Tan malo el pinto como el colorado

En su calidad de secretarios de Hacienda y Crédito Público, tanto Agustín Carstens como José Antonio Meade Kuribreña le quedan mucho a deber al pueblo de México, pero sobre todo destaca el cinismo con que han respondido a algunos de los temas más sensibles al bolsillo de los ciudadanos.

Dijo Carstens en su momento, que el aumento a la gasolina no repercutía en los pobres porque estos “ni carro tienen”, como si no debieran desplazarse en taxis y autobuses cuyas tarifas no han estado congeladas pues aunque se fijan oficialmente, en las calles prevalece la oferta y la demanda: si lo quieres bien, y si no también.

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Es por las noches cuando los taxistas imponen tarifas a capricho pero por el otro lado, ellos también deben llenar el tanque de la gasolina con cada vez más dinero.

Para un taxista que conduzca una minivan Dodge Caravan que es el vehículo promedio que presta servicio, llenar un tanque de 76 litros con gasolina Magna que pagaba 13.98 hasta el 31 de diciembre, a 16.04, significa pagar 1 mil 062.48 pesos a 1 mil 219.04 pesos.

Hasta el último día de 2016, en la ciudad, el litro de combustible Magna era de 13.98 pesos por litro y la Premium que se vendía a 14.81 pesos pasa a 17.81 partir de este 2017.

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Por lo que toca a los transportistas de carga también hay demandas de incremento en sus tarifas ya que estos pasan de pagar 4 mil 389 pesos por 300 litros de diesel, a pagar 5 mil 115 pesos por la misma cantidad.

Por su parte, con un cinismo similar al de su antecesor, Meade Kuribreña advierte que el más reciente gasolinazo no debe repercutir en el precio de los alimentos y que “no ve” un efecto inflacionario.

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Lo menos que 140 comentarios le responden a su declaración es una mentada de madre, pues como Carstens, ambos tienen una lógica retorcida que no alcanza a aterrizar en nuestra realidad.

A ellos es a quienes hay que expulsar del poder.