La ciencia y las mujeres en el porfiriato

 

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Aunque importante, la divulgación de la ciencia en nuestro país suele ser relegada, ahora imagínese en plena época del porfiriato (entre 1876 a 1911), donde 81.5% de la población era analfabeta. ¿Qué podían aprender entonces las mujeres sobre ciencia, cómo y por qué?

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Estas son algunas de las preguntas que se planteó un estudio divulgado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Aurora Terán Fuentes, doctora en historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) y profesora-investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), reveló en esa investigación sobre la prensa escrita zacatecana en el siglo XIX, específicamente del periódico El Instructor (editado por Jesús Díaz de León entre 1884 y 1907), el rol de la ciencia en las mujeres en la época del porfiriato.

Ahí se explica que ellas se formaban en dos áreas con base en la idea de “progreso”: la cívica y moral, y la educación científica se aprendía en casa.

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Terán Fuentes, autora de libros como Por la señal del Cristo Negro, Señor del Encino, La romería, 50 años de celebración y El quincenario y la Romería de la Asunción, esa era la forma en que las mujeres podían ayudar a consolidar a los ciudadanos en la idea de llegar a un México industrializado y civilizado, explicó:

“Había una preocupación por educar a la mujer (en casa), pues aunque en el siglo XIX no recibía educación (fomal), debido a una visión machista, me di cuenta de que había una genuina preocupación por ese tema. Si una mujer no recibía educación, ¿entonces cómo iban a formar a los ciudadanos?”

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Agregó:

“En el periódico había una sección que se llamaba ‘Ciencia en el Hogar’, en la cual planteaban que instruir era una cuestión teórica para que al tener esos conocimientos se experimentara posteriormente en la casa, y que los hijos, desde chiquitos, crecieran en un ambiente de conocimientos y de amor al conocimiento científico.”

Los ejemplos incluyen desde una receta para elaborar atoles –que incluía los usos del maíz, su historia, los tipos de granos–, partiendo de que el rol primordial de la mujer era la cocina, pero por lo mismo tenía que tener conocimientos de agronomía, hasta un artículo en la sección de filología, donde se encontraron explicaciones científicas sobre los sentidos del cuerpo humano, y una traducción del Cantar de los Cantares por entregas.

La idea era que esa información con “tintes científicos” llegara también a maestras y educadoras, incluso se menciona el ejemplo del “Liceo de las niñas” zacatecano, del cual el editor de El Instructor formó parte de su fundación en 1878.

De acuerdo con la doctora en historia, esa publicación contribuyó a instruir, educar e ilustrar a la mujer como formadora de ciudadanos.