Las mujeres ven un paso hacia delante en la candidatura de Hillary Clinton

Con la colaboración en la investigación de Jess Bidgood, Christina Capecchi, Natalie Pita y Nate Schweber.

La presidenta sabría lo que se siente estar embarazada. Los altos dirigentes militares tendrían que responderle a una jefa cuando nunca ha habido ninguna mujer en el Estado Mayor. Los lugares de trabajo y la vida hogareña se transformarían debido a la licencia parental ampliada y la equidad en el pago. O podría ser que nada cambiara. El simbolismo estaría al nivel de una supernova. El contragolpe podría ser devastador.

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La noche del jueves, en 240 años de una cadena ininterrumpida de un liderazgo exclusivamente masculino, Hillary Clinton aceptó la candidatura demócrata a la presidencia. Es posible que el país se encuentre a unas elecciones muy reñidas de tener a una mujer a cargo, con lo cual una pregunta que siempre ha sido abstracta sería más concreta: ¿cómo alteraría tener a una presidenta a la experiencia de ser una estadounidense?

“Las mujeres obtendrían salarios justos”, dijo Tammy Keith, de 53 años, una trabajadora social que vive en el este de Nueva York y estima que le han pagado alrededor de 20,000 dólares menos que a sus contrapartes masculinas en los últimos 14 años.

Entre más audazmente actuara Clinton, más podrían sentirse empoderadas las mujeres, comentó Marqui Wilcher, de 25 años, una supervisora en el centro de atención al cliente en Pittsburgh y madre soltera. “No entro ahí y no me acongojo”, dijo como si le hablara a la candidata.

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La elección de la primera mujer a la Casa Blanca podría revitalizar los temas estancados sobre la igualdad en el centro de trabajo, dijo Jeanne Crain, de 56 años, la directora ejecutiva de un banco en St. Paul, Minnesota. “Yo creo que aquí hay formas para mí, como dirigente, para usar esto como un trampolín _ qué pena _ en formas que no he hecho”, dijo.

Toda la semana, las cámaras en el salón de convenciones en Filadelfia estuvieron capturando imágenes de mujeres llorando, abrazando y gritando por Clinton. Docenas de otras mujeres por todo Estados Unidos, en entrevistas en sus oficinas o junto con sus hijos, también dijeron que se sentían en la cúspide de un importante paso colectivo hacia adelante.

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Unas cuantas dijeron que no marcaría ninguna diferencia: “Oh, Dios santo, es una mujer, bla, bla, bla”, dijo Kristin Shearer, de 45 años, quien apoya a Trump en Cambridge, Massachusetts.

Sin embargo, la mayoría de las mujeres entrevistadas _ desde la adolescencia hasta los noventaitantos años, demócratas y republicanas, empleadas de tiendas hasta ejecutivas _ creían que una presidencia femenina podría, de alguna forma, ser una fuerza en su propia vida, aun si todavía no sabían de qué forma.

Algunas dirigentes mujeres en otros países, como Indira Gandhi en la India y Benazir Bhutto en Pakistán, acumularon poder en un contraste marcado con sus compatriotas mujeres, quienes tenían muy poco. Sin embargo, si Clinton gana la presidencia asumiría el cargo en un momento de transformación económica y demográfica para las mujeres estadounidenses, quienes están superando en número a los hombres en las inscripciones universitarias por márgenes cada vez mayores, se están convirtiendo en el principal sostén de la familia y están siendo las jefas de su propio hogar. Poco a poco, se está estableciendo la licencia parental obligatoria por primera vez en la historia estadounidense. Como comandante en jefe, una de las tareas de Clinton sería concluir la integración de las mujeres a las funciones de combate en el Ejército de Estados Unidos.

Sin embargo, las expectativas históricas básicas también pueden causar profundas decepciones. En las entrevistas, muchas mujeres expresaron deseos reprimidos, nacidos de una cultura en cambio lento y una experiencia personal dura. Si Clinton resulta elegida, esos sueños podrían estrellarse. Hacer una abertura en un techo de cristal no es lo mismo que desmantelarlo, dijo Marianne Cooper, una socióloga de Stanford que era la principal investigadora para el libro de Sheryl Sandberg, “Lean In”.

“Realmente hacer añicos un techo de vidrio significaría que estaría cambiando totalmente a las fuerzas que son las barreras para las mujeres”, dijo. Eso es algo “realmente difícil de enmendar para una sola persona de un grupo infrarrepresentado”, añadió. “¿Y en cuatro años?”.

