Los expertos dicen que los cambios en la personalidad pueden ser un signo temprano de demencia

“¿La persona se ha vuelto inquieta, agresiva, irritable o temperamental?”, es una pregunta en el cuestionario. “¿Presenta creencias poco realistas sobre su poder, riqueza o habilidades?”.

O, quizá, se haya producido otro tipo de cambio en la personalidad: “¿Ya no le importa nada?”.

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Si la respuesta es sí a una de esas preguntas _ u otras en una lista nueva _ y el cambio en la personalidad o el comportamiento ha durado meses, podría indicar una etapa muy temprana de demencia, según un grupo de neuropsiquiatras y expertos en Alzheimer.

Están proponiendo la creación de un diagnostico nuevo: leve deficiencia conductual. La idea es reconocer y medir algo que algunos expertos dicen es frecuente que se pase por alto: cambios marcados en el ánimo y el comportamiento que pueden preceder a problemas de la memoria y el pensamiento en la demencia.

El grupo hizo la propuesta hace poco en la Conferencia Internacional de la Asociación del Alzheimer en Toronto y presentó un cuestionario con 34 preguntas que algún día podría usarse para identificar a las personas con mayor riesgo de padecer Alzheimer.

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“Sí creo que necesitamos algo como esto”, notó Nina Silverberg, la directora del programa Centros de la Enfermedad de Alzheimer en el Instituto Nacional del Envejecimiento, quien no participó en la elaboración del cuestionario, ni de la propuesta para el nuevo diagnóstico.

“La mayoría de las personas piensan, principalmente, en el alzhéimer como un trastorno de la memoria, pero sabemos por los años de investigación que también puede comenzar como un problema del comportamiento”.

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De conformidad con la propuesta, el deterioro conductual leve (DCL) sería la denominación clínica que precedería al trastorno cognitivo leve (TCL), un diagnóstico creado hace más de una década para describir a las personas que experimentan algunos problemas cognitivos, pero que todavía pueden desempeñar la mayoría de las funciones cotidianas.

El doctor Zahinoor Ismail, un neuropsiquiatra en la Universidad de Calgary y miembro del grupo que propuso el nuevo diagnóstico, dijo que los estudios y las anécdotas indican que los cambios emocionales y conductuales son “un síntoma amagado”, parte del proceso de la enfermedad de la demencia, no algo separado de él.

Sea lo que sea lo que está erosionando las habilidades de memoria y pensamiento en el proceso de la demencia, también puede estar afectando los sistemas cerebrales de regulación emocional y autocontrol, notó.

Si dos personas presentan trastorno cognitivo leve, la que tiene cambios en el ánimo o la conducta desarrollan estados avanzados de demencia con mayor rapidez, explicó.

A los pacientes con Alzheimer que tienen esos síntomas “les va mucho pero al paso del tiempo”. Se ha mostrado que había mayor daño cerebral con la autopsia practicada después de su muerte.

Claro que no todos los que experimentan cambios en el ánimo al envejecer están padeciendo signos de advertencia de demencia. Ismail enfatizó que, para que se considere DCL, un síntoma debe haber durado al menos seis meses y “no solo ser una irregularidad en el comportamiento, sino un cambio fundamental”. Con todo, a algunos expertos les preocupa que al nombrar y examinar en busca de un síndrome en una etapa tan temprana, pudieran terminar por categorizar a grandes cantidades de personas, preocupando a algunas porque desarrollarán Alzheimer, para la cual todavía no existen tratamientos efectivos.

“Existe el potencial del beneficio de un tratamiento temprano, de identificar a personas que tienen más probabilidades de deteriorarse”, comentó el doctor Kenneth Langa, un profesor de medicina interna en la Universidad de Michigan. Sin embargo, “El reverso de la moneda es un exceso en los diagnósticos, etiquetar a alguien y hacer que la gente entre en la cascada clínica donde empiezas a hacer la prueba y la gente empieza a hacer más imágenes cerebrales y a ir al médico con más frecuencia y a que se preocupe más”.

“Si se vuelve en una práctica rutinaria, es una enorme cantidad de dólares”, añadió.

Langa, quien ha escrito sobre el TCL, mencionó la experiencia con esa denominación. Muchas personas a las que se les da un diagnóstico de MCI no desarrollan un estado avanzado de demencia, ni siquiera al paso de las décadas, y, más o menos un 20 por ciento, se ha considerado cognitivamente normal después, notó. Ello podría deberse a que el día en el que les hicieron las pruebas, su función cognitiva era menor a lo usual y, posiblemente, resultado de la tensión o las medicinas que estaban tomando para otras enfermedades.

