Irán domina en Irak después de que EU abrió la puerta

BAGDAD ⎯ Si uno entra en casi cualquier mercado en Irak, verá los estantes llenos de productos de Irán: leche, yogur, pollo. Si enciende el televisor, un canal tras otro transmite programas que simpatizan con Irán.

¿Se erige un nuevo edificio? Es probable que el cemento y los ladrillos provinieran de Irán. Y cuando los jóvenes iraquíes aburridos toman píldoras para drogarse, las drogas ilícitas probablemente han sido pasadas de contrabando a través de la porosa frontera iraní.

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Y eso no ilustra ni siquiera la mitad de lo que sucede.

En todo el país, las milicias patrocinadas por Irán están trabajando duramente en establecer un corredor para trasladar hombres y armas a fuerzas sustitutas en Siria y Líbano. Y, en las salas del poder en Bagdad, incluso los funcionarios de más alto nivel del Gabinete iraquí han sido bendecidos, o propulsados, por el liderazgo de Irán.

Cuando Estados Unidos invadió Irak hace 14 años para derrocar a Saddam Hussein, veía a Irak como una potencial piedra angular de un Medio Oriente democrático e inclinado a Occidente, y se destinaron enormes cantidades de sangre y fondos ⎯ se perdieron unas 4,500 vidas estadounidenses, y se gastaron más de un billón de dólares ⎯ a esta causa.

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Desde el Día 1, Irán vio algo más: la oportunidad de convertir en Estado cliente a Irak, un ex enemigo contra el cual combatió una guerra en los años 80 tan brutal, con armas químicas y guerra de trincheras, que los historiadores buscan analogías en la Primera Guerra Mundial. Si tenía éxito, Irak nunca más representaría una amenaza, y pudiera servir como punto de partida para extender la influencia iraní en toda la región.

En esa contienda, Irán ganó, y Estados Unidos perdió.

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En los últimos tres años, los estadounidenses se han enfocado en la batalla contra el Estado Islámico en Irak, regresando a más de 5,000 tropas al país y ayudando a forzar la salida de los militantes de la segunda ciudad más grande de Irak, Mosul.

Pero Irán nunca perdió de vista su misión: dominar a su vecino tan completamente que Irak nunca pudiera ponerle en peligro militarmente y usar al país para controlar efectivamente un corredor desde Teherán hasta el Mediterráneo.

“La influencia iraní es dominante”, dijo Hoshyar Zebari, quien fue destituido el año pasado como ministro de finanzas porque, afirmó, Irán no confiaba en sus lazos con Estados Unidos. “Es suprema”.

El dominio del país sobre Irak ha intensificado las tensiones sectarias en toda la región. Irak es solo parte del proyecto de expansión de Irán; también ha usado el poder blando y duro para extender su influencia en Líbano, Siria, Yemen y Afganistán, y en toda la región.

Irán es un Estado chiita, e Irak, un país con mayoría chiita, era gobernado por una minoría sunita de élite antes de la invasión estadounidense. Las raíces del cisma entre sunitas y chiitas, que se remontan más de 1,400 años, radican en las diferencias en torno a los líderes legítimos del islamismo tras la muerte dólar profeta Mahoma. Pero, en estos días, giran en torno de la geopolítica así como de la religión, con la división expresada por Estados diferentes que son adversarios, encabezados por Arabia Saudita por un lado e Irán del otro.

La influencia de Irán en Irak no es solo ascendente, sino diversa, proyectándose en los asuntos militares, políticos, económicos y culturales.

En algunos puestos fronterizos en el sur, la soberanía iraquí es algo trivial. Autobuses llenos de jóvenes reclutas de milicias cruzan hacia Irán sin tanta verificación de documentos. Reciben entrenamiento militar y luego son enviados por vía aérea a Siria, donde combaten bajo el mando de oficiales iraníes en defensa del presidente sirio, Bashar Assad.

Pasando en la dirección contraria, los choferes de camiones trasladan productos iraníes ⎯ alimentos, productos para el hogar, drogas ilícitas ⎯ hacia lo que se ha convertido en un mercado vital y cautivo.

Irán inclina la balanza en su favor en todas las áreas del comercio. En la ciudad de Nayaf, incluso recolecta la basura, después de que el concejo provincial ahí concedió un contrato municipal a una empresa iraní privada. Un miembro del concejo, Zuhair al-Jibouri, recurrió a un aforismo iraquí ahora común: “Importamos manzanas de Irán para que podamos darlas a los peregrinos iraníes”.

En parte en un esfuerzo por contener a Irán, Estados Unidos ha indicado que mantendrá tropas en Irak para que combatan al Estado Islámico. Diplomáticos estadounidenses han trabajado para enfatizar el papel de las fuerzas de seguridad del Gran Bretaña en el combate y para apuntalar a un primer ministro, Haider al-Abadi, que ha parecido más abierto a Estados Unidos que a Irán.

Pero después de la abrupta retirada de las tropas estadounidense en 2011, la constancia de Estados Unidos sigue estando en tela de juicio aquí; un amplio fracaso de la política exterior estadounidense, con responsabilidad compartida en tres gobiernos.

Irán ha estado desempeñando un juego más profundo, aprovechando lazos religiosos extensos con la mayoría chiita de Irak y una red mucho más amplia de aliados locales, ya que argumenta que es el único defensor confiable de Irak.

El gran proyecto de Irán en el este de Irak quizá no parezca mucho: una extensión de 24 kilómetros de un camino polvoriento, en su mayor parte de grava, a través del desierto y los matorrales cerca de la frontera en la provincia de Diyala.

Pero es un nuevo tramo importante del camino de Irán a través de Irak hacia Siria, y lo que transporta ⎯ milicianos chiitas, delegaciones iraníes, bienes comerciales y suministros militares ⎯ es su característica más valiosa.

Es una parte de lo que analistas y funcionarios iraníes dicen es la ambición más urgente de Irán: aprovechar el caos de la región para proyectar influencia en todo Irak y más allá. Eventualmente, dicen analistas, Irán pudiera usar el corredor, establecido en el terreno a través de milicias bajo su control, para enviar armas y suministros a fuerzas sustitutas en Siria, donde Irán es un importante partidario de Assad, y a Líbano y su aliado Hizbulá.

Después de que el Estado Islámico arrasó con Diyala y áreas vecinas en 2014, Irán hizo de la limpieza de la provincia, un área diversa de sunitas y chiitas, una prioridad.

Reunió una enorme fuerza de milicias chiitas, muchas entrenadas en Irán y asesoradas en el terreno por funcionarios iraníes. Después de una rápida victoria, los iraníes y sus aliados milicianos se abocaron a asegurar sus siguientes intereses aquí: marginar a la minoría sunita de la provincia y asegurar un camino hacia Siria. Irán ha buscado agresivamente mantener a su aliado Assad en el poder para retener el acceso terrestre a su filial más importante en la región, Hizbulá, la fuerza militar y política que domina a Líbano y amenaza a Israel.

“Diyala es el paso hacia Siria y Líbano, y esto es muy importante para Irán”, dijo Ali al-Daini, el presidente sunita del concejo provincial ahí.

Ahora, Diyala se ha convertido en un escaparate de cómo Irán ve la influencia chiita como esencial para sus objetivos geopolíticos.

“Irán es más inteligente que Estados Unidos”, dijo Nijat al-Taie, un miembro sunita del consejo provincial y crítico abierto de Irán. “Lograron sus objetivos en el terreno. Estados Unidos no protegió a Irak. Solo derrocaron al régimen y entregaron el país a Irán”.

Particularmente en el sur de Irak, donde la población es mayormente chiita, las señales de la influencia iraní están en todas partes.

La situación ha avivado el resentimiento. Los chiitas iraquíes comparten una fe con Irán, pero también mantienen sus otras identidades como iraquíes y árabes.

“Irak pertenece a la Liga Árabe, no a Irán”, dijo el jeque Fadhil al-Bidayri, un clérigo en el seminario religioso de Nayaf. “Los chiitas son una mayoría en Irak, pero una minoría en el mundo. En tanto el gobierno iraní esté controlando al gobierno iraquí, no tenemos oportunidad”.

Tim Arango
© 2017 New York Times News Service