La nueva cuenta

Palco de prensa

En tanto transcurre el tiempo necesario para interponer recursos, y se resuelve lo correspondiente, hay que empezar nueva cuenta, o agregarle tiempo, para observar qué se hace en los temas de mayor trascendencia, pendientes aún de respuesta.

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En el sur de Ensenada, el asunto de los límites con Playas de Rosarito. Los residentes de la zona de Santa Anita, tienen años viviendo en la incertidumbre, pues ni son de Ensenada, ni son de Playas de Rosarito. Ambos gobiernos insisten en dominarlos, pero ni uno, ni otro, responden, a la hora de atender sus necesidades.

Otro anhelo pendiente de atender, es el de convertir el sur de Ensenada, en un nuevo municipio, el de San Quintín, con su propio gobierno. Bueno o malo, pero propio.

En el resto del Estado, los serios problemas financieros de los gobiernos municipales, las marcadas deficiencias de los servicios públicos, el retraso urbanístico.

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Ni para qué mencionar el asunto de las luminarias de Tijuana, cuyos protagonistas, parece ser que ya la libraron, sin que hayan recibido la sanción correspondiente.

Las urnas electorales, representan una especie de sensores, que reflejan el hartazgo de la gente. Cada día es menor el porcentaje de los electores que acuden a las urnas, porque es una forma de demostrar el hastío. Ciertamente, se sigue dando el bipartidismo, pero a “cuenta gotas”. Por simple compromiso.

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Los partidos políticos apuestan al hecho innegable de que los electores, en su mayoría, tienen mala memoria y muchas necesidades. Siguen votando por los mismos, pero cada día son menos.

Mientras, la historia negra de algunos políticos, se convierten en una especie de leyendas. Muchos las recuerdan, menos los encargados de proceder a las investigaciones, para aplicar los castigos correspondientes.

El de Enrique Pelayo Torres, en ensenada, Francisco Pérez Tejada, en Mexicali, Javier Urbalejo Cinco, en Tecate, Javier Robles Aguirre, en Playas de Rosarito y Carlos Bustamante Anchondo, en Tijuana. Todos priístas, coautores de las derrotas de los candidatos tricolores. Y se preguntan, extrañados, ¿ por qué perdieron ?

Todas las culpas se pagan. Tarde que temprano, pero se pagan. A veces pagan “inocentes, por pecadores”. Pero pagan.

El reto mayor, en el caso de Tijuana, es enfrentar el problema de seguridad pública. Fue el detonador electoral con el exjefe de seguridad pública, Julián Leyzaola. Pero el “alcalde electo” de Tijuana, Juan Manuel Gastélum Buenrostro, se burla de los electores y advierte que no se requiere un “robocop”.

Pero en fin, se acabaron los tiempos de las promesas. Llegó el momento de las realidades. De hacer ciertas las expectativas generadas. De iniciar nueva cuenta, para observar cuánto tiempo tardan en llevar proyectos a la práctica, o de alimentar el hartazgo social.

Todos, en campaña, hablaban de un mundo mejor para Tijuana, de que lograrían maravillas, si el voto popular les favorecía. Lamentablemente, palabra de político, no es digna de fiar.

Hasta el momento, se ha demostrado, hasta la saciedad, que nadie ejerce la política en forma institucional. Los nuevos, vienen a improvisar, a intentar nuevos proyectos y a dar al traste con los iniciados por sus antecesores.

A esto se debe, principalmente, el rezago urbanístico. Podemos decir, que por eso estamos como estamos. Iniciamos la nueva cuenta. La anterior, está en el proceso del olvido.

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