“Esa es una de las cosas que me hacen pensar dos veces en crear la DCL”, comentó Langa, quien recomendó que al cuestionario lo prueben investigadores antes de que los doctores empiecen a utilizarlo.

Otros son más entusiastas.

“Tenemos que mejorar nuestra capacidad para identificar a las personas en riesgo”, comentó Arthur Toga, un neurocientífico en la Universidad del Sur de California. Eventualmente, “habrá un tratamiento efectivo”, añadió, “y, de cualquier forma, es demasiado lo desconocido sobre esta enfermedad”.

Toga dijo que su madre presentó frustración y otros cambios emocionales a los setentaitantos, años antes de desarrollar Alzheimer. El cree que sus estados de ánimo se originaron en la consternación que ella sintió, una maestra retirada, cuando trataba de ocultar algo que la familia todavía no notaba: “su decreciente capacidad cognitiva con las palabras”.

En efecto, Langa y otros dijeron, no siempre es posible detectar problemas tempranos con las pruebas de memoria porque algunas personas, en especial las altamente instruidas, pueden se lo suficientemente hábiles para resolver pruebas como para que sus calificaciones no reflejen la magnitud completa de la pérdida cognitiva.

La doctora Mary Ganguli, una profesora de psiquiatría, neurología y epidemiología en la Universidad de Pittsburgh, dijo que es frecuente que la gente reporte que ella, o algún familiar, dejó de hacer algo que siempre había disfrutado hacer, como hornear cierto postre para el Día de Acción de Gracias o arreglar la podadora de pasto en la primavera.

Incluso, es posible que el paciente no sepa por qué, comentó. Es posible que ya no les interese la actividad porque “ya no sabían cómo hacerla”.

Por lo general, cuando Ganguli pregunta si el paciente tiene problemas para recordar cosas, “Me dicen: ‘Sí, pero no es el problema más grande’”, contó. “Pero si les hago una evaluación, encuentro problemas de memoria”.

Algunos expertos que apoyan al nuevo diagnóstico dijeron que, a diferencia de la mayoría de los problemas cognitivos, se podrían tratar algunos síntomas de ánimo y conductuales con terapia y medicamentos. “Podemos hacer que duerman mejor, podemos suavizar los efectos negativos de la depresión, podemos ayudar a la familia a aprender a cómo manejar los problemas”, dijo Ganguli.

Ismail comentó que la apatía es un síntoma común, pero que ha visto cambios más crudos. Una paciente de setentaitantos años se desinhibió tanto sexualmente que “pasó de ser mojigata a promiscua”, contó. Otra, una mujer de 67 años, respetuosa de las leyes “empezó a fumar crack” repentinamente. Ambas desarrollaron demencia después.

Hace mucho que se reconoce que los cambios en el estado de ánimo y la conducta son signos tempranos de advertencia de la demencia frontotemporal, la cual representa 10 por ciento de todos los tipos.

Palmer Posvar, una paciente de Ganguli, tenía cincuentaitantos años cuando empezó a tomar la comida del plato de otras personas, a pedir prestado dinero a amistades y a tratar de empeñar joyas que eran reliquias de familia, dijo su esposo Wesley. A los 54 años, se encontró que padecía demencia frontotemporal. Ahora, a los 64 años, Posvar ya no puede hablar y se cae con tanta frecuencia que hace poco la mudaron de su casa en Fox Chapel, Pensilvania, a una residencia especial.

No obstante, “un diagnóstico temprano es una espada de doble filo”, dijo Wesley Posvar cuando se le preguntó sobre la creación de la categoría del deterioro conductual leve.

El aspecto positivo es que “hay medicinas que ayudan a manejar los estados de ánimos y la conducta”, y las pruebas clínicas para las que estos pacientes podrían cualificar, explicó. Sin embargo, “¿eso forma parte de tu expediente de salud que es accesible a las aseguradoras” o a los empleadores?, se preguntó.

“¿Y, realmente, quieres saber? Porque todavía no hay una cura”.

Algunos expertos dijeron que creen que los beneficios del nuevo diagnóstico pesan más que las desventajas.

“No deberíamos ignorarlos, ni esperar a que aparezcan las manifestaciones cognitivas”, notó Ganguli, “porque podríamos estar dejando pasar la oportunidad”.

Pam Belluck
© 2016 New York Times News Service