Informe de Irak pone a Blair a la defensiva

LONDRES – Con la voz a veces cerca de quebrársele, expresión tensa y sombría, el ex Primer Ministro Tony Blair pasó buena parte de los últimos dos días respondiendo al condenatorio juicio de una averiguación sobre cómo había conducido a Reino Unido hasta la Guerra de Irak, participando de una extraordinaria mezcla de reflexión, arrepentimiento y actitud defensiva.

A juzgar por buena parte de la reacción de los medios, le habría ido mejor si hubiera evitado hablar.

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“Monstruo del Engaño”, leía el titular sobre una fotografía de Blair en el Daily Mail este jueves. El Sun, otro tabloide británico, lo describió como “Arma de Engaño Masivo”, en referencia a las incorrectas afirmaciones de Blair y el Presidente George W. Bush antes de la invasión, en el sentido que Irak tenía un arsenal de armas no-convencionales.

Nueve años después de haber renunciado al cargo, Blair – el político más exitoso de su generación, quien encabezó al Partido Laborista hasta tres victorias consecutivas en elecciones generales con un mensaje centrista – es aborrecido ampliamente en Reino Unido, siendo su legado definido abrumadoramente por la Guerra de Irak y sus sangrientas consecuencias.

Tiene algunos defensores, particularmente dentro de su propio partido, que se dividió en esa época por el apoyo de él a la guerra y desde entonces ha girado hacia la izquierda de nuevo, repudiando buena parte de lo que él representó.

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Blair es un paria de la izquierda a grado tal, dijo Steven Fielding, el director del Centro para Política Británica en la Universidad de Nottingham, que “si dice ‘negro’, casi todos los demás dirán ‘blanco'”.

Fielding agregó: “En el partido que él encabezó alguna vez, que alguien sea descrito como ‘blairita’ es el mayor insulto que pueda proferirse”.

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El informe de 2.6 millones de palabras divulgado este miércoles fue una salvaje acusación del involucramiento de Gran Bretaña en Irak, condenándolo como mal preparado y pobremente ejecutado, y concluyendo que se fundamentó en datos de inteligencia defectuosos que no fueron desafiados.

Al enfrentar las acusaciones en su contra, Blair habló a veces en términos confesionales, reconociendo esas deficiencias con “más pena, arrepentimiento y disculpas y en mayor medida de que lo ustedes pueden saber o pudieran creer”.

Sin embargo, lo que no hizo fue aceptar la premisa fundamental de muchos de sus detractores: que él se había equivocado cuando aprobó la acción militar en contra de Saddam Hussein.

La perspectiva de muchos de los manifestantes que se reunieron este miércoles agitando pancartas que leían “BLIAR” (juego de palabras entre Blair y liar; en inglés, mentiroso), y de parientes de algunos de quienes murieron en el conflicto, es que él es el culpable de haber llevado a Gran Bretaña a una desastrosa guerra con falsas excusas. Se han dado intentos de ciudadanos por arrestarlo bajo cargos de crímenes de guerra.

Como dijo este jueves uno de sus detractores del Partido Laborista, Diane Abbot, la reputación de Blair había “sangrado hasta morir en las arenas de Irak”.

Blair siempre fue impopular entre la izquierda del partido, que sentía que él había ido demasiado lejos al abandonar principios fundamentales por el terreno central, al tiempo que acogía elementos centrales del thatcherismo.

Incluso ellos reconocerían que él era bueno para ganar elecciones: se anotó su tercera victoria en 2005, después de la invasión de Irak. Blair presidió sobre una economía por lo general saludable y contribuyó a formar la paz en Irlanda del Norte.

Sin embargo, muchos británicos consideraron inexplicable que él optara por ir a la guerra al lado de Bush. En 2003, Bush era impopular en Gran Bretaña, y también lo era ir a la guerra en Irak.

Blair ha buscado dirigirse a sus detractores en el pasado, pero no tan a fondo y con tanta emoción pública como él lo ha hecho desde la publicación del nuevo informe este miércoles.

El punto esencial de su respuesta fue que su trabajo como Primer Ministro consistía en tomar decisiones duras y que, si bien él lamentaba muchas de las consecuencias de ésta, él la defendía como la mejor opción disponible en ese momento.

“El mundo está mejor sin Saddam”, declaró Blair ante reporteros en Londres, agregando que si se hubiera dejado en paz al líder iraquí, habría seguido siendo una amenaza para la paz.

Y, si Saddam hubiera sobrevivido hasta la Primavera Árabe de 2011, se habría aferrado al poder “con las mismas consecuencias letales que hemos visto en la carnicería de Siria”, sugirió Blair.

“Nunca estaré de acuerdo en que aquellos que murieron o que fueron lesionados hicieron su sacrificio en vano”, dijo Blair, al tiempo que reconoció que algunas de las familias de esas bajas “no pueden y no aceptan que esto sea así”.

En eso, tiene razón.

Tras la publicación del informe, Sarah O’Connor, pariente de una víctima, llamó a Blair “el peor terrorista del mundo”. Reg Keys, otro pariente de otra víctima, describió a Blair como un “actor consumado” y dijo que su larga declaración pública se asemejaba “a las incoherencias de un loco”.

Si bien el informe, realizado durante siete días, suministra una acusación condenatoria de descuidada toma de decisiones, catalogar una diversidad de estrategias y otras insuficiencias, no acusa a Blair de haber mentido; punto al que frecuentemente regresaba el primer ministro.

Con el paso de los años, Blair ha sido acusado por detractores de haber engañado al Parlamento y la población general, y este miércoles dijo que se debería poner fin a las acusaciones de “mala fe, de mentiras o engaño o tergiversación deliberada”.

“Yo no engañé al país”, dijo Blair. “Tomé la decisión de buena fe con la información que tenía en ese momento”.

Su inequívoco respaldo a Bush fue esencial para impedir que Estados Unidos fuera en pos de una política extranjera de tipo unilateral, argumentó Blair, rechazando la caracterización de sí como el “caniche” del presidente estadounidense. Él defendió un mensaje enviado a Bush, antes de la decisión de invadir, incluyendo la frase: “Estaré contigo, sin consideración a lo que ocurra”. Esa declaración, dijo Blair, “no era un cheque en blanco”.

Sin embargo, 13 años después de que Blair ordenara que tropas británicas entraran en acción, su respuesta a la última averiguación tiene pocas probabilidades de generar una conclusión, porque él no está cediendo con respecto a un punto central.

“Lo que no puedo hacer y no haré”, dijo Blair, “es decir que tomamos la decisión equivocada”.

Fielding dijo que el juicio de la historia sobre el periodo de Blair como primer ministro pudiera ser más positivo, pero que Blair se ha negado a hacer lo único que pudiera suavizar el veredicto condenatorio de sus contemporáneos.

“Si él llegara a hacerlo alguna vez, este era el momento para que él se disculpara y dijera: ‘No deberíamos haber hecho esto'”, dijo Fielding. “Si él no va a decir esto ahora, se llevará esto hasta su tumba”.