Por que la compró: la oferta gigantesca de Yusaku Maezawa por una obra de arte

TOKIO ⎯ Mientras la subasta de arte contemporáneo de Sotheby’s se calentaba en Nueva York recientemente, el multimillonario japonés Yusaku Maezawa estaba sentado en el piso de su sala de estar aquí, viendo en streaming la subasta en vivo en su laptop y transmitiendo ofertas por la pintura de un cráneo de 1982 de Jean-Michel Basquiat a través de su iPhone a un especialista de Sotheby’s. Después de que el precio pasó el mínimo garantizado de 60 millones de dólares, Maezawa ⎯ quien no había entrado en la venta con su propio límite en mente ⎯ sintió que la competitiva puja reforzaba el enorme valor de la obra.
“Decidí ir por ella”, dijo Maezawa en una entrevista en su casa el 26 de mayo.
Mientras Maezawa hacía ofertas, la hermana de Basquiat, Jeanine basquiat estaba a unos 11,265 kilómetros de distancia en Nueva Jersey, esperando que la subasta resultara bien. Cuando escuchó que Maezawa había pagado 110.5 millones de dólares ⎯ el precio récord para un artista estadounidense en subasta ⎯, llamó a su hermana mayor, Lisane Basquiat, en California. “No hubo mucho qué decir”, comentó Lisane en una rara entrevista telefónica. “Nos quedamos sin palabras”.
Si miembros de la familia Basquiat son los cuidadores de la flama de Basquiat, Maezawa ahora ha garantizado que seguirá ardiendo, al menos en el futuro cercano; no menos porque hizo publicaciones sobre su compra en Instagram y Twitter justo después de la subasta.
“Enormes cantidades de personas están conscientes de Jean-Michel Basquiat en todo el mundo”, dijo el comerciante de arte Jeffrey Deitch, un veterano experto en Basquiat, “y eso es realmente solo debido al inmenso precio”.
Falta por ver si la reciente venta recalibra el mercado para este artista nacido en Nueva York, quien murió por una sobredosis de heroína a los 27 años de edad. Aunque es probable que los coleccionistas pongan en consignación las obras que tienen de él en un esfuerzo por aprovechar el momento, se espera que pocas pinturas importantes aparezcan a la venta pronto. Y los precios de subasta no necesariamente se traducen en valor intrínseco.
Sin embargo, la mayoría coincide en que la venta del Basquiat ha consolidado su lugar en el olimpo de los ingresos con Pablo Picasso y Francis Bacon; confirmando que no es alguna tendencia pasajera; y forzando a importantes museos a reconocer que, al no tener al artista en sus colecciones, dejaron pasar a un personaje crucial en la historia del arte.
“Es un artista que pasamos por alto”, dijo Ann Temkin, curadora en jefe de pinturas y esculturas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, que no cuenta con una sola obra de Basquiat. “No incorporamos sus pinturas a la colección durante su vida o después”.
En parte, la compra de Maezawa podría ayudar a corregir esta omisión, dado que él planea abrir un museo para exhibir su colección en Chiba, su ciudad natal. “Quiero exponer cosas hermosas y compartirlas con todos”, dijo, añadiendo que planea prestar piezas a museos en todo el mundo. “Sería un desperdicio simplemente conservarla para mí”.
Técnicamente, sin embargo, sus Basquiat están en manos privadas en vez de en instituciones públicas, como otros ejemplos ampliamente considerados de las mejores obras del artista, generalmente de entre 1981 y 1983. Dada la breve carrera de Basquiat (1980-87), simplemente no existen muchos Basquiat grandiosos. (Peter Brant, Eli Broad y Philip Niarchos están entre los coleccionistas que los tienen.)
“Se está hablando de un puñado de obras maestras, que están distribuidas entre unos cuantos coleccionistas que no son vendedores”, dijo el comerciante de arte Brett Gorvy, ex presidente de Christie’s. “Si alguien es un coleccionista importante, va a tener que esperar mucho tiempo para ver otra pintura extraordinaria como esta”.
Incluso a los herederos de Basquiat no les quedan muchas piezas importantes, dicen expertos en arte; las dos que ofrecieron en Phillips esta temporada, por ejemplo, se vendieron cada una en 4 millones de dólares.