Como candidato,Barack Obama trató a menudo de bajar las expectativas de lo que podría lograr para los afroestadounidense cuando fuera presidente. Sin embargo, con la plataforma de la campaña de Clinton se trata de levantar las esperanzas para las mujeres: vastas ampliaciones en licencias familiares y médicas con goce de sueldo. Terminar _ en su sitio web se usa la palabra _ con el acosos sexual en los campus universitarios. Limitar a 10 por ciento del ingreso de una familia el costo de la atención infantil, mientras que, al mismo tiempo se les hacen aumentos a los proveedores. Abolir la prohibición de usar fondos federales para abortos.

Sin embargo, todavía no está totalmente claro cómo una presidenta Hillary Clinton podría fondear o promulgar algunas de sus propuestas. El Congreso está congelado y la política requiere compromisos que decepcionan a menudo. El feminismo estadounidenses es un revoltijo estridente de heroínas de la cultura pop, defensores de los derechos reproductivos, activistas contra la violación y otros, pegados por poco más que un ferviente debate en internet.

Y son pocas las organizaciones con legados unificadores, como NAACP, la Urban League o hasta nuevas, como Black Lives Matter, que impulsen su plataforma. Fácilmente podría encontrarse en una posición parecida a la que enfrentó Obama sobre la raza, en la que alguna de su propia gente la califica de una decepción, mientras que, al mismo tiempo, los oponentes alegan que es una radical que está yendo demasiado lejos.

Su vida ya ha sido un lienzo para debates sobre la maternidad para quedarse en la casa, el matrimonio, la ambición y la tendencia a que se perciba a las dirigentes como a personas menos agradables. Como ocupante de la Oficina Oval, el escrutinio puede ser todavía más implacable.

Algunas de las mujeres entrevistadas dieron por hecho que a Clinton la golpearían con ataques repugnantes, como los gritos recientes de “enciérrenla” en la convención republicana. Sin embargo, sonaron todavía más preocupadas porque enfrentarían críticas más duras que cualquier varón en el cargo por cualquier error que cometa, grande o pequeño. (En un estudio reciente de Yale, se encontró que se juzga con mayor severidad a las mujeres en ocupaciones tradicionalmente de hombres cuando cometen los mismos errores que ellos en esos empleos.)

“¿De qué tengo miedo? Que se vea a su liderazgo como ‘dramático’ o ‘autoritario’ o ‘desagradable’ porque la sociedad realmente batalla para aceptar a las mujeres en el poder”, dijo en Facebook Kristina Dahl, de 46 años, una directora de una organización de apoyo al cáncer en Seattle.

La cuestión es si una presidenta Hillary Clinton estaría recreando dinámicas de género conocidas en un escenario más grande o, en parte, las estaría cambiando con el solo hecho de presentarse a trabajar todos los días.

Cuando una joven entra en un salón de clases, un chico de 15 años pensará que bien podría ser la presidenta algún día”, comentó Abby Wambach, de 36 años, la futbolista y autora de unas memorias próximas a salir a la venta en las que describe su lucha por la igualdad como atleta femenina y quien ha hecho campaña a favor de Clinton.

Otras mujeres dicen que si gana, ellas podrían cambiar su propio comportamiento. La novelista Ann Patchett, de 52 años, dijo que la elección de una presidenta podría persuadirla de entregarle más tareas domésticas a su esposo. Ella es una autora de grandes ventas y dueña de una librería, pero una mujer en la Oficina Oval podría ayudarla a creer que su trabajo es tan importante como el de su marido, un médico, comentó ella.

Otras mujeres sienten una posibilidad inicial, pero no están del todo seguras en cuanto a qué esperar. A Nancy Lyons, de 50 años, la directora ejecutiva de una agencia de diseño y tecnología en Minneapolis, se le ocurrió su propia analogía para describir lo que significa este momento para ella.

Al ver a Clinton aceptar la candidatura fue como haber sido testigo en una de las misiones espaciales de su niñez, contó. Clinton está en un sitio en el que ninguna mujer había estado antes, posiblemente, incluso hasta para ir más lejos. Necesita ejecutar con precisión para mostrar grandes resistencia y osadía. Lyons es entusiasta, pero también teme al fracaso.

“Ahora, Hillary Clinton es como una astronauta”, comentó.

Jodi Kantor
© 2016 New York Times News Service