Estas ruinas que ves

Enrique Ochoa es otro enano de la estatura de Virgilio Andrade, de Lorenzo Córdova Vianello (¿que no forma parte del gabinete?), bueno, hasta del propio Enrique Peña Nieto.

Llega a encabezar un PRI en ruinas, devastado, que vuelve a perder no ante un panismo que tampoco puede cantar victoria, sino ante un electorado desencantado

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Como buen Judas, Ochoa Reza negó su pasado tricolor cuando aspiraba a ser consejero del Instituto Nacional Electoral, arguyendo un galimatías que iba más o menos así:

“No formé parte del Consejo Político Nacional PRI, ni soy militante, sí como lo dije en el currículum, está en la página de la comisión de Gobernación, así lo manifesté, fui durante meses en el 2006, hace más de 4 años miembro del Consejo Político Nacional y mi salida del Consejo fue también pública a través de la presentación que hice yo en un juicio para la protección del los derechos civiles en el Tribunal Electoral, por lo que yo dejé de pertenecer al Consejo y afortunadamente gané ese juicio en el Tribunal”.

Pero el nuevo dirigente del tricolor, un partido que bien podría rememorar la cinta titulada “Estas ruinas que ves”, basada en la novela homónima de Jorge Ibargüengoitia, no tiene un panorama halagüeño frente a sí.

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Llega cuando de nueva cuenta, la derrota del tricolor es inminente, y solo arriba a la dirigencia del tricolor a hacer un recuento de los daños y a llenar los zapatos de Manlio Fabio, quien apuntó hacia Peña Nieto como el causante de la derrota del PRI.

Fue justo poco después de haber declarado que la debacle del 5 de junio era resultado de malas decisiones del gobierno, que Beltrones Rivera sale de un partido que reconquistó la presidencia perdida en el año 2000, por los tremendos yerros del panista Felipe Calderón.

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No sería justo olvidar, a casi 4 años de distancia, que la derrota del panismo fue provocada por una larga, larguísima serie de yerros de un partido al que solo le alcanzó el capital político para dilapidarlo en dos sexenios.

A Ochoa Reza le toca tender la cama para que su partido negocie la entrega de la presidencia, y claro que los grupos de poder del tricolor le apostarán al Partido Acción Nacional pues ante la inminente derrota, buscarán entregar la estafeta a quien les garantice protección, cuidarles las espaldas.

Se aliarán también con un PRD que buscará no perder sus privilegios, sus prebendas, sus cotos de poder. Pero ni así les será fácil enfrentar un enemigo que no encabeza únicamente a un partido, sino a un pueblo inconforme.