La muerte de un padre desencadena la búsqueda de profundizar en el alma de China

PEKÍN _ En una subdivisión medio vacía en las afueras de la capital de China, Yang Weidong está involucrado en una lucha quijotesca: documentar el alma de China a través de una serie épica de entrevistas en video.

Antes de embarcarse en su búsqueda, Yang, un hombre corpulento de 50 años de edad con una sonrisa traviesa y anteojos de carey, tenía una vida bastante convencional. Creció en Pekín y fue testigo de las protestas y la matanza de Tiananmen en 1989, pero se había acoplado al sistema. Daba clases de diseño de interiores y arquitectura en la prestigiosa Universidad Tsinghua, tenía una práctica privada lucrativa y operaba una cafetería de moda en una parte moderna de la ciudad.

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Luego la tragedia golpeó a su familia. Su madre, Xue Yinxian, quien trabajaba en la Administración General de Deportes, alcanzó la prominencia en los 90 como delatora, al decir públicamente que se negó a dopar a atletas chinos. En 2007, en vísperas de las Olimpiadas de Pekín, funcionarios hicieron una visita a la casa de la mujer, le advirtieron que no hablara sobre el dopaje en China, diciéndole que avergonzaría a la nación. Su esposo, que estaba convaleciente de una cirugía cerebral, enfrentó a los funcionarios. La familia dice que fue empujado por ellos (aunque ellos dicen que simplemente se cayó), y entonces sufrió una nueva lesión en la cabeza, muriendo tres meses después.

La muerte de su padre desencadenó algo en Yang. Repentinamente, se sintió consumido por un deseo quemante: comprender cómo China terminó con su sistema político y social autoritario.

“Después de que murió mi padre, no pude comprender por qué sucedió”, dijo Yang durante una visita a su casa este verano. “Sentí que la sociedad tenía problemas y decidí descubrir por qué”.

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Así inició un esfuerzo notable para documentar lo que los chinos piensan de la política y la sociedad de su país. Desde que empezó en marzo de 2008, Yang ha filmado a 405 pensadores, artistas, músicos, escritores, historiadores; cualquiera que haya pensado mucho en el futuro de China. Algunos son críticos del gobierno, otros apoyan al partido, pero todos tienen opiniones.

“Es un sondeo del estado de ánimo de la China moderna”, dijo el editor literario de Hong Kong Bao Pu. “Sus preguntas están relacionadas con la opresión que su familia enfrentó. Es: ‘Este es mi proyecto, voy a hacerlo’. Lo respeto enormemente por ello”.

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Al principio, dijo Yang, era visto con sospecha. ¿Quién era este hombre que aparecía con una cámara profesional y una cuadrilla de sonido? ¿Era un espía del gobierno? Luego, en 2011, publicó el primero de seis volúmenes de entrevistas en Hong Kong (porque los editores chinos continentales se negaron, dijo). Cubriendo 105 de sus entrevistas, los volúmenes llevan simplemente por título “Para que quede constancia”, reflejando su objetivo: no presentar grandiosas conclusiones sino dejar que la gente se exprese sobre el estado nacional de China, en el tipo de debate que rara vez ocurre en el país.

Desde entonces, Yang se ha vuelto parte de una escena creciente de lo que el académico basado en París Sebastian Veg llama “intelectuales comunes”. A diferencia de los escritores chinos de gran renombre del pasado que se pronunciaban sobre los asuntos nacionales, personas como Yang presentan sus argumentos a través de canales no oficiales, como películas clandestinas o artículos publicados en plataformas de redes sociales populares como WeChat.

“Esta gente está discutiendo de manera extraoficial los asuntos políticos y sociales”, dijo Veg, profesor de la Escuela de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales en París, quien está escribiendo un libro sobre el tema. “Demuestra cómo la sociedad está pluralizándose y cómo otras personas se están uniendo al debate nacional”.

Yang usa las mismas 55 preguntas, la mayoría de ellas muy abiertas (“¿Qué significa para usted ‘servir al pueblo’?” “¿Cómo entiende usted el trabajo?” “¿Cómo entiende usted el temor?”) Su objetivo final, dijo, es usar los videos como parte de un documental. Pero dice que primero quiere llegar a las 500 entrevistas; e incluso entonces no está seguro de qué hacer con todo el material. (Copias han sido enviadas al extranjero, dijo, para salvaguardarlas.)

