La Rioja trata de resolver cómo definir a sus mejores vinos

NUEVA YORK ⎯ El vino fue un placer extraordinario, un tinto suave con una textura entre sedosa y aterciopelada que no solo invitaba, sino demandaba, un siguiente sorbo.

Los sabores eran entre dulces y agrios, más a arándano que a frambuesa, y frescos. El vino se extendía bien hacia el territorio complejo del tabaco, el humo y el cuero, con un toque de vainilla de su largo reposo en antiguas barricas de roble americano. Había refinamiento en el vino, el tipo de lustre que proviene solo de la fricción de limar mediante el añejamiento los bordes ásperos de la juventud inquieta.

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Este era un Viña Tondonia Rioja Gran Reserva 1994 de R. López de Heredia, un productor de La Rioja amado no solo por su constante apego a las tradiciones y técnicas más antiguas de la región, sino también por el riguroso cultivo natural de sus viñedos y sus impecables estándares de calidad.

Otros productores de La Rioja hacen excelentes vinos gran reserva, como Muga, Faustino, CVNE, La Rioja Alta, Remelluri, Hermanos Peciña y Marqués de Murrieta. Ninguno es tan devoto como López de Heredia a la idea de que los vinos gran reserva deben ser añejados por la bodega hasta que están listos para ser bebidos.

Las reglas que rigen a los tintos gran reserva requieren que los vinos sean añejados al menos dos años en barricas y tres años en botellas ⎯ cinco años en total ⎯ antes de que puedan ser liberados. La mayoría de los buenos productores de vinos gran reserva van más allá del mínimo.

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La entrega actual del gran reserva de Muga, Prado Enea, es de 2009, por ejemplo. El gran reserva actual de Murrieta, Castillo Ygay, es de 2007, mientras que el 904 de La Rioja Alta es de 2007 y su 890 es de 2004. En comparación, el tinto gran reserva más joven de López Heredia es de 1995.

Muy pocas regiones definen sus vinos por medio del añejamiento como La Rioja y unas cuantas otras regiones vinícolas españolas lo han hecho. Brunello di Montalcino, que debe tener al menos cuatro años de añejamiento; Barolo, que necesita al menos tres; y Champaña, que requiere que el vino de una sola cosecha sea añejado un mínimo de tres años, están entre ellas.

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Pero el sistema de La Rioja es el más complejo. Sus términos tradicionales crianza (tres años), reserva (cuatro años) y gran reserva indican en orden ascendente el añejamiento que un vino recibió en la bodega.

Definir un vino por medio del añejamiento parece desfasado con los tiempos. Con el ascenso del borgoña, con su énfasis en el lugar y el terroir por encima del añejamiento, más regiones se han redefinido en los términos borgoñeses.

En los últimos 30 años, ha habido un ascenso en los Barolo de un solo viñedo, aun cuando unos cuantos ardientes tradicionalistas como Bartolo Mascarello insisten en la primacía de los vinos mezclados de diferentes comunidades. De manera similar, en La Champaña, donde la mezcla ha sido descrita y comercializada como una forma de arte, más productores enfatizan el terroir y el viñedo.

El mismo debate está ocurriendo en La Rioja, ya que muchas personas creen que los requerimientos de añejamiento no ofrecen garantías de estilo o calidad. Lo que agrava el debate, dijo Víctor de la Serna, quien escribe sobre vinos para El Mundo y es coautor de “The Finest Wines of Rioja and Northwest Spain”, es lo que él llama “la zambullida de cabeza (de La Rioja) en la producción masiva de vinos cada vez más baratos”.

El ascenso del Rioja industrial barato, dijo De la Serna, afecta a todo el mercado, incluyendo a la categoría de gran reserva.

“El problema es que cualquiera puede obtener una etiqueta negra de gran reserva si añeja el vino siguiendo el manual de reglas e, incluso en esa categoría, las diferencias de precio pueden ser enormes”, dijo, citando un gran reserva de 2010 de Campo Viejo que se vende por internet en España en alrededor de 13 dólares (en Nueva York, el vino se vende en alrededor de 20 dólares). Precios como esos, dijo, hacen difícil que los productores más enfocados en la calidad vendan sus vinos a los precios más altos que necesitan para mantener sus estándares.

Muchos productores destacados están presionando a las autoridades vinícolas regionales para que apliquen estándares de calidad más altos para La Rioja así como para que se creen subdivisiones geográficas, como la jerarquía de los vinos regionales, aldeanos, premier cru y grand cru de Borgoña. El año pasado, más de 150 profesionales del vino españoles, en una reunión organizada por Telmo Rodríguez de Remelluri, firmaron un manifiesto en que instaban a las autoridades vinícolas a crear esas clasificaciones jerárquicas para las regiones vinícolas españolas.

De la Serna estuvo entre los firmantes, aunque no tiene mucha esperanza de que salga algo de ella.

“Soy muy escéptico de ese enfoque incluso si se vuelve realidad”, afirmó. “Esto es España, después de todo, y la cultura del vino rara vez forma la base de las regulaciones para el vino”.

María José López de Heredia, quien, con sus hermanos Mercedes y Julio César, dirige la bodega fundada por su bisabuelo, señaló en un correo electrónico que clasificar al vino, ya sea por terroir, requisitos de añejamiento o métodos de producción, no asegurará que sea bueno.

“Se puede elegir la clasificación que uno quiera, pero, al final, es la honestidad y la voluntad de hacer un buen vino lo que importa”, aseguró.

En algunas regiones vinícolas, los conflictos han causado que los productores meticulosos abandonen las denominaciones de origen. En el caso más famoso, esto ocurrió en La Toscana en los años 70, cuando productores frustrados abandonaron la denominación de origen para empezar a hacer vinos que eventualmente llegaron a ser conocidos como “Súper Toscanos”.

Está sucediendo en la actualidad en Francia, especialmente en el Valle del Loira, donde más productores están aceptando una designación menor de “Vin de France” en vez de someterse a reglas que consideran que son tonterías o demasiado rígidas.

Hasta ahora, en La Rioja, solo un productor importante, Artadi, ha elegido abandonar la denominación de origen.

Yo estoy de acuerdo con López de Heredia en que cualquier clasificación depende de la integridad de los productores decididos a hacer los mejores vinos que se pueda. La clasificación de gran reserva, señaló ella, conlleva la implicación de que los productores están seleccionando sus mejores vinos para destinarlos al añejamiento prolongado. Ella y otros destacados productores asumen esa idea básica en serio. No todos los hacen.

“Para una bodega que produce millones de botellas pero no tiene reputación de marca, gran reserva no significará nada”, añadió López de Heredia.

Conclusión: si usted quiere ver lo que es realmente un buen gran reserva de La Rioja, evite la botella de 20 dólares. El Viña Tondonia de 1995, le costará 100 dólares, lo cual para una botella grandiosa de 22 años de antigüedad está muy por debajo de lo que un vino superior le costaría en Burdeos, el Valle de Napa o Barolo. Pero si eso es demasiado, puede encontrar un Faustino 1 2001 por alrededor de 40 dólares; un La Rioja Alta 904 2004 por unos 60 dólares y un Muga Prado Enea 2006 en alrededor de 65 dólares.

Eric Asimov
© 2017 New York Times News Service