería al proceso de integración que el país tiene en el ínterin convertido en ley. Sin embargo, desde el comienzo, oficiales de seguridad advirtieron que no tenían forma de saber quién había entrado al país.

La policía fronteriza, abrumada por el solo número de llegadas, no podía revisar de manera apropiaba a los migrantes, y muchos venían sin pasaporte o documentos oficiales.

Los oficiales han tenido dificultades para deportar a quienes no han logrado calificar para asilo una vez que están aquí, bajo un sistema que permite a aquellos cuyas solicitudes son rechazadas presentar una apelación ante un tribunal.

En consecuencia, alguien como el refugiado de 17 años de edad que efectuó el ataque al tren cerca de Wurzburgo, que dejó cinco personas heridas, fue capaz de mentir sobre su identidad, dicen ahora las autoridades, y seguir en el país. Su nombre aún no se divulga.

De manera similar, la solicitud de asilo de Mohamad Daleel, el sirio de 27 años que perpetró el atentado suicida en Ansbach que dejó 15 heridos, había sido rechazada dos veces, pero no fue deportado.

“De alguna manera, ya no es divertido”, dijo Roland Hofherr, mecánico de 48 años de edad, quien estaba en la plaza empedrada que se había llenado con 2,000 concurrentes a conciertos en la noche que estalló la bomba de Daleel. “Primero París, después Niza, y se siente muy lejos, pero esto ocurrió justamente aquí”.

Responsabilizó a políticos de no haber logrado deportar a migrantes con antecedentes penales o que se les hubiera negado el asilo. “Lo siento por estas personas que vinieron de Siria, pero no podemos dejar que simplemente cualquiera se quede aquí”.

Ese tipo de sentimientos ha alimentado el respaldo hacia partidos contrarios a los inmigrantes, como Alternativa para Alemania. Después de firmes resultados en elecciones estatales en la primavera, el partido ha rondado por 20 por ciento en sondeos recientes antes de unas elecciones el 4 de septiembre en el estado natal de Merkel, Mecklenburgo-Pomerania Occidental.

Horst Seehofer, el gobernador bávaro y presidente del partido bávaro hermano de los democristianos de Merkel, había criticado la política de inmigración de la canciller durante meses, pronunciándose por topes al número de migrantes recibidos y aplicación más estricta de leyes sobre deportación. El mes pasado ambos alcanzaron un acuerdo en una reunión cumbre de sus partidos, en Potsdam.

Esta semana, al parecer ese acuerdo estaba al borde de venirse abajo. En una reunión de integrantes de los legisladores estatales de su Unión Social Cristiana este martes, Seehofer prometió hacer todo lo posible por garantizar la seguridad de la gente en Baviera, incluso a expensas de la unidad dentro del bloque conservador.

“La ecuanimidad es importante, pero no sustituye la necesidad de la protección del estado”, dijo, en un asentimiento a exhortos de la canciller y su ministro del Interior, Thomas de Maiziere, a mantener la calma. “Ahora ya no estoy dispuesto, de manera alguna, sencillamente en nombre mantener la paz, a no manejar las cosas como se deben manejar en un país gobernado por el estado de derecho”.

Melissa Eddy
© The New York Times 2016