Las respuestas más memorables a menudo surgen en respuesta a su última pregunta: “En la sociedad actual, ¿qué necesita usted más?” Las respuestas en ocasiones son banales, otras veces profundas:

“Necesito justicia”, dijo Xu Maomao, un actor.

“Casi no necesito nada ahora”, dijo Chen Ershou, un famoso geólogo que ha muerto desde entonces.

“Necesito más que todo libertad”, dijo Chang Ping, un columnista exiliado.

“Necesito libertad de expresión más que todo”, dijo Mao Yushi, un economista y defensor de los ajustes políticos.

“Necesito tiempo”, dijo Yang Jisheng, un prominente periodista e historiador.

“China necesita más que todo ciencia”, dijo Fang Zhouzi, un escritor que desmonta mitos.

“Necesito decir la verdad”, dijo Yao Jianfu, un funcionario retirado.

“Necesito dinero”, dijo Gao Yu, un periodista disidente que desde entonces ha sido puesto bajo arresto domiciliario.

El proyecto ha puesto a Yang y su familia bajo severa presión. Él y su esposa, Du Xing, antes tenían dos departamentos, pero tuvieron que venderlos para pagar a las cuadrillas de filmación. Ahora rentan un departamento ligeramente deteriorado en una subdivisión.

Du se casó con Yang justo antes de que el padre de él muriera, y desde entonces ha experimentado una lenta erosión de su nivel de vida y libertades personales. Ex gerente de un club de golf, la mujer de 45 años de edad ahora se une a su esposo en su proyecto, operando la cámara y atendiendo al sonido porque ya no pueden permitirse pagar una cuadrilla. También es fotógrafa y ayuda a documentar algunas de las entrevistas.

“Mis padres me preguntan cómo es mi vida y si tendremos hijos”, dijo Du. “Sería agradable tener una vida normal, pero no parece posible ahora”.

Eso es especialmente cierto ahora que los servicios de seguridad pública han cobrado más interés en su trabajo. Yang lo remonta a la publicación de los libros, lo cual cree que hizo que el gobierno cobrara conciencia de él. Ahora es seguido habitualmente, y dice que a menudo enfrenta hostigamiento. Por ejemplo, diseñó cerámica con la esperanza de venderla para apoyar a su proyecto, pero dice que las autoridades hostigaron a los dueños de los hornos para que no recibieran su trabajo.

Funcionarios también les hacen visitas regularmente, y está bajo una prohibición de viajes formal, la cual le impide salir de Pekín. Ese es el resultado de haber ido detenido el año pasado por primera vez. Fue retenido por más de tres meses, pero nunca fue acusado, después de que publicó en línea una fotografía de sí mismo desnudo frente a una oficina de gobierno en protesta por una decisión que les impidió a él y a su madre viajar a Hong Kong. Yang dijo que no se les permitió viajar porque el Comité Olímpico Internacional estaba a punto de decidir si Pekín ganaría las Olimpiadas de Invierno de 2022 y no querían que Xue repitiera las denuncias del dopaje. (Pekín subsecuentemente ganó la licitación.)

A lo largo de los problemas de la familia, la madre de Yang ha sido una defensora constante. Tras sufrir recientemente dos apoplejías, tiene menos movilidad ahora y duerme durante varias horas cada tarde. Pero cuando está despierta sigue siendo una presencia inteligente y formidable. Ella también está segura de que los atletas chinos siguen dopándose.

“Me impidieron salir, diciendo que afectaría a la seguridad nacional”, dijo Xue. “Entonces, ¿piensa que siguen dopándose?”

Ciertamente, otros sí lo piensan. Recientemente, otro delator dijo a The Times de Londres que el dopaje es sistémico en la natación, provocando una investigación de la Agencia Mundial Antidopaje. La agencia antidopaje de China posteriormente confirmó irregularidades relacionadas con el dopaje, pero negó encubrir la información.

Xue dijo que el dopaje era endémico en maquinarias deportivas como las de China y Rusia. Aunque no tiene conocimiento directo de la situación actual, dijo que era un subproducto inevitable de un sistema autoritario dependiente de la legitimidad que da producir glorias nacionales.

“Ni siquiera les dicen a los atletas”, dijo. “Solo les dicen que son suplementos nutricionales”.

¿Y qué hay del proyecto de su hijo?

“Le dijo a la gente que ahora es un buscador de oro”, dijo Xue riendo. “Está excavando en China en busca de tesoros”.

Ian Johnson
© 2016 New York Times News Service