Las hermanas Basquiat, en una entrevista telefónica conjunta, señalaron que no necesitaban que el precio les dijera que la obra de su hermano pertenecía a los libros de historia. Pero fue agradable que el valor de subasta de Jean-Michel entrara en la estratósfera. “Es aleccionador y satisfactorio ver que esto sucediera 30 años después de su muerte”, dijo Lisane Basquiat. “Hemos estado caminando en las nubes”.
Las hermanas nunca habían visto antes esta pintura en particular, así que Sotheby’s las invitó a Nueva York para verla con anticipación; Lisane la llamó “impresionante”.
Maezaba también tuvo una oportunidad de verla en privado antes de la venta. “Es un coleccionista muy serio”, dijo Amy Cappellazzo, presidenta de Sotheby’s, “enormemente comprometido”.
Aunque él “no esperaba que el precio llegara tan alto”, dijo Maezawa, su amor por Basquiat es profundo; pagó el anterior precio alto por el artista el año pasado (57.3 millones de dólares). Y vio que otros sentían lo mismo, incluido otro comprador dispuesto a recorrer todo el camino (posteriormente se reveló que se trató del magnate de los casinos Frank J. Fertitta III), ya que los dos terminaron en una guerra de pujas.
“Me di cuenta de que muchísimas personas querían con ahínco tener esta pieza de arte”, dijo Maezawa. “Yo estaba seguro de que mi ojo era certero”.
Maezawa dijo que empezó a coleccionar obras de arte hace 10 años, y el departamento que renta en Tokio es testigo de sus pasión por el arte: “Runaway Nurse” de Richard Prince (9.6 millones de dólares en Christie’s el año pasado) en la escalera; un Roy Lichtenstein en el comedor; un gran Christopher Wool (13.9 millones de dólares) en la sala de estar, junto con dos móviles de Calder.
Maezawa también es visto como precursor de un nuevo capítulo de la colección de arte en Japón, un país anteriormente conocido por la burbuja del arte impresionista de los años 80. Es un coleccionista “que se convirtió en hombre de negocios, y no un hombre de negocios que se convirtió en coleccionista de arte”, dijo Aki Ishizaka, ex director de Sotheby’s en Japón y ahora asesor de arte.
Acomodado en un sillón rojo escarlata obra del diseñador francés Jean Royère, Maezawa ⎯ quien no trabaja con un asesor de arte ⎯ dijo que lo impulsaba totalmente su amor por el arte y no la inversión financiera. “Simplemente sigo mi instinto”, dijo. “Cuando pienso que es bueno, lo compro”.
Tras abandonar la universidad para formar un grupo de rock indie ⎯ él era el baterista ⎯, Maezawa inició su empresa en 1998, ahora el gran centro de moda en internet japonés Zozotown. Su valor neto de unos 3,500 millones de dólares lo convierte en la décimo cuarta persona más rica en Japón.
Dada una cultura aquí en la cual la gente es típicamente renuente a ostentar su riqueza ⎯ los compradores en la Feria de Arte de Tokio del año pasado dijeron que ni siquiera querían que sus esposas supieran de sus compras ⎯, Maezawa es considerado una especie de rebelde.
También es una presencia llamativa en las redes sociales, publicando en Instagram fotos de sus obras de arte adquiridas; junto con fotografías de su jet privado Bombardier Global 6000 y su colección de relojes de Patek Philippe y Richard Mille.
Se ha hecho amigo de celebridades como el actor Leonardo DiCaprio, y asistió a la Gala del Museo Metropolitano de Arte con su novia, la modelo Saeko Dokyu; aunque dijo que la ostentación “fue demasiado para mí”.
En contraste, las hermanas Basquiat dicen que protegen su privacidad, tras asumir la administración del legado ⎯ junto con su madrastra Nora ⎯ tras la muerte de su padre, Gerard, en 2013.
“Jeanine y yo hemos sido Basquiat desde el día en que nacimos”, dijo Lisane. Aunque se enorgullecen de su hermano, añadió, “también tenemos nuestras propias vidas”.
Las hermanas dijeron que el “genio” de Jean-Michel fue evidente desde temprana edad. “Era creativo, y eso es lo que lo alimentaba; absorbía todo”, dijo Jeanine. “Se veía como alguien que iba a ser grande”.
Lisane añadió: “Siempre tenía una pluma en la mano y algo en qué dibujar o escribir. Se ensimismaba, y era hermoso verlo”.

Motoko Rich y Robin Pogrebin
© 2017 New York Times News Service