Investigadores de Chapingo proponen programas para revertir crisis del campo

CIUDAD DE MEXICO (apro).- Investigadores de la Universidad de Chapingo propusieron un programa que garantice el abasto de agua de riego y potable en zonas marginadas y otro más que garantiza a pequeños productores una producción de maíz de 18 toneladas por hectárea a bajo costo, con los cuales se revertirá la situación “crítica” que vive el campo mexicano.

En conferencia de prensa, el rector Sergio Barrales Domínguez criticó la amenaza del presidente electo estadunidense Donald Trump de cobrar la construcción del muro a través de impuestos a las remesas enviadas por los mexicanos.

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También dijo que es momento de convertir las presiones del magnate norteamericano en fortalezas del mercado nacional con la producción de alimentos.

Junto con el apoyo de investigadores de esta casa de estudios se pronunció por sacar del TLCAN a la agricultura nacional, al tiempo que sostuvo que las amenazas de Trump son una gran oportunidad para prescindir de la comida estadunidense, impulsar el mercado interno y la producción alimentaria nacional.

Para el rector de Chapingo, México debe dejar de ver la agricultura como negocio, porque eso lleva a la nación a la debacle.

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“Tenemos que ver cómo se revierten algunos riesgos que ponen en riesgo la sustentabilidad agrícola y ayudar a que los alimentos que se producen cumplan con el requisito de ser inocuos, suficientes, naturales y de fácil acceso, lo cual no se cumple actualmente”, señaló.

También explicó que a nivel internacional debemos obedecer los principios que rigen para garantizar la seguridad alimentaria, como el producir 70% de los productos que se consumen en el país, sin embargo, México sólo cumple con la disponibilidad de alimentos en los anaqueles, por lo que ahora los productores mexicanos tienen que producir lo que aquí se consume.

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Sobre el gasolinazo y sus efectos en el medio rural, el rector indicó que definitivamente habrá impacto, de un 20%, en los costos de operación de pequeños productores, pero también, acotó el investigador Gerardo Noriega Altamirano, habrá repercusiones por la paridad peso-dólar en la compra de fertilizantes, de ahí que la Universidad cuente con propuestas viables y ya en aplicación para reducir en casi 50% dichos gastos que permitan al campesino mantenerse motivado para sembrar la tierra.

Por eso una de las propuestas es trabajar con biodigestores: “Proponemos que todos los desechos o residuos de animales que están a la intemperie los metamos a un biodigestor para producir gas doméstico en el medio rural, en lugar de devastar el bosque”.

Otra estrategia es que en lugar de importar fertilizantes químicos de Estados Unidos, se utilicen “residuos líquidos”, como los afluentes que en realidad son fuentes de nutrientes que satisfacen las necesidades de la plata a bajo costo.

Además de reproducir microorganismos y depositarlos en el suelo con un impacto positivo en la producción agrícola. Con estas acciones, en conjunto, se demuestra que se puede ser autosuficiente con la producción de maíz y de microorganismos, incrementando la producción de maíz por hectárea en algunas zonas de 4 a 8 toneladas; en otras de 8 a 14, con un máximo de 18 toneladas por hectárea en la zona del Bajío.

Rafael Sánchez Bravo, investigador de Chapingo, explicó con mayor precisión el proyecto de captación de agua de lluvia para uso doméstico: “Hay 14 millones de mexicanos sin agua potable o entubada en las comunidades rurales con alto grado de marginación, costumbres arraigadas, poblaciones pequeñas, asentadas en donde no existen acuíferos y en donde no es factible perforar pozos”.

Algunas de estas comunidades, explicó, tienen infraestructura de agua potable pero no cuentan con suministro, por lo que el proyecto de captación de agua es viable.

Este consiste en captar el agua de lluvia en una cisterna –que no sea rotoplas– y luego aprovecharla. Para ello se requiere que la familia que habita la vivienda tenga la posesión legal de ella; que tengan un techo limpio o cuando menos de material galvanizado.

“Buscamos que la familia construya su modelo de captación de agua de lluvia. La universidad acerca el material –que sea de la región y de fácil acceso– y capacita a la familia beneficiaria porque ellos tienen que construirla.

El modelo que desarrollaron los investigadores de Chapingo es una cisterna con capacidad de captación de 12 mil litros, la cual será equipada con un filtro de purificación certificado por la Cofepris. Hasta ahora se han instalado 63 modelos en beneficio de 45 familias y 180 personas.

Además de 15 cisternas que están trabajando en escuelas primarias, beneficiando a más de mil personas, aunque los investigadores sólo esperan que el gobierno mexicano autorice la aplicación de los proyectos.