Jack Daniel´s adopta un ingrediente secreto: ayuda de un esclavo

LYNCHBURG Tennessee _ Cada año, unas 275,000 personas visitan la destilería Jack Daniel’s aquí y, mientras recorren sus edificios de ladrillo ubicados en una hondonada bajo la sombra de los árboles, escuchan una historia como esta: En algún momento en la década de 1850, cuando Daniel era un niño, fue a trabajar para un predicador, tendero y destilador llamado Dan Call. El predicador era un hombre ocupado, y cuando vio una promesa en el joven Jack, le enseñó cómo operar su alambique de whiskey; y el resto es historia.

Este año se cumple el 150 aniversario de Jack Daniel’s, y la destilería, casa de uno de los whiskeys de más venta en el mundo, está aprovechando la ocasión para contar un relato diferente y más complicado. Daniel, dice ahora la compañía, no aprendió a destilar de Dan Call, sino de un hombre llamado Nearis Green, uno de los esclavos de Call.

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Esta versión de la historia nunca fue un secreto, pero es una que la destilería apenas recientemente empezó a adoptar, tentativamente, en algunos de sus recorridos, y en una campaña de redes sociales y de mercadotecnia este verano.

“Se necesitaba algo como el aniversario para que empezáramos a hablar sobre nosotros mismos”, dijo Nelson Edyy, el historiador de planta de Jack Daniel’s.

La historia del Viejo Oeste es una versión diáfana y poco confiable, y la historia de Nearis Green _ basada en la historia oral y tenues rastros en archivos _ quizá nunca se compruebe definitivamente. Sin embargo, la decisión de contarla repercute mucho más allá de esta pequeña ciudad.

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Durante años, la historia prevaleciente del whiskey estadounidense ha estado enmarcada como un asunto entre blancos, centrado en los colonos alemanes y escoceses-irlandeses que destilaban sus granos excedentes para elaborar whiskey y enviarlo a mercados remotos, creando eventualmente una industria de 2,900 millones de dólares.

Fuera de ese relato estaban hombres como Nearis Green. La esclavitud y el whiskey, lejos de ser dos facetas separadas de la historia del Sur de Estados Unidos, estaban inextricablemente entretejidas. Los hombres esclavizados no solo conformaban la mayor parte de la fuerza laboral de la destilación, sino que a menudo desempeñaban papeles calificados como vitales en el proceso de la elaboración del whiskey. En la misma forma en que las autoras de recetarios blancas a menudo se apropiaron de las recetas de sus cocineras afroamericanas, los dueños de destilerías blancos se atribuyeron el whiskey.

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Al decidir hablar sobre Green, Jack Daniel’s quizá espere salir triunfante de una colisión entre la creciente popularidad del whiskey estadounidense entre los bebedores más jóvenes y una mayor conciencia de la política racial oculta detrás de la herencia culinaria de Estados Unidos.

Algunos también ven a la acción como una táctica de mercadotecnia inteligente. “Cuando uno ve la historia de Jack Daniel’s, se vuelve más lustrosa a lo largo de los años”, dijo Peter Krass, autor de “Blood and Whiskey: The Life and Times of Jack Daniel”. “En los años 80, se dirigían a los yuppies. Yo puedo verlos llevarlo al siguiente nivel, a los millennials, quienes escudriñan los temas de la justicia social”.

Jack Daniel’s dice que simplemente quiere corregir la historia. El relato de Green ha sido conocido por historiadores y residentes locales durante décadas, aun cuando la destilería lo ignoraba oficialmente.

Según una biografía de 1967, “Jack Daniel’s Legacy”, de Ben A. Green (sin parentesco con Nearis), Call dijo a su esclavo que le enseñara a Daniel todo lo que sabía. “Tío Nearest es el mejor elaborador de whiskey que conozco”, dijo Call, según lo cita el libro.

La esclavitud terminó con la ratificación de la Décimo Tercera Enmienda en 1865, y Daniel abrió su destilería un año después, empleando a dos de los hijos de Green. En una foto de Daniel y sus trabajadores tomada a fines del siglo XIX, un hombre afroamericano, posiblemente uno de los hijos de Green, está sentado a su derecha; un marcado contraste con las fotos contemporáneas de otras destilerías, donde los empleados afroamericanos eran colocados de pie en las filas posteriores.

Pero llevar una historia corporativa era una práctica rara en esos días, y con el tiempo el recuerdo de Green y sus hijos se desvaneció.

“No creo que fuera una decisión consciente” dejar a los Green fuera de la historia de la compañía, dijo Phil Epps, el director de marca global de Jack Daniel’s en Brown-Forman, que ha sido dueño de la destilería durante 60 años. Sin embargo, es poco probable que alguien en el Sur de Jim Crow pensara en que un whiskey vendido entre blancos debiera enfatizar sus raíces negras.

Conforme se acercaba el aniversario de la marca, la compañía empezó a investigar sus varias historias de origen. Decidió que el argumento a favor de la contribución de Nearis Green era convincente, y debería contarse. “Conforme escudriñábamos, nos dimos cuenta de que era algo de lo que podíamos estar orgullosos”, dijo Epps.

Un negocio creado con base en la ayuda de esclavos quizá no parezca un argumento de venta, lo cual podría explicar por qué Jack Daniel’s está tomando las cosas lentamente. La historia de Green es una parte opcional del recorrido de la destilería, que se deja a discreción del guía de la visita, y la compañía sigue considerando si expondrá la historia en nuevas exhibiciones en su centro para visitantes.

Sin importar lo lejos que decida ir la destilería, se está colocando al centro de un tema mayor que los destiladores y los historiadores del whiskey han empezado a abordar apenas en los últimos años: los lazos profundos entre la esclavitud y el whiskey.

La esclavitud acompañó a la destilación a medida que se internó en el país a fines del siglo XVIII, hacia las regiones recién colonizadas que se convertirían en Tennessee y Kentucky. Aunque el poseer esclavos no era tan común ahí como en el sur, para el siglo XIX muchos granjeros exitosos tenían al menos unos cuantos esclavos, que tendían a estar estrechamente vinculados con la producción de whiskey.

Algunos de los primeros destiladores prominentes de Kentucky, como Elijah Craig, Henry McKenna y Jacob Spears, dependían de esclavos para dirigir sus operaciones. (Los nombres de Craig y McKenna están ahora en whiskeys elaborados por Heaven Hill Brands, pero fueron creados mucho después de que se abolió la esclavitud.)

Washington no fue el único presidente de Estados Unidos en usar esclavos en su destilería. En un anuncio de 1805, Andrew Jackson ofreció una recompensa por un esclavo en fuga llamado George, a quien identificó como “un buen destilador”.

Las bases de datos de anuncios de ventas de esclavos, así como de esclavos fugados, están llenas de referencias a esclavos como hábiles destiladores de whiskey. En 1794, un hombre de Richmond, Virginia, ofreció una recompensa de 20 dólares por un esclavo llamado Will, quien “tiene una gran cicatriz en el costado derecho debajo de las costillas” y “comprende la elaboración del whiskey”.

Los esclavos hicieron más que solo ofrecer trabajo físico. Si Green enseñó a Daniel a destilar, dijo Michael Twitty, un historiador culinario, probablemente echó mano de generaciones de habilidades en la elaboración de licores: los esclavos estadounidenses tenían sus propias tradiciones de producción de alcohol, que se remontan a la cerveza de maíz y licores de frutas del África Occidental, y muchos africanos elaboraban alcohol ilícitamente mientras estaban en esclavitud.

Mike Veach, un historiador del whiskey, dijo que la influencia de los destiladores africanos esclavizados podría explicar un misterio en el desarrollo del whiskey estadounidense. Rastros de las tradiciones de destilación alemana, escocesa-irlandesa e inglesa son evidentes en el estilo estadounidense, pero hay mucho que no puede remontarse a una fuente anterior, una brecha que las tradiciones esclavas podrían llenar.

“No sé qué papel hayan desempeñado los esclavos”, dijo Veach, “pero estoy seguro de que existió”.

Clay Risen
© 2016 New York Times News Service