Mantengan cerrada la boca: olímpicos acuáticos enfrentan toxica mezcla en Río

© 2016 New York Times News Service

RÍO DE JANEIRO – Expertos de salud en Brasil tienen una palabra de consejo para los nadadores olímpicos de maratón, navegantes y windsurfistas que compiten en las aguas de postal de Río de Janeiro el mes entrante: Mantengan la boca cerrada.

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A pesar de las promesas del gobierno hace siete años de contener el desperdicio que ensucia la expansiva bahía de Guanabara de Río y las legendarias playas de la ciudad, funcionarios reconocen que sus esfuerzos por tratar aguas negras y palear basura de hogares se han quedado cortos.

De hecho, ambientalistas y científicos dicen que las aguas de Río están mucho más contaminadas de lo que se pensaba antes.

Pruebas recientes por parte del gobierno y científicos independientes revelaron una verdadera placa de Petri de patógenos en muchas de las aguas de la ciudad, desde rotavirus que pueden causar diarrea y vómito hasta “superbacterias” que pueden ser letales para personas con sistemas inmunes debilitados.

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Investigadores en la Universidad Federal de Río también encontraron seria contaminación en las exclusivas playas de Ipanema y Leblon, donde se prevé que muchos del medio millón de espectadores olímpicos retocen entre eventos deportivos.”

Atletas extranjeros estarán nadando literalmente en desperdicio humano, y corren el riesgo de enfermar por todos esos microorganismos”, dijo el Dr. Daniel Becker, pediatra local que trabaja en barrios pobres. “Es triste, pero también inquietante”.

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Funcionarios gubernamentales y el Comité Olímpico Internacional reconocen que en muchos lugares, el agua de la ciudad es sucia. Sin embargo, destacan que las áreas de competencia de los atletas – como las aguas frente a la playa de Copacabana, donde competirán los nadadores – cubren las normas de seguridad de la Organización Mundial de Salud.

Incluso algunos lugares con niveles mayores de desperdicio humano, como la bahía de Guanabara, presentan un riesgo apenas mínimo, debido a que los atletas que naveguen o hagan windsurf en ellas tendrán limitado contacto con potencial contaminación, agregan.

De cualquier forma, funcionarios olímpicos conceden que sus esfuerzos no han resuelto un problema fundamental: Buena parte del drenaje y basura producidos por los 12 millones de habitantes de la región sigue fluyendo sin tratamiento alguno hasta aguas de Río.

“Nuestra mayor plaga, nuestro mayor problema ambiental, es salubridad elemental”, destacó Andrea Correa, la máxima oficial ambiental en el estado de Río de Janeiro. “La Olimpiada ha hecho que la gente abra los ojos al problema”.

Atletas extranjeros que se preparan para los juegos han expresado inquietud desde hace largo tiempo atrás en el sentido que enfermedades en el agua pudieran frustrar sus sueños olímpicos. Una investigación por parte de Prensa Asociada (AP) el año pasado registró virus que causan enfermedades en algunas pruebas, las cuales eran 17 millones de veces el nivel de lo que sería considerado peligroso en una playa del sur de California.

“Tan solo tenemos que mantener la boca cerrada cuando el agua salpique hacia arriba”, dijo Afrodite Zegers, de 24 años de edad, integrante del equipo holandés de vela, que ha estado practicando en bahía Guanabara.

Algunos de los atletas que están aquí para los juegos y otras competencias han sido derribados por enfermedades gastrointestinales, incluyendo integrantes de los equipos de vela español y austriaco. Durante una competencia de surf aquí el año pasado, aproximadamente un cuarto de los participantes quedó orillado por náusea y diarrea, informaron organizadores.

Los funcionarios han estado luchando con una confusión de desafíos, a medida que se apresuran en desbandada por la ceremonia inaugural del 5 de agosto. La epidemia del virus zika ha echado por tierra .las ventas de boletos extranjeros, la delincuencia se está disparando y el gobierno federal ha quedado paralizado por los procedimientos de desafuero en contra de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.

El mes pasado, el gobernador en funciones de Río de Janeiro, Francisco Dornelles, declaró estado de emergencia, alegando que una falta de dinero amenazaba “un colapso total de seguridad pública, salud, educación, transporte y manejo ambiental”.

De cualquier forma, organizadores olímpicos dicen que los estadios y sitios deportivos están casi completos, en tanto el gobierno federal ya suministró fondos de emergencia al estado. Muchos atletas prevén que los juegos procedan sin complicaciones serias.

Sin embargo, los contaminados cauces de la ciudad son otra cosa.

“Es repugnante”, dijo Nigel Cochrane, uno de los entrenadores del equipo español femenil de vela. “Estamos muy preocupados”.

Para muchos, la crisis del drenaje es emblemática de la corrupción y malos manejos que han coartado largamente al mayor país de América Latina.

Desde la década de los 90, oficiales de Río alegan que han invertido miles de millones de dólares en sistemas de tratamiento de aguas negras, pero funcionan pocos.

En su postulación por los juegos en 2009, Brasil prometió invertir 4,000 millones de dólares para limpiar 80 por ciento del drenaje que fluye sin tratamiento hasta la bahía. Al final, el gobierno del estado invirtió solo 170 millones de dólares, aduciendo una crisis presupuestaria, dijeron oficiales.

La mayoría del dinero en el presupuesto de salubridad del estado se ha invertido en embarcaciones de recolección de basura y bermas portátiles para detener el fango y restos que fluyen hasta la bahía.

Sus detractores dicen que son medidas cosméticas.

“Ellos pueden intentar bloquear grandes artículos como sofás y cadáveres, pero estos ríos son puro fango, así que las bacterias y virus simplemente van a pasar”, dijo Stelberto Soares, ingeniero municipal que ha pasado tres décadas intentando resolver la crisis de salubridad de la ciudad.

Soares dijo que se rió cuando oyó a oficiales prometiendo acometer el problema del drenaje antes de los juegos.

Una multimillonaria campaña anterior, financiada por donadores internacionales, produjo una red de 35 instalaciones de tratamiento de aguas negras, 800 kilómetros de conductos y 85 bombas, dijo. La última vez que se cercioró, solamente tres de las bombas y dos de esas plantas de tratamiento aún estaban funcionando; el resto había sido abandonado y vandalizado, dijo.

Cuando le preguntaron qué había ocurrido, elevó las manos al aire. “En Brasil, dicen que la recolecta de basura no capta votos”.

Romario Monteiro, de 45 años, pescador de segunda generación que ha pasado toda una vida recorriendo la bahía Guanabara, recuerda cuando las aguas eran cristalinas y abundaban los peces.

Ahora su red a menudo produce más basura que peces, incluyendo televisores, perros muertos y el ocasional delfín muerto por ingestión de bolsas de plástico.

“Es repugnante”, dijo Monteiro.

Él ha navegado cerca de más de unos pocos cadáveres, incluyendo el de un hombre – con las piernas atadas con una cuerda – flotando en el agua el mes pasado.

Sin embargo, a Monteiro le preocupa más las fábricas en el litoral que descargan residuos químicos y los busques cisterna con petróleo que descargan sus cargas al mar, dándole a la superficie del agua un lustre multicolor.

Mientras salía del puerto cerca de su hogar en la isla Governador, apuntó a media docena de tubos, expuestos con la baja marea, escupiendo residuos humanos de los 300,000 residentes de la isla.

“Cuando abres el pescado, sus entrañas son negras con aceite y fango”, dijo. “Pero, nosotros lo limpiamos con jabón y de cualquier forma, lo comemos”.

Andrew Jacobs
© The New York Times